Elissa abrió sus ojos y los volvió a cerrar con fuerza, se quedó quieta un momento y luego se volteó bruscamente. Otra vez se quedo quieta mientras apretaba aún con más fuerza sus ojos y tan rápido como pudo se pellizcó con toda la fuerza que poseía en su mano derecha. NO, no estaba soñando, en realidad era la víspera del día de san Valentín y nadie le iba a regalar nada al día siguiente, y no es que en realidad le importara el regalo en lo mas mínimo, era tan sólo que le preocupaba, asustaba y molestaba la idea de pasar por primera vez en su vida, un día tan especial, sola. Además, no quería volver a decir lo mil veces dicho antes , no quería volver a escuchar de labios de sus amigas la misma cantaleta acerca de haber dejado que su príncipe azul se le escapara, no, no quería aceptar delante de nadie que aún lo quería. Quizas mucho menos porque, esa duda la consumía por dentro desde hacía mucho.
Tras haberlo pensado toda la mañana, al medio día hizo una llamada a la floristería mas cercana, y ordeno un caro arreglo con cientos de flores rojas y rosadas. Quería dar la impresión de que salía con alguien, alguien tan interesado en volver a tener una noche apasionada con ella, que había mandado el arreglo mas hermoso que se había visto jamás en la media cuadra en la que ella vivía. Si bien lo del hombre no era verdad,así al menos, se ahorraria la insensata e innecesaria charla acerca del pasado y las oportunidades perdidas con sus amigas; así con ese arreglo y una que dos mentiras se ahorraría el tener que confesar que él había sido lo mejor que le había pasado.
Era viernes y el trabajo estaba algo flojo, así que decidió tomarse la tarde libre para pensar. Despues de llegar a su casa se quitó la ropa , ya desnuda caminó hacia el baño mientras disfrutaba del contacto de la brisa que entraba por la ventana abierta. Abrió la llave de la tina y vertió el jabón de espuma; mientras esperaba a que se llenara la tina , se miro detalladamente en el espejo, aún era muy hermosa, su cuerpo era firme y todo se mantenía en su lugar, - pero el tiempo no ha pasado en vano, aún cuando me vea joven ya me empiezo a sentir vieja- pensó. La tina estuvo llena al poco tiempo, ella entró y cerró los ojos para relajarse. Recordó a cada una de las personas con quienes había pasado el día de San Valentín, cada uno de ellos había sido especial , de cada uno guardaba recuerdos dulces, cada uno le había roto el corazon, pero eso no importaba mucho, eran especiales. Justo un segundo antes de que se quedara dormida el fuerte sonido de un timbre la retornó al mundo, se quedó quieta y en silencio , esperando; si era un vendedor, un mendigo, un testigo de jehová o un mormón, se marcharía tras observar que no había nadie y la dejaría tranquila para seguir durmiendo, el timbre sonó de nuevo, así que ella se levantó de la tina y caminó hasta el cuarto a buscar la bata , se la puso y se asomó por la ventana para ver quien era. No había nadie. Ella regresó al baño, el timbre sonó nuevamente, fue hasta la puerta y la entreabrió sin quitarle la cadena, miró hacia fuera, y no vio a nadie, al frente de la puerta delicadamente puesta en el suelo , estaba una flor, una rosa blanca, la más perfecta rosa blanca. Elissa abrió la puerta, se agachó, la tomó entre sus manos y descubrió que tenia una nota atada un pequeño papel con un mensaje anotado , - Elissa,arista pura pia caracatai punai- , leyó ella entre asustada y emocionada , alguien le había regalado una rosa, pero que podía significar el extraño mensaje?
Al día siguiente la solitaria rosa en el jarrón se encontraba aún mas hermosa que el día anterior, aún si Elissa cada cierto tiempo la tomaba entre sus manos,la acercaba a su boca y aspiraba con fuerza , esperando encontrar en el olor de la rosas el olor de la colonia del hombre de sus sueños. al oler la rosa, sólo sentía el sabor de su propia desesperación.Quizás por esa misma desesperación y ansiedad, cada vez se esforzaba más en separar los olores en encontrar algo único y personal en el olor de la rosa, algo que le permitiera al menos presentir quién podría haberle dejado la rosa al frente de su puerta.
Y quizás también, por la misma ansiedad fue muy poco el tiempo que pasó lejos de la puerta, se pasó toda la mañana sentada al lado de ella, para que en cuanto sonara el timbre ella pudiera abrir la puerta y encontrarse frente a frente con su admirador secreto, y luego darle un beso y decirle cuanto lo había esperado, y cuan confundida había estado y cómo todo aquello ya había quedado atrás, cómo la había salvado con aquella perfecta y pequeña rosa blanca , cuanto había significado para ella el gesto del día anterior, tenia tantas cosas que decirle... Y en cuanto el timbre decidió pronunciar la R, ella abrió la puerta y se arrojó sin mirar o pensar si quiera, sobre el hombre que se encontraba parado frente a la puerta cargando entre sus manos una canasta con un montón de rosas rojas y rosadas, y le plantó en los labios un jardín de besos apasionados. El hombre se defendía como podía de aquella tigresa que le había saltado encima, lanzó la canasta sobre ella, que lo miraba azorada, sin poder comprender que el hombre de sus sueños rehusara sus besos y escapara de sus brazos, - lo siento - dijo el hombre antes de marcharse - usted es muy bonita, pero estoy casado e intento ser fiel-. |