Orquídea y Orquídea, se llamaban, como las que se robaba el tipo desdentado de la película.
Orquídea se miró al espejo, y se encontró algo mas gorda que de costumbre, debía ser primavera, entonces.
Tomó asiento... y lo dejó a un lado, se recostó en el suelo y rodó por el dormitorio sin pensar en nada más que en la primavera que llegaba y en que ella partiría en unos días más.
Orquídea, mientras, besaba al primo de su amigo en el cuarto piso de la casa más grande de la cuadra. Comía azúcar flor entre beso y beso, y él le acariciaba el pelo, y ella le tocaba la nariz, y él le decía: "¡Eres lo mejor!"...y ella?. más azúcar, más azúcar y otro beso, mejor.
Orquídea salió a caminar y pensar con aire fresco, la magia ya no entraba por las ventanas desde que su tío les había puesto barrotes. Nunca logró entender el porqué de querer encarcelarese sin culpa ni condena. -Camino, caminemos, yo caminaré lejos de casa, seré dueña de mi destino, seré libre y no prisionera- cantaba a cada paso.
Orquídea botó el azúcar en la cama, él fue a buscar agua -¡Qué momento más dulce!-pensó antes de salir corriendo y saltar por la ventana.
Orquídea que canta y Orquídea que vuela, Orquídea saltando y Orquídea caminera. Orquídea en caída y Orquídea aplastada...
Y yo que iba pasando, sólo ví dos flores tiradas en el suelo.
Orquídea, Orquídea, Orquídeas... como las que se robaba el ladrón de la película que escribió Kauffman una tarde como ésta. |