LA MU!Y EXTRAÑA ALDEA DE CAMELOT
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Antes de comenzar, hagamos un inciso aclaratorio...
"Recordemos que la aldea de Camelot había sido atacada mediante bombas basurónicas, todos los habitantes se habían salvado gracias a la aplicación masiva de colonia, todos excepto: a saber, Sir Anthony y su familia, que estaban en Benn Agalphón; y Marlín, que había salido a buscar a Lady Ann Freighre (la cual se halla junto al rey Arturo fuera de peligro). Como es sabido, Marlín salió sin colonia, y, por lo tanto, debía haber pringado, pero... no adelantemos acontecimientos."
La madrugada del domingo había un pestazo infernal en Camelot, la gente lo atribuía a las bombas, pero éstas ya habían perdido la eficacia... ¡Bien lo sabía el rey Arturo, que tenía retortijones!
Mientras tanto, en el lugar de procedencia de las bombas, Mac Leyland era informado del fracaso de la ofensiva guarrona...
-¡Ah, malditos! ¡Os habéis librado de ésta! Pero... ¡¡Agg!! ¡¡Me ha dado un calambre en la vena del peo!!
Dejemos a Mac Leyland y su calambre y volvamos a Camelot.
La gente, ansiosa de distracción, sobre todo la Balança, "miss universo", y la Romana, echaron a pelear a John Soploid con Richard Bulto. Esto había sido una maniobra para barrer mediante huracanes orejeros la basura que había caido en sus puertas. A Javielot no le gustó aquello. Ya había recibido cuatro zarandeos audiovisuales...
-¡Malas puñalá le peguen a las lengüetonas estas! ¡Que man despeinao! ¡A ver si podeis con esto...!
CUAIG CUAIF CAIUG CUAIG CUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIGCUAIG
Esto hizo que cesara la pelea, ya que entró en descomposición la cerilla y echaba un peste de mil demonios...
Mac Leyland ya estaba reuntando cosas para la próxima bomba el lunes siguiente...
-A ver, escuchadme todos, cuando vayais a erurtar o peer, hacedlo en estos tarritos que os suministraré, tapadlos inmediatamente, no sea que se disipen.
-Sí gran jefe -dijo un secuaz- ¿así? PRRRRRAAAUTTTIIIIICCAAAA
-Só animal, lo has echado en uno muy pequeñooooo... ¡Aggg!!! ¡¡Otra vez el maldito calambreeeeee!! ¡¡Nauseabundez!! ¡¡ven!! Como castigo, serás tú el único encargado de preparar la bomba ¡Y tiene que estar para el domingo que viene!
Aquel lunes por la tarde estaban todos reunidos hablando del destino fatal de Marlín, los más afectados eran el rey Arturo, Javielot y, sobre todo, Lady Ann Freighre que creía ser la culpable; también estaban Anthoniso, Mann O'lo, y Moc Hosso, para pesar de los demás...
-¡No seas porcino! Mira que el niño este como ma puesto la armadura. ¡Te quieres ir yá, so caracol?
-Oink, oink. Es que se me cae. ¡Tengo tanta!
-Pobre Marlín -dijo el rey Arturo-. Hemos enviado una patrulla de búsqueda y no han dado con él.
-Se habrá desintegrado -dijo Moc Hosso.
-Muy amable por tu parte, caracol.
-¡Basta! -dijo Lady Ann Freighre-. Yo no sé como teneis ganas de cachondeo, Javielot. Y todo por mi culpa. Oh, no.
-No os aflijais, lady Ann, quizá no lo hayan encontrado porque aún esté vivo y se haya marchado -dijo Mann O'lo.
-Sí, a lo mejor -dijo Anthoniso.
El martes siguiente se dedicó a la limpieza de Camelot. Aunque ya poco habían dejado las "mariposas humanas".
Mientras tanto, Nauseabundez se hallaba enfrascado en mierda, tratando de colocar la espoleta porcina.
Al amanecer del miércoles, una figura un tanto zarrapastrosa se silueteaba sobre el tejado de la fábrica donde se hallaba Nauseabundez. De un potente cuezco, derribó parte del tejado y saltó sobre Nauseabundez, al cual le erurtó y le partió un brazo.
-Pe... pero, tú eres Marlín!!
-Has acertado, mutación de rana, y si quieres saber cómo, te vas a quedar con las ganas. Peeeeeeeezzzzzz
Aquello lo dejó sin sentido. Marlín salió del habitáculo y se metió en el habitaciezo, donde se hallaba Mac Leyland.
-¡¡Ayyyy, el calambre... Eh? ¡Marlín!
-Otro que me conoce. A ver, ¿por qué tiras bombas pestozas en Camelot?
-Me has descubierto, pero te desintegraré con uno de mis peos sólidos.
-Inténtalo y te tiro la espoleta porcina que le quité a la rana mutante. ¿Conque levanta la pierna en? ¡Pues toma!
La espoleta porcina se le incrustó en la venilla del peo y un grito de dolor salió de su ciezo: ¡¡CUAIIGGGG!!
-Ven aca pacá, que te voy a escarmentar. Además, te conozco. Eres Mac Leyland, sé de una serie de personas a las que le interesará saberlo.
-¿A quienes te refieres?
-A los que tú sabes, y en especial a...
-¡¡No, no se lo digas!!
-Pues dime tú porqué tirabas esas guarrerías.
-Bien (haré tiempo para que lo cojan mis secuaces)...
Mac Leyland contó toda la historia a Marlín. Y cuando éste se disponía a salir del pueblo cuyo nombre ya sabreis, cayeron sobre él Nauseabundez y cuatro ranas mutantes más.
Marlín intentó defenderse a base de erurtos sucesivos y peos contráctiles, pero sus adversarios eran demasiado cerdos y se divertían con aquello.
Cogieron a Marlín y lo encerraron en una mazmorra del pueblo. Como eran tan excesivamente tontos de remate, lo encerraron en el retrete de Mac Leyland, desde el cual pudo escuchar todos los planes de éste. Mac Leyland estaba formando un ejército de catetos porcinos para arrasar Camelot. De repente, Mac Leyland entró en el retrete, Marlín estaba escondido en el bidé, y cuando Mac Leyland lo vió intentó lanzarle el lavabo, pero Marlín lo destruyó de un erurto en Do sostenido por Re. Un trocillo de lavabo se le metió a Mac Leyland por el ciezo y se le obturó en la venilla del peo, con lo cual le dió uno de sus calambres culinarios.
Marlín salió rápidamente de la casa de Mac Leyland, y vió una máquina de vapor de croosss, se lanzó sobre ella y, abatiendo catetos a base de erurtos maquiavélicos, se marchó rápidamente en dirección Oeste, hacia Camelot.
Ya se acercaba cuando se le estropeó la máquina de vapor...
-¡Vaya porquería de máquina! ¿Donde pararé ahora? ¡Ah ya sé! aunque sea asqueroso no tengo más remedio...
Marlín, montado sobre la máquina, a 140 km/h. arremetió ferozmente contra la casa de Moc Hosso. Gracias a una espesa capa de moco que recubría las paredes, Marlín no se hizo daño, pero estaba que daba pena verlo.
Marlín corrió al castillo, del rey, donde se hallaban reunidos, además del rey, Javielot, Lady Ann Freighre, Anthoniso y Mann O'lo. La puerta se abrió y...
-Oh, Marlín, querido amigo ¿qué te ha pasado? -dijo el rey Arturo.
-No hay tiempo majestad. Mac Leyland se acerca hacia aquí con un ejército de catetos porcinos. Hemos de defendernos.
La batalla está a punto de comenzar...
-Porcino uno a "Jabugo pringoso". Porcino uno a "Jabugo pringoso". Acabamos de detectar en nuestras magropantallas la aldea de Camelot. Esperamos órdenes.
-Porcino uno, aquí Jabugo Pringoso, creo que has visto demasiadas películas, pero, en fin. ¡¡AL ATAQUEEEEE!!!!
Una avalancha de catetos porcinos, cual tocino chorreante, bajaba del monte coronao lubrificando todo a su paso.
Las defensas de Camelot ya estaban fijadas. En primera línea se encontraban el rey Arturo, Javielot, Marlín, Mann O'lo, Falyson, Moc Hosso, Anthoniso y la Balança, en el papel de radiocomando. Más atrás se encontraba el grueso de las tropas Camelotcencerreces, patrocinadas por el Corte Camelotcencerrés. Y en retaguardia, tapando huecos, John Soploid y Richard Bulto.
La batalla no tardó en comenzar. Un cateto porcino cruzó velozmente las casillas de estaño y arrojó una tocinomba contra nuestros héroes. Moc Hosso, haciendo alarde de agilidad paquidérmica, la engulló diciendo: "Sustanciaaaaaaaa". La tocinomba no tardó en estallar, y una lluvia lipídica roció a Moc Hosso por todo el campo de batalla.
-Le dije a mi hijo que no se peyera con tanta fuerza, ahora tendré que recogerlo...
El traidor del Zombie les vendía Flan-erurtinas a los catetos, y éstos arrasaban con demoledores erurtos a sus contrincantes. Mann O'lo no consintió eso y se afanó intestinalmente, peyendo a los catetos de enfrente, los cuales cayeron abatidos por el pestazo masivo.
De repente, FIiiiiiiiiiiii, un trozo de diarrea volante impactó en la frente de Anthoniso, el cual cayó sobre la Balança, que lo balanceó. Anthoniso puso cara de velocidad y echó un gargajo como una manta, dejando a dos catetos pegados a un árbol.
Javielot no podía continuar consintiendo la traición del Zombie. Así que cogió al Catapulta, aunque se resistía, le llenó la boca de metralla fecal, y lo disparó. Por lo visto, el catapulta no se aferró a nada y salió disparado con gran celeridad, tragándose la metralla chocando violentamente contra una de las pezuñas del Zombie, el cual se desequilibró y estuvo a punto de caerse, pero hizo un extraño movimiento y puso cara de bicicleta. Co, el socio, se asustó al verlo, y se atorrulló, ingiriendo un trozo de plástico y peyendo sin cesar avanzó entre los catetos con patuletismo histérico. Al llegar al frente porcino empezó a peer en todas direcciones, expulsando trozos de calzoncillos, palominos, pelillos del culo, en fín toda una guarrada, que hizo devolver al rey Arturo sobre la Balanza. Falyson empezó a hacer tapones y "empalme collection", pero una compresa grasienta le golpeó el cogote. La dueña era "miss universo" que quiso hacer tanta fuerza para peerse que le salió una chuminá.
A Charles Boyer le rozó un trozo de calzoncillo de Co, y se le produjo urticaria. Charles se arrascaba el ciezo con tanta intensidad que pronto empezaron a caérsele los palominos por doquier. Javielot Bis se puso debajo y, agarrándose de los pelillos del culo, empezó a engullir más y más palominos Charles Boyescos. El Carlos, muy a pesar suyo, tuvo que comer torta, porque se le atravesó una majá de vaca en toas las amigdalas, produciéndole anginas vacunas, viéndose obligado a tragársela, para poder respirar.
Marlín se estuvo aguantando toda la batalla y, llegado el momento, se peyó ferozmente, creando una onda peyonda que arrasó el kiosquillo del Zombie. Co, al ver destrozado su negocio, aún se atorrulló más, y peyendo con furia visigoda, un remolino de calzoncillos harapientos, palominos, pelillos del ciezo, pedazos de moco, virutillas perdigoneras y demás restos intestinales, se formó alrededor de Co, el cual, diciendo "¡Me ví a cagá en la má que sos parió! ¡Que m'habeis destruio el kiosquillo, so mamones! ¡Vení acápacá!" arremetió contra el ejército de catetos porcinos, los cuales, ya mutilados, no se veían con fuerzas para detener a aquél monstruoso ser peyondo que se les abalanzaba, y empezaron una veloz carrera porcina, atropellando a "Jabugo Pringoso", directos al pueblo. Mac Leyland había sido derrotado otra vez.
El Sábado siguiente se reunieron todos para hablar sobre la situación...
-Bueno Marlín, explícanos -dijo el rey.
-Os explicaré, pero sin decir nombres, luego hablaré a solas con el rey y decidiremos si debemos decirlo.
Marlín lo explicó todo, desde cómo se salvó por llevar una bolsita de esas de colonia que le dió Anthoniso el día anterior al ataque, hasta cómo impactó contra la casa de Moc Hosso. Marlín, al preguntar por Lady Ann Freighre, se enteró de que se había marchado, dejando una carta para él, la leyó, se quedó un rato pensativo y dijo: ¡Mejor para mí!
Aquel Sábado por la noche se celebró la llegada de la sobrina del rey Arturo, a la vez que la victoria sobre los catetos porcinos.
La Balança engullía corretones al por mayor, mientras que "miss universo" y la Romana no hacían más que chuminás. (Desde luego es que son unas depravadas). Mann O'lo intentó amenizarnos la velada mediante un proceso muy divertido. Entró diciendo: "¡Mirad! He traido fuegos artificiales, pero no tengo mistos, no sé que hacer...
Falyson le cuchicheó algo al oído y Mann O'lo gritó: "¡Eureka!". Acto seguido se arremangó los calzones y se puso un cohete delante del "agujero negro". Peyó con fuerza y el cohete salió lanzado a toda velocidad, estallándole a Pacot en la boinilla. Pacot ni se enteró, a pesar de que estaba excitado a tope. Mann O'lo, Falyson, Javielot y Anthoniso siguieron lanzando cohetes, sembrando el desconcierto entre las camaleonas, las cuales se parapetaron tras Richard Bulto, al cual le pegó un cohete entre ceja y ceja.
El rey Arturo se divertía lanzando pelotillas a todo el mundo, formando un rociero de cagarrutas que hacía sumamente deslizante la pista de baile, pareciendo aquello un concurso a ver quién se pegaba la costalada más grande. De repente, al rey Arturo se le vino a la memoria lo que le dijo Marlín. Así que llamó a éste.
-Venga Marlín, cuéntame lo que no contaste antes, aunque creo que lo he podido descifrar yo mismo.
-Sí majestad pero...
-¡Ah! ¡No te preocupes! Es mi sobrina Olgys. Sabrá guardar el secreto, además, no creo que le interese demasiado.
-Oh, no, tío, déjame que lo escuche... Anda.
-Bueno vale, princesa Olgys, os lo contaré también a vos.
(Lo que sigue a continuación lo suprimimos, porque creemos que el lector es lo suficientemente avispado como para saber ya el nombre del pueblo, quién es el malo, y qué es lo que quiere...)
-Lo había adivinado, Marlín. Ya tomaremos medidas. Mientras, ¿por qué no bailais tú y Olgys?
-¿Yooooo? ¡Si yo no sé!
-Venga, no seas modesto -dijo Olgys.
Nada más salir a la pista recibieron un cohetazo, cayeron sobre las cagarrutas, pringaron en Camelot-Cola. En fín, se lo pasaron de P.M.
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No en vano quería Marlín escapar, pero cuando iba por la puerta de su casa, fué atrapado para hacer agujeros en la pared. Aquel trabajo no le agradaba en absoluto, intentó hacer los agujeros peyéndose con fuerza contra la pared, pero su madre no quería agujeros tan gordos y, además, se producía un ambiente un tanto cargado.
Al poco rato de estar Marlín agujereando, llegó Javielot y, después, el rey Arturo. Marlín se aprovechó y los puso a hacer agujeros, pero, aún así, era excesivamente cansado. Así que fueron a casa de Javielot, a por un "guarrito"...
-Maricarmen -dijo Marlín- ¿Nos deja Vd. su "guarrito"?
-¡Claro que sí! Voy por él.
Al poco rato vino con una cosa que peía en todas direcciones, erurtaba a todos, cagaba sin cesar, etc.
-Oh no. No nos ha entendido bien, lo queremos para hacer butrenques en la pared.
-También sirve, cogiéndolo fuerte por lo pies y...
-No, no, nosotros queremos un "butrencador".
-Haber empezado por ahí. Lo que pasa es que está cerrado con la llave dentro de una caja, y no tengo la llave.
-Es igual, déjenos la caja, que nosotros la abriremos.
-Bueno, pero tened cuidaito, no me la vayais a arañar.
Al rato estaban tirándole pedruscos gigantescos, peyéndola, erurtándole, etc. pero no se abría.
Finalmente, la cogieron y la lanzaron con furia masiva, yendo a impactar contra el kiosquillo del Zombie (que estaba recién reconstruido), volcándolo en la carretera, pero no se abrió. El Zombie, furioso, cogió la caja y se la lanzó a los tres. Estos se agacharon y peyeron con furia. De repente, Mann O'lo apareció erurtando simultáneamente y abatió la caja, pero no se abrió. Un trozo de mierda se había adherido a la caja, y Javielot, al ir a limpiarla, se agachó y se le salió el "néctar" el cual chorreó y Marlín resbaló con él, yendo a caer en una extraña pero peyonda postura, con la cual el rey Arturo se divertió mucho e intentó hacerla. Pero al esfuerzo, se le cayeron los palominos y Mann O'lo los recogió y empezó a lanzarselos a Anthoniso que venía a lo lejos. De un potente erurto Cocacolero, Falyson desmenuzó la esquina de su casa, con lo cual fué perseguido por su abuela. Anthoniso cogió los palominos y empezó a hacer malabares, pero le dió un avenate locuno y se los echó a la Balança por el escote. Esta empezó a jugar a la coctelera, y Pacot intentó ligarsela, pero la Romana empezó a sacudirle con un trozo de moco resecco, y se lo hincó en una oreja. Al ruido de los pestozos (es decir, los que no comen torta) que rezumaban mierda, acudió el sultan y les dejó un rociero de cagarrutas marca acme altamente explosivas, ya que su hermano Falyson le había dado un brebaje pocimal con el cual le entraron diarreas de bailoteo.
Un trozo de porcino vino diciendo que su amo se había quedado atrancado en una esquina del bate, al intentar soltar un mojón descomunal y sólamente un gran lanzador de erurtos podía salvarlos. Mann O'lo acudió rápidamente y le peyó en la frente, pero no dió resultado, así que le peyó de lado. Como todavía no salía, le erurtó en la sandía, pero un trozo de porcinez y guarrumbre le salpicó haciéndole desistir del tema. Posteriormente intentaron con un calzador, pero se resbalaba en la mugre, y sólo consiguieron arrancarle dos lascas porcinas.
La madre le puso un petardo en el ciezo y PPPPPRRRRAAAACCCAA, toda la casa se aporcinó, adquiriendo un tono guarrumbroso que quedaba precioso.
Pero nada, Moc Hosso se había apalancado bien, y aunque estaba desconchado, no había quien lo sacara de allí. Al momento acudieron el rey Arturo y Marlín, para no perderse el divertimiento. El rey lo acribilló a base de pelotillazos, que se le introdujeron en todos los agujeros porcinos que poseía. Marlín le lanzó un "PAC" (Peo Asíncrono Contundente) que le torció el cuello y le produjo abundantes cortezas de cerdo, provinientes de su fino cutis marrano. No tardó el llegar el padre, Mer Enghoso, y empezó a sacarse "cabello de ángel". Con aquello sólo consiguió que se le saltara la hiel a Moc Hosso. Dicho cabello de ángel echaba un grandioso pestazo mantecoso, y nuestros héroes no pudieron más que empezar a devolver estrepitosamente sobre los componentes del Porky's Show. A éstos últimos les encantó aquello, y empezaron a revolcarse entre las gomitauras, zambulléndose una y otra vez, recalando y haciendo salto de porcinín, desde lo alto del busto del "Gran Porcino Pringoso" Jefe del clan, y figura mundial del arte mantecosopasteleroporcino.
Mientras acontecía lo antes citado, una turbantosa figura entró reptando en el castillo del rey, allí sólo se encontraban Javielot, la reina y Olgys, la sobrina del rey Arturo. La turbantosa figura golpeó duramente a la reina, y ésta, al caer, se llevó al intruso incrustado en el ombrigo. No tardó en desembarazarse de la ombrigadez y se abalanzó sobre Olgys, Javielot se interpuso con uno de sus clásicos pero grasiocísimos "CUAIG" que desmelenó al intruso, pero éste se quitó las babuchas y se las lanzó a Javielot , las emanaciones sulfurosas desmayaron a Javielot (a pesar de ser el rey del queso) y a Olgys. Cogiéndo a ésta última y escapando por una ventana, montó en su veloz chirobao, tal como adjetivó la reina al animal en que huyó el intruso raptor...
Cuando se enteraron todos, se reunieron en casa de Pacot para hablar del tema. La romana decía, indignada...
-Paccco, hay que vé lo tonto que eres, que se nos ha llenao la casa de gente y tú ahí sentao como un grullo.
-¡Ah, pero no han venío a comprá?
Nuestros héroes no cesaban de ingerir artículos del M.M. (mostrador medieval) mientras que hablaban sobre lo acontecido.
-Pero eso no puede ser, ¿cómo si iba a ir montado en un chirobao? Tu estás demasiado gorda y ves visones!! -le decía el rey a su mujé.
-¡Que sí leche! ¡que era un chirobao que andaba a cuatro patas!
-¡Ya está! -dijo Mann O'lo- ¡un dromedario!
-¡Es verdad! Y las babuchas que le tiraron a Javielot eran del tipo "Alí-Babá" -dijo Marlín.
-Todo concuerda. El raptor es... ¡¡E.T.!!
Fueron rápidamente a la casa de ET... Abrió su maaaaadre.
-Buenas, ¿donde está su sarnoso hijo?
-Mi sarnoso, y a la vez, repugnante hijo se fué al Mahara a pasar unas vacaciones con su tío Alí-Baboso, dijo no se qué de llevarle un regalo...
-Señora, usted ha de saber que su hijo ha raptado a mi sobrina.
-¡Málas puñalá le peguen! ¡como lo pille se le va a caer la linterna esa que lleva amarrá al deo!
Nuestros héroes decidieron iniciar un viaje al Mahara para salvar a Olgys. Estuvieron varios días preparando sus monturas, puesto que no habia ningún autobús que se atreviera a cruzar el Mahara, ni siquiera el de la Palmilla. Iba a ser un viaje tipo "Parir-y-Kakar" y una dura prueba del tesón de los Camelotcencerreses por salvar a su princesa...
La lista de inscritos en la aventura era ésta...
Nº 1: Rey Arturo con BM-WC 80 GS.
Nº 2: Giusseppe Marlín con KTNN 500 Scrambler.
Nº 3: Javielot Anchez con LAMAJA 600 Teneré.
Nº 4: Falyson Anchez con JONDA 600 XL.
Nº 5: Mann O'lo Bolo con SUKUKI 500 XR.
Nº 6: Anthoniso Liso con JONDA 125 XL.
Nº 7: John Soploid con SWM 500 OR-Ejín.
Nº 8: Moc Hosso Bofo con PLUFF 4T.
y una serie interminable con todos nuestros conocidos, como... Richard Bulto, Mer Enghoso, la Balança, Pacot, el Catapulta, Mc Kikho, etc.
Al otro día cruzaron el Mediguarráneo (lo cual aprovecharon los componentes del Festival de Porky para darse un bañito agusto), y se encontraron con un beduhíno llamado Hagüita Dela Chachi, el cual les proporcionó mapas, brújulas y todo lo necesario para hacer el viaje con toda seguridad. Se acostaron temprano (a eso de las dos de la madrugá) ya que al otro día tenían que levantarse temprano, pues tenían previsto hacer el trayecto Al-Iñar (donde estaban)-El Mashivo, de unos 300 Km por el desierto.
Al amanecer el sol empezaron a runrunear los motores, todos excepto el de la PLUFF 4T de Moc Hosso...
-¿Qué pasa? ¿no arranca? -dijo Marlín a Moc Hosso.
-No, creo que se ha ahogado. Pero tenía la gasolina cerrá.
-No me extraña -dijo el rey- se ha ahogado en guarrumbre, ¡a ver cuando la lavas macho!
-¿Machooo? ¡¡¿¿Donde, donde?? dijo el "pariente" un tanto emocionado, ya que el otro día fué a la feria y vió "los caballitos poni".
-Bueno -dijo Mann O'lo-, vamos a arrancarla a la racha...
-Vamos a darle un empujón por esa cuestecilla -dijo señalando a un terraplén de veinte metros de arto.
Al momento, todos juntos le pegaron un rachón a Moc Hosso, que empezó a bajar por el terraplén a toda velocidad.
-¡Alto! -dijo Marlín- Aquí hay algo que no funciona, creo que Moc Hosso debería subirse a la moto antes de que le peguemos el rachón.
-Aaaaghhh! -dijo Moc Hosso en el fondo del barranco. Entre una mezcla cementosa de manteca y arena lo volvieron a subir, y esta vez lo montaron en la moto y le empujaron nuevamente...
-¡Suelta el embrague! -le dijeron.
Moc Hosso se bajó los pantalones y les arrojó las bragas llenas de cabello de ángel...
-¡¡Nooo, eso noo!! ¡¡Suelta la palanca...!
Moc Hosso hizo un tremendo esfuerzo y cagó un zorullo como una tranca.
-¿Vale con eso? -dijo Moc Hosso.
-Ohhh -exclamaron todos- ¡Es imposible!
Moc Hosso bajaba a una velocidad supersónica, y con las vibraciones, se le empezó a derretir el magro de la mano izquierda, con lo cual quedó libre el embrague y la moto arrancó por fín. Moc Hosso subía felizmente con la moto en funcionamiento y dijo:
-Voy a hacer un porcinito.
-Dirás un "caballito".
-Eso.
Moc Hosso giró ferozmente el puño del gas y se echó para atrás pero apenas levantó dos milímetros del suelo... Sin embargo, la rueda trasera le raspó el culo y le hizo un macrosurco porcino y empezó a salírsele el "nectar". Ante lo cual todos salieron disparados hacia El-Mashivo, les quedaban 300 Km por delante para todo el día.
Al frente de la expedición iban el rey Arturo, Hagüita Dela, Marlín y Mann O'lo. Iban muy divertidos, peyendo sin cesar y erurtando masivamente con una nueva técnica que les enseñó Hagüita. Detrás iban Falyson, Javielot y Anthoniso, estos dos últimos un tanto incómodos, pues se habían vuelto muy "educados" y, cada vez que los de delante hacían ruidos, decían: "Que ascooo...". En fín, ¡qué le vamos a hacer!
Más atrás iban los demás, a Moc Hosso lo tuvieron que dejar el último, ya que echaba una grasilla con el calor que hacía derrapar a los intrépidos aventureros. No tardaron en encontrarse con los primeros problemas... Ante ellos, una enorme duna arenosa de varios metros de alto. Hagüita Dela Chachi condujo magistralmente su camello y la superó sin dificultades. Seguidamente subió Marlín, a gran velocidad y haciendo el caballito. Al rey Arturo se le cruzó la BM-WC que llevaba y estuvo a punto de hacer caer a Mann O'lo, que subía detrás con SUKUKI. Javielot quiso bacilar excesivamente, haciendo posturitas crossísticas, se le quedó enganchado el pantalón en un amortiguador y casi se pega un vejigazo. Falyson subió haciendo sus característicos meneitos y, al final de la cuesta, eschó un galipo tipo "ducha mamona". Un trozo de dicho galipillo le pegó, como siempre, a Anthoniso, el cual dijo: "So mamón, ahora verás" y aceleró bruscamente, cuando soltó el embrague, la moto se le levantó y cayó de espaldas sobre Moc Hosso, formándose una bola porcina de gran intensidad. Mer Enghoso quiso salvar a su hijo y escupió un proyectil grasoso que le pegó a Anthoniso en la frente, tirándolo de espaldas con voltereta incluida. Javielot quiso bajar para defenderlo, pero no se atrevió dada la inclinación del terreno. Los que sí bajaron fueron el rey Arturo y Marlín, separándolos aún a costa de llenarse de porcindad...
Charles Boyer fué a defender a su amigo porcino, y le pegó una patá en el pecho al rey, creyéndose que el rey era el que atacó a Moc Hosso. Marlín, indignado, peyó enardecidamente la cabeza de Charles. Este se revolvió y vomitó sobre Mer Enghoso, el cual sacó un viena y lo untó con el producto, engulléndola con gula. Aparte de esto, la Balaça aprovechó la parada para hacerse la permanente en el chumino, por si las "zonas". La Romana se le antojó, pero debido a su espesa pelambre, tuvo que pedir consejo a Urko, el cual empezó la tarea. No tardó en llegar Pacot, que al grito de : "¡adúlteraa!" golpeó la calvilla de Urko con un mojón seco, causándole una hemorragia simiesca. El gorililla no consintió aquello y, golpeándose el pecho al más puro estilo King-Kong, saltó sobre las orejas de Pacot, haciéndole una llave primate-mameluca y le peyó la nuca. Pacot cayó desmayado. Cuando parecía que aquello no iba a acabar nunca, un ruido ensordecedor retumbó en el desierto. Era Hagüita Dela Chachi, que hizo que cesara el combate.
-Vuestra princesa puede estar en peligro. No os entretengais.
Después de ésto, parece como si la expedición cobrara nuevos ánimos. A falta de unos 100 Km para llegar a "El Mashivo" se detivieron para comer algo.
El rey Arturo, Marlín, Javielot, y todos los similares, fueron al Moto-tinglao-bohinero de Pacot, compraron dos o tres cosas y se las comieron. Los que comían algo más eran los del Festival de Porky. Ingiriendo grandes cantidades de mugre industrial, para no perder guarrumbre, y bebiendo cientos y cientos de litros de "porcindad vacuna" (algo similar a la cocacola, pero en guarro) para no deshidrat..., digo, desaporcinarse, tenían formado un pestazo guarrulento, con erurtos precomprimidos y chisporreos de magro magroso, que hacían devolver al más cerdo entre los cerdos (entiéndase "Zombie").
Phuer (más conocido como "el Zombie") & Co (su socio) fueron a darse una vuelta (a iñar, seguramente), y al rato volvieron muy acalorados, como de haber hecho "cosas malas". Efectivamente, tras ellos venían un puñado de personas como con ganas de estrangular. Estas personas se pusieron a revolver el campamento de nuestros amigos, buscando a Phuer & Co. El rey Arturo no pudo consentir que maltratasen a sus súbditos y peyó sin imponderables sobre los intrusos, los cuales se detuvieron con el mojón colgándoles del susto.
-Amo a vé. ¿Qué quereis limpiacequias?
-Buscamos a dos tipos que nos han erurtado sin compasión mientras estábamos rodando "Cagablanca", despeinando a nuestro galán Humphrey Bolas...
-Bueno, pero se puede volver a peinar, ¿no?
-Sí, pero es que además han corrompido las tiendas y las cámaras, eso sin contar que se cagaron en el tocador de nuestra protagonista...
-¿Qué? -dijo el gorililla todo emocionado- ¡¡No me digan que aquí está Gorylin Monroe!! ¡¡Mi estrella favorita!! ¡Ven acápacá que te acurruque, que estás muy mona!
-Quieto ahí -dijo Aurelia celosamente- Tú no te vas de gorileo con esa pelandusca. Que pa eso está aquí tu mué.
-Y tu suegra -dijo Chispitas.
-Y tu suegro -dijo Urko.
-¡Leche con la familia! ¡que no te dejan tener hobbies cinematófilos! -dijo indignado el Gorililla.
-Venga, iniciemos la marcha, que se está haciendo denoche.
Todos arrancaron sus motos y se fueron con viento fresco, pero lo que no sabían es que Gorylin Monroe, impresionada por la simiesca virilidad del Gorililla, empezó a seguirlos con un Gang-Rover.
Iban a un tacazo de velocidad cuando frente al rey Arturo y Marlín (que iban los primeros) apareció una grandiosa zanja, digna del ojo del culo de Moc Hosso. No daba tiempo a frenar, así que se embalaron aún más y, aprovechando una cagada de camello, saltaron la zanja y aterrizaron felizmente al otro lado. Marlín se volvió rápidamente para avisar a los demás, pero ya era tarde, Javielot y Anthoniso quisieron frenar, y cayeron en la zanja empujados por Mer Enghoso y esposa e hija. Falyson se salvó gracias a su "gran superfice de sustentación" iniciando un vuelo sobre la zanja. Los demás, al ver los salpicones de magro, frenaron mucho antes de ver la zanja y no cayeron...
-Javielot, Anthoniso ¿estais bien?
-Bien lubrificados, aaggghh
-Sacadnos de aquí, se nos derrite el magroooo.
-Sí, ahora. ¿Quién tiene una cuerda?
-¿Te sirve esto? -dijo Moc Hosso.
-No creo, aunque tus mocos tienen gran fama, no creo que esa cuerda trenzada a base de fibra lipídica resista, además, me dá ascoooo!!
-Pos yo voy a probar.
-AAAgggggh, encima de que estamos atrapados entre mugre, no echáis más.
-Venga, subamos -dijo Mer Enghoso.
Cuando casi iban a llegar arriba... PLASTTFF, el moco se partió y CUAAAAAGGGG, cayeron sobre Javielot.
-Cerdos, ya me lo cobraréeee agggg.
-Majestad -dijo Marlín- no podemos esperar más, se va a hacer denoche y no podremos llegar a "El Mashivo" hoy.
-Ya lo sé Marlín. Mañana partiremos temprano...
-¿Es que acaso vamos a dejar a vuestra sobrina a merced de Alí Baboso?
-No hay más remedio...
-Lo siento, Majestad, yo voy a por ella, no podría dormir tranquilo. Adiós.
-¡¡Marlín!!! ¡¡No seas idiota!! ¡Vuelveeee!
-Venga, sacadnos de aquí...
Mientras que intetaban afanosamente sacar a Javielot, Anthoniso y parte del Festival de Porky de la zanja, Marlín se dirigía a gran velocidad hacia el reinado de Alí Baboso...
-(Me hubiera quedado con ellos, pero presiento que Olgys no está muy segura.)
A eso de la media noche, Marlín avistó las murallas de "El Mashivo", paró el motor de la KTNN y la empujó en dirección hacia ellas, escaló una y al llegar a las almenas, un morisco lo descubrió...
)¡¿Quién vá, por Alá?
-Por Alá no, por aquí... PRRAAAACCCCAAAAA.
Este sonoro peo pudo haber despertado a la guarnición, pero no podía ser, ya que si nó, Marlín se vería obligado a huir y no quedaría bonita la historia. Bien, sigamos...
Marlín bajó sigilosamente los escalones de la muralla y...
) Aggg
-¡Venga, caracartón, ahora mismo me vas a decir dónde está la princesa Olgys!
) Aggg
-Es verdad, perdona, ahora te suelto el pezcuezo.
) No sé de que me hab...
-OOOOOORRRRRRRRRRRRRRRRPPPPUUAAFFF.
) Sí, sí, ahora mismo está en el Harén de Alí Baboso, dentro de unos momentos va a contraer matrimonio con él.
-¿Quéee? ¡Venga, vamos al harén!
) No, por Alá, si entramos allí nos cortarán el cuello al amanecer.
-Y si no entramos te lo corto ahora mismo, ¡así que venga!!
) Yo no avanzo más, es todo recto, no tiene pérdida...
-¿Y ahora qué hago contigo?
) Péeme.
-Bueno, tú lo has querido... ¡¡BIMMMBAAAA!!
-(Si derribo la puerta de un cuezco, se van despertar las mujeres del sultán y darán la alarma, pero, no tengo elección.
UHHHHHHHHHH ¡P A C! ¡CRUNKA! (la puerta cayendo)
) OOOOIIII, ¡¡Un hombre, chicas!!
-¡Oh, no! ¡Son viejas pellejonas! ¡Me persiguen!
) Mirad, mirad, es rubio, y no tan negruzco como nuestro Alí Baboso, ¡Vén pacá rubiaco!
-Dejadme, ¿dónde está la joen que trajeron ayer? ¡Venga que os despellejooo!
) Sí, sí, venga, venga, despelléjanos.
-(Pero ¿qué entenderán éstas por "despellejar?")
-¡¡Marlín!!
-¡¡Olgys!!
-¿Qué haces aquí? ¿Has venido solo? ¿Qu...?
-¡Venga, no hay tiempo para explicaciones, vamos antes de que vengan el sultán y los sacerdotes...!
Marlín y Olgys atravesaron el pasillo, y justo cuando iban a saltar la muralla... ¡E.T.!
-Aggg, me ha tirado la linterna ese cara de mejillón. Ahora verás... PAC -ET quedó derribado y moqueando...
-¡Marlín, estamos rodeados, mira!
Los soldados de Alí Baboso se habían despertado (ahora sí, porque ya se están escapando, y una escapada sin persecusión no es emocionante), habían cercado la muralla.
Lo que viene a continuación es muy fácil de adivinar, ¿verdad? Efectivamente, cuando más apurados se encontraban Marlín y Olgys, rodeados de soldados moriscos, aún cuando Marlín abatió a varios de ellos mediante erurtos incompasibles y peos depravados, dichos soldados a punto de prederlos, etc...
-¡¡Masividad absoluta!! (para los menos duchos, este suele ser el grito de guerra de los Camelotcencerreces)
El rey Arturo, Hagüita Dela Chachi, Javielot, Anthoniso, Falyson y, en definitiva, toda la horda peyonda se abalanzó contra el minarete donde se encontraban Marlín y la princesa Olgys. Hemos de decir, aunque quede feo, que Olgys salvó la vida a Marlín abatiendo con un sonoro y femenino cuezco a un árabe que iba a erurtar a Marlín por la espalda. Hagamos a continuación un extracto de los principales diálogos que se produjeron durante el transcurso de la consabida y estimulante batalla. (me parece que me he pasao un poco, ¿no?)
-Marlín, no he tenido más remedio que hacerlo, te iba a erurtar.
-Sabes de sobra que te estoy eternamente agradecido, y por ello no tienes porqué perdirme disculpas, Olgys.
-Ya, pero no se lo digas a nadie.
-Descuida.
Reproduzcamos a continuación otro diálogo, esta vez entre Pacot y la Romana, representativo, aunque no tan romántico con el anterior...
-¡Mí que'res tonto, Paco! ¡que nos podíamos haber aprovechao de to's estos y vendelles chucherías! ¡Desde luego es que estás cuajao, leche!
-Ya, mi amor, pero no tuve más remedio que dejarle el Moto-tinglao-boinero a Javielot, me lo pidió el rey, y el rey es el rey, ¿verdad?
-Evidentemente, lo es. ¡Pero mí que tás chalao, conio!
Dejemos al M.M. (no, no quiere decir Mostrador Medieval, como algunos podrían pensar, sino Matrimonio Mitológico, lógico ¿no?), y vayamos con Javielot y Anthoniso, unidos por la guarrumbre hasta que el peste los separe...
-Javielot, echa p'alante que m'estoy hincando un chupachup en la rodilla...
-¿Que conduzco de maravilla? Ya lo sé, modestia aparte, soy un as de la motocicleta, y aunque con este MTB no me puedo lucir, veo que has apreciado mis dotes, gracias por el cumplido.
-Oh, oh, oh...
Posiblemente fuera el ruido lo que hiciera poco comprensible la comunicación entre ambos, ¿o quizá fuera la guarrumbre? (?)
Veamos a continuación otro diálogo entre Falyson y Mann O'lo, y digamos de paso que este último quedó inédito a lo largo del trayecto, puesto que no llevaba calzoncillo de repuesto y no quiso arriesgarse a quedar "marcado".
-¿T'has fijao como he volado sobre la zanja gracias a mi alta sustentación? Ha sido gracias a un perfil concavo-convezo que se me metió en el ciezo y blablablablabla...
-Sí.
¿Hemos dicho "diálogo"? Sin duda nos hemos equivocado, hemos querido decir "monólogo". No obstante, existieron otros diálogos que también merecerían ser escritos y no lo vamos a hacer, ¿qué? Bueno, lo pensaremos...
Más de uno de los lectores se estará preguntando qué pasó con Gorylin Monroe, ¿no? Pues bien, ahora no lo contaremos...
Creo que debía haber quedado bien claro que los Camelotcencerreces derrotaron a Alí Baboso y su sobrino E.T., y consiguieron salvar a Olgys, y ¿por qué no? a Marlín. Lo que no habrá quedado tan claro es que se vieron forzados a emprender una veloz huida, ya que las viejas pellejonas del harén (y ahora sí) capitaneadas por Gorylin Monroe, fueron persiguiendo a los intrépidos aventureros durante más de medio camino, gritando:
-"¡Despellejadnos, despellejadnos!"
El gorililla intentó reunirse con su estrella favorita, pero Aurelia le ató los pelos del pecho a los pelos del culo, ¡y en esa posición es muy difícil correr!
Dada la falta de motocicletas (recordemos que la de Javielot, la de Anthoniso, la de Mer Enghoso, la de su mujer, y la de su hija pringaron (y nunca mejor dicho) en una zanja), tuvieron que apelotonarse (también nunca mejor dicho) todo el Festival de Porky en una sola. Recordemos también que Javielot y Anthoniso viajaban en una misma, junto con Pacot y la Romana, una MTB súper-guasnía. También, en la KTNN de Marlín viajaba Olgys, que no se fiaba de su tío como conductor.
Después de despedirse de Hagüita, cruzaron el Mediguarráneo y llegaron a Camelot a eso de las cinco de la tarde del Sábado. Pensando que salieron un jueves, no está mál.
Para celebrar la victoria sobre los Alí-Babosos, el rey pensó celebrar aquella noche una fiesta en el castillo, y pensó en contratar a un grupo de trovadores para amenizar la fiesta.
-¿Conoceis a algún grupo máximo? -preguntó.
-Yo sí -dijo Lady Ann Bell (que por cierto hacía mucho que no aparecía por estas páginas).
-Sí, ¿cuál?
-"Aplasta y los diorama", los ví en el teleprograma.
Era un grupo "cunk", o sease, eran canquis, y cobraba a 2 ptas la hora, bastante económicos.
El rey Arturo no se lo pensó dos veces y los llamó.
No tardaron mucho en presentarse y, a decir verdad, tampoco tardaron mucho en largarse, puesto que nada más empezar a tocar, la gente se fijó en ellos, y tras la carcajda inicial, empezaron a peerlos desde el palco. Un mojón de a kilo se le atravezó a Aplasta y la dejó sin respiración.
Mann O'lo peyó fuertemente y espelambreró a la concurrencia. El rey Arturo, tras la sorpresa inicial, no sabía que hacer, pero como "allá donde fueres, haz lo que vieres", empezó a desperdigar pelotillas, destrozándoles el equipo musical-trovador. Ellos, Aplasta y los diorama, quisieron escupir, como buenos canquis que eran, pero fué muchísimo peor. La gente, al ver cómo le caía un galipo a Olgys, estalló en gritos. Marlín dijo: "Esto es demasiado, ahora vereis". Subido en el anfiteatro, y agarrado a una lámpara, inició un vuelo sobre el escenario, peyendo sin compasión a aquel grupo musical diciendo: "Yo no os escupo porque mis guarrerías no llegan a tanto, pero ahí teneis..." Los peos salían de su culo de forma inexorable, varios de los componentes del grupo entraron en descomposición, el Zombie apalancó todo lo que pudo, para venderlo en su kiosquillo. Las camaleonas criticaban en todo momento el peinado que llevaban los diormas, por supuesto, antes de que Marlín los peyera, ya que los dejó calvos. Anthoniso no hacía más que decir: "dejadlos, dejadlos, pobrecillos", sus hermanas se desmayaron al ver la "fiesta". Anthoniso, viendo que aquello no iba a durar mucho, empezó también a peer como un avechucho y le desastró los pantalones a uno. El rey le aplaudió la actitud, y entre todos los camelotcencerreces, peyendo al 100 por 100 de sus posibilidades, dezmenuzaron la actuación. Aplasta y los diorama, medio putrefactos, salieron por patas rápidamente.
Aquella fiesta fué mucho más divertida de lo que hubiera podido imaginarse, y aquella noche pocos consiguieron conciliar el sueño, tras tantas emociones.
...............
Pues sí, Sir Anthony, el padre de Anthoniso, se compró un "vidieval" (abreviación de "vídeo medieval") de la marca "Camastronic" una de las más acreditadas de Camelot. Para estrenarlo, invitó a todos a ver una película llamada "El cuezco de medianoche". Dicho vidieval tenía mando a distancia por cuezcos de infrarrojo, pero Sir Anthony no lo utilizaba mucho, ya que se recalentaba el mando y echaba un peztazo a perros muertos.
Ya llevaban más de media hora cuando Mann O'lo empezó a preguntar insistentemente: "¿Y cuándo sale el cuezco?" "¿Y cuándo sale?" "¿Y ...
Marlín, que estaba a su lado, ya harto, dijo: "¡Ya está aquí, leche!" PRAAAAAAAAAAUMMMMMMMMTIIIIIIZOOOSSSSS
Aquel peo descuajaringó el vidieval, además de putrefactar parte del televisor. Sir Anthony estuvo a punto de desmayarse, cuando se recuperó, quiso que Marlín le pagara uno nuevo...
-Pero si yo no tengo pasta, soy pobre...
-Nada, nada, tú lo has roto, y "el que la hace, la paga", -dijo furioso Anthoniso
-Si quieres, te lo arreglo gratis.
-No me fío de tí, Marlín. Lo mismo me lo conviertes en un molinillo de café... ¡Paga! ¡Paga!
Después de un rato de discusiones, el rey Arturo impuso su ley, la "ley de don Cicuta" que "quién no la cumpla, es un H.P."
-Marlín, tú les has roto el cacharro, ¿no?
-Sí.
-Pues tienes que proporcionarles otro igual, sea como sea, pagando, arreglándolo, como sea.
-Vale, lo arreglaré...
-Protesto, rey Arturo -dijo Sir Anthony.
-Pues no protestes más, que ya eres mayorcito. Si él ha dicho que lo arreglará es que lo arreglará...
Marlín cogió las virutillas y se encaminó a su choza. Al pasar por la puerta, le preguntó a Sir Anthony...
-Heyy, ¿le pongo un aparato que le quite las rayas del "cámara rápida"?
-Nooo, confórmate con dejarlo como estaba.
Marlín ya llevaba algunas horas encerrado, mientras que la expectación crecía en los alrededores de la choza de Marlín...
-Desde luego -dijo una camaleona- es que ese niño es un estrochón, ¿pos no le vendió a mi Richard Bulto una vicicleta que en vez de tener cadena tenía esparadrapos?
-Pues el tonto es su hijo, al comprársela -respondió Olgys.
-Eh... ¡niña! ¡y a tí quién te ha dao vela en este entierro? -dijo cortá la camaleona.
De repente... P A C !!! Un peo contundente golpeó a las camaleonas, haciédole un nudo en la garganta.
-A ver si sus callais, que no me escucha Mann O'lo.
-¿Qué quieres, Marlín? -dijo Mann O'lo.
-Ven, sube un momento.
Mann O'lo entró en la choza de Marlín y al ratillo se escuchó un tremendo ruido retumboso. La puerta se abrió y salieron Marlín y Mann O'lo con el vidieval nuevecito...
-Maravilloso -dijo el rey Arturo.
-Ya veremos, ya veremos -dijo intranquilo Sir Anthony.
-¿Es que acaso no confías en Marlín?
-Ni un pelo -dijo Lady Ann Bell- ¡después de lo que les hizo a Aplasta y los diorama ayer...!
-Es que ellos no tenían porqué haberme escupido, porque yo no les hice nada, y Marlín tampoco hasta que pasó eso. Los que empezaron fueron Charles Boyer, el Célula, y loa esa chusma...
-¡Que no como tortaaa...!
-¡Ya lo sabemos, Carlos...!
-Bueno, venga, vamos a probarlo -dijo el rey Arturo-. Por cierto, ¿cómo lo habeis arreglado? Hemos oido un ruido que...
-¡Ah, es soldadura Manolesca!
-Ya.
-Pero... ¿es que pensais entrar otra vez? -dijo asustado Anthoniso.
-Faltaría más, queremos ver el resultado de nuestra obra...
Nada más enchufar el vidieval, una llamarada peyonda salió del altavoz, chamuscándole el ciezo a una camaleona que estaba asomailla.
-¡Caguendiez! ¡m'han pillao, leche!
Anthoniso estaba asustao, no se atrevía a ponerlo en marcha nuevamente, vaya que explotara.
-¡Venga ya, pringui! -gritaba indignado el público...
Sir Anthony, con el deo gordo del pié y tapándose los oidos, lo conectó nuevamente. Esta vez no pasó nada, la película se veía bien, igual que antes, hasta que apareció en la pantalla, en el momento más emocionante, un tío cagando. Tras el momento de sorpresa, se fijaron bien y vieron que era Pacot. También observaron cómo se limpiaba el culo con una toalla mugrienta. Más adelante, salió Marlín fabricando "Bolitas de Coco", y cómo las ponía en casa de Pacot. Tras ésto, salió el Zombie cortándose las uñas de los pies, digo, de las pezuñas. También salió Javielot apaleando a su hermano y al sultán, a la vez. Falyson, haciéndose perdigones. Mann O'lo, haciendo la tarea con la Hum y la Urkalina, en fín, aquella cinta se había convertido en "LO ULTRASECRETO DE CAMELOT". Arma temible si caía en malas manos...
-Sin duda ha sido debido a tu soldadura, Mann O'lo, te dije que habías echado demasiado 7-Up.
-Y ahora, ¿qué hacemos con la cinta? -dijo el rey Arturo- Hemos visto que salimos todos haciendo cosas por las que podríamos quear en apuros ante "el Gran Interventor". (Para aquel que no lo sepa, el Gran Interventor viene a ser lo que el cobrador de la luz, pero en basto. Era el que soltaba la pasta para el divertimento de Camelot, o sea, el "Bienhechor").
-Yo creo que debemos destruirla -dijo Mann O'lo.
-Sí, es lo mejor. Ya es muy tarde, mañana la quemaremos en el monte, de mientras, que la guarde alguien.
-Yo no.
-Yo tampoco.
Nadie quería guardarla, así que la tuvo que guardar su dueño. Sir Anthony.
Aquella noche nadie durmió tranquilo, pensando que sus más íntimos secretos se hallaban al alcance de todos.
Todos se despertaron muy temprano y fueron a casa de Sir Anthony, éste salió to asustao...
-¡Me han mangao la cinta! ¡Me la han mangao!
-Allí, he visto salir un tío corriendo...
-Vamos, que no se escape.
Intentaron erurtarle, peerle, pero nada, no había quien lo detuviera. Estuvieron persiguiéndole un buen rato, hasta que los despistó en la corona del Monte Coronao.
-Maldita sea, como yo me entere de quién ha sido, me lo cargo a base de peos.
-Tenemos que encontrarlo, no sea que le lleve la cinta al Gran Interventor. Vamos a organizar un safari pachanguero por el monte, a ver si lo encontramos, son las siete de la mañana. Tenemos el tiempo justo. Cuantos más vayamos, mejor.
En pocos minutos ya estaban listos. Por lo visto había sido un viejillo que vivía en el Monte de la Piñas. Ya faltaba poco para que empezara una aventura más conocida con el nombre de: "EN BUSCA DEL CARCA PERDIDO"
Marlín, camino del monte, entonó una bella canción erurtona, que hizo las delicias de todos los participantes del safari. Por cierto, iban todos con unos pantalones cortos marca "Trap-Illo" y gorras tipo "canuto magno". Toda ella promocionada por el "Corte Camelotcencerrés". Javielot empezó a peer solapadamente, pero cuando el peste llegó a las narices de Anthoniso... "Oiiii, que pesteeee". De repente, diarrea incandescente empezó a bajar del monte. A Moc Hosso le entró el patuletismo y empezó a "magrearse", en el porcino sentido de la palabra, a una lagartija, para que le dejara entrar en su oquedad. No obstante, y sin previo aviso, Mann O'lo peyó con fuerza descomunal, abatiendo árboles sobre la trayectoria de la diarrea "calentita". Lo que pasa es que los cuezcos del manolo eran altamente inflamables, y al contacto con la porcindad magrante, empezó a arder con furia masiva, dependiendo del galipo mantecoso de Mer Enghoso, la salvación del planeta. Este, Mer Enghoso, se hizo su peinaito "Sweet Peladilla" y dió varios pasos atrás, a continuación y con inigualable elegancia, tomó carrerilla y echó salivilla, yéndole a chorrear hasta la rodilla. Como no era aquél su propósito, y como si no fuera con él, peyó bohemio y se alejó.
Mac Kikho no hacía más que agobiar a Falyson y Marlín para que fueran con él a "Casadealmeja" en bicicleta, junto con sus amigos el "cara breva" y el "petit suisse". ¿Qué quiénes son? No os preocupeis, ya os los enseñaré...
Como todos estaban muy aburridos, subiendo el monte coronao o "crowned" como dicen los ortodoxos, Javielot se puso a contar chistes, pero como su hermano Falyson no le dejaba acabarlos, tenían gran malapipa, con lo cual la concurrencia no hacía más que llorar y llorar. Ante aquella pose, el rey Arturo, para pasar el rato, organizó un concurso peyondo, pa vé quién hacía el buquete más hondo.
Las reglas eran estas: Se podía peer, erurtar o lo que fuera, pero sólamente una vez, y en dirección en la cual no se dañara a nadie. Moc Hosso sería el encargado de medir la profundidad de los butrenques...
La situación cobró ambiente, el primero en disparar sería el rey Arturo, que para eso lo había inventado. El rey se quitó el tubarro (es decir, se apartó la capa) y peyó a troche y moche, hasta que se le recalentó el ciezo y empezaron a caer pelotillas al rojo vivo. Charles Boyer, creyéndo que eran guindas, la ingirió violentamente. Cuando se dió cuenta de lo que eran, empezó a dar saltos, escupiendo y peyendo sin cesar. En uno de sus saltos, llegó tan alto, que al caer, hizo un agujero mayor aún que el del rey Arturo ¡17 metros!... La gente aclamaba a Charles Boyer, el cual, hecho polvo en el fondo decía: "Gracias, no me lo merezco, no me lo merezco... Aggggg".
Moc Hosso se encontraba mensurando el agujero producido por Richard Bulto (lo que pasa es que no lo hizo peyendo, sino oyendo) en to lo más hondo. Anthoniso, que era el siguiente, quiso aprovechar el agujero de Richard y erurtó velozmente dentro del hoyo. Moc Hosso, que se encontraba dentro, al ver venir el erurto, quiso esquivarlo, pero ¡que vá! ni siquiera su agilidad magrosa le salvó del impacto erurtoso, que lo comprimió contra las paredes, filtrándolo hacia el interior. Como no aparecía, decidieron bajar a por él. Todo esto que estamos contando, pasaba en la corona. Había que derribar parte de la pared, así que bajaron a Mann O'lo...
-¡Con cuidado! que es muy sensible y se puede dispar... ¡¡BRONTO!! ¡¡¡B R O N T O O O O!!!! ZRUCU ZRUCU.
Mann O'lo se disparó sin contemplaciones. ¡No quieran saber lo que se formó allí dentro! Marlín intentó contrarrestar el pestazo a perros muertos echándole polvos talco al Mann O'lo en el culo, pero fué peor, ahora, cada vez que se disparaba, se formaba un nubarrón blanquecino de alto voltaje, sin duda debido a que Mann O'lo comió potaje. Allí dentro no se podía estar, ¡un pestazooo...! Pronto cundió el pánico y todos quisieron salir. Ya saben Vds. que el susto contrae todos los múxculos del aparato digestivo, pues bien. De los culos del Festival de Porky salían continuas "ralás" de mierda líquida, llenando a Marlín
??
En un momento se organizó la expedición. La vestimenta de nuestros héroes era de lo más singular, el rey Arturo llevaba un "salacob" tipo "Capitán Tan". Marlín se había arremangao la bata que usualmente llevaba. Javielot tuvo que optar por dejar en su casa la armadura. Falyson iba bastante contrariado, ya que el día anterior había sido víctima de la "Mamonada Vil" y, además, tenía sus Jonesmithes nuevos rotos. Mann O'lo se puso sus deportivos marca "el Albañil Auténtico". Olgys, que no quiso perderse el cachondeo, se empeñó en llevarse sus zapatos de tacón fino; llevándole la contraria a su tía, la reina, que no quería dejar a su marido solo. Anthoniso iba con sus botas marca "la Sobaura" y su gorra tipo "Popeye de Luto".
-¡Joé con la dichosa cuesta!
-Venga, que ya estamos llegando.
De repente... ZZZZZZIIIIIIIINNNNGGGGG!!!!!!
Todos quedaron atrapados en una especie de jaula magnética, al más puro estilo "Dentro del Laberinto".
-¡Ya lo sabía yo! -dijo Mann O'lo- Tenía una reconcomilla que...
-¡Mamonada Vil! ¡Marlín, esta vez me la pagas!
-¡Pero si yo no he sido!
En ese instante, apareció sobre una roca un viejillo cachondo, que a primera vista, parecía estar hecho de alambre, pero era de lo canijo que estaba.
-¿Qué quereis de mí? -preguntó el viejillo con voz de W.C.
-Queremos que nos devuelvas la cinta que robaste -dijo el rey.
-Ajajá... (¡Leche, m'han pillao!) -pensó hacia adentro el viejillo- Bueno, os la daré si superais tres pruebas que os propondré...
-¡Nos la dará ahora mismo! -gritó Anthoniso.
-¡Ah, sí? Pues como os pongais bordes se la doy al "Gran interventor".
-Bueno, bueno. Vamos allá con las tres pruebas.
-Bien, antes de deciros la primera, quiero saber quienes son los voluntarios. Que den un paso al frente.
Al instante, los más valerosos de nuestros amigos (Javielot, Mann O'lo, Falyson, Anthoniso) y toda la chusma de enfrente (para bacilar de valientes) se aprestaron a la lucha.
-(Ajajá, como lo pensaba). El viejillo hizo un extraño movimiento y los sacó de la jaula magnética, y los puso en una especie de plataforma metalizada, a la altura de la corona del monte, pero a varios metros del filo de ésta, es decir, bajo ellos se abría el vacío casi a cincuenta metros de alto. La plataforma se sostenía en vilo al parecer, sin que nada la uniera a la tierra. El viejillo se dirigió a ellos de manera que los otros no le escucharan...
-Bien, vuestra prueba es ésta: "Hace mucho, mucho tiempo, dos hombres se encontraron depués de un largo tiempo sin verse. Después de la alegría inicial, el uno le dijo al otro: "¿Cómo te vá?", el otro le respondió: "Pues mira, me casé y ahora tengo tres hijas". "¡Vaya hombre! y ¿qué edades tienen? dijo el uno. "Verás, el producto de las tres edades es el cuadrado de seis, y la suma de ellas es el número de tu casa". Después de un rato, el uno le dijo al otro "Oye, con los datos que me das no tengo suficiente". El otro le dijo: "Es verdad, me falta decirte que la mayor es rubia".""
De esta manera habló el viejillo a los de la plataforma, añadiendo, además: "Bien, teneis que averiguar el número de la casa del uno, y las edades de las tres hijas del otro".
Nuestros héroes no se esperaban una cosa así. Tras la sorpresa inicial, empezaron los comentarios:
-¡Ya está! -dijo Anthoniso- El número de la casa es el "1"...
-¿Sí? ¿y por qué? -replicó Mann O'lo.
-Porque es la casa del uno. ¡Lo dice el enunciado!
-Qué listooooooooo! ¿Y cuales son las edades, eh?
-Bueno, pues, eehh... uhmmm... No, no es el uno.
Charles Boyer le dijo algo al oido al Carlos...
-¿Qué por qué no es el uno? ¡¡Que no como tortaaa!!
(No es el uno porque no existen tres números enteros que sumen "1" y su producto sea el cuadrado de seis)
Javielot triunfó con esa explicación...
-Bien, os dejo -dijo el viejillo-. Tengo que ir a contarles la segunda prueba a los otros.
-¡Ajajá! Veo que vuestro rey se ha quedado para la segunda prueba, ¡muy inteligente! ¡Sabías que la primera no entrañaría dificultades! ¡muy valeroso por tu parte! Bien, pues la segunda la harás tú solo y consistirá en lo siguiente: Te teletransportaré a un reino mágico, exactamente hasta la puerta del Castillo Dorado, a partir de aquí tendrás que encontrar el Cáliz Mágico de 7-Up y devolverlo al Castillo Dorado.
-Majestad, dejadme que vaya yo en vuestro lugar -dijo Marlín- Yo tengo gran experiencia en videojuegos...
-¡¡No!! Debe ir el rey -dijo el viejillo.
En ese instante, el rey apareció delante de un gran castillo dorado, sólo contaba con su inteligencia y con su espada Excalibur. La puerta del castillo estaba cerrada, así que lo primero que hizo fué buscar la llave que abriera la puerta. Salió al camino y, de repente, un gran murciélago le arrebató la espada...
-¡Me cago en tu padre, so mamón! -gritó indignado el rey Arturo.
Estaba dudando si entrar en una especie de gruta cuando un gigantesco dragón verde erurtó pootentemente a sus espaldas. El rey echó a correr, pero el dragón lo perseguía. A pesar de que lo acribilló a base de pelotillazos. Cuando parecía que iba a atraparlo, apareció el antojaizo del murciélago que, al soltar la espada del rey, mató sin querer al gran dragón verde, llevándoselo a continuación. El rey optó por dejar escondida la espada mientras buscaba la llave dorada.
-Bien, vamos con la tercera prueba. ¿Quienes quedais? Ajajá, Marlín, Olgys, Moc Hosso y Familia, la reina, Pacot y varios más... Vosotros hareis el viaje alucinante...
-No, no, y no, yo no fumaré porros -dijo indignada una camaleona.
-Calla ya, pellejo seco.
-Mira quién fué a hablar, el "insecto palo".
-¿Yo? ¿yo insecto palo? -gritó el viejillo- ¡Ahora verás! ¡¡Ojos saltones, come este par de mojones!!
Un par de zorullos aparecieron entre los dientes (no muchos) de la camaleona, dejándola sin habla.
-Bien, como os decía, hareis el viaje alucinante, seréis los electrones de un átomo de sodio, y tendréis que preguntarle al Monje Elektrón el origen del universo. He dicho.
Al momento, los once que quedaban fueron distribuidos en las tres capas de un átomo de sodio. Marlín tuvo la mala fortuna de ser el único habitante de la última capa. Más adentro estaban la reina, Olgys y seis personajes más, y en la primera capa, sólo estaban Pacot y su mujer. Marlín les habló a los de las capas interiores...
-Heyy, ¡qué perita! ¿No os parece, majestad?
La reina como si con ella no fuese la cosa...
-¡Majestad! ¿No me habeis oido? ¡Olgys! ¿qué le pasa a la reina?
Olgys bajó los ojos y no le contestó.
-¡Olgys! ¿qué te pasa conmigo? ¿por qué no me hablas?
-Olgys le dirigió una furtiva mirada y se perdió tras el núcleo, un venerable anciano que atraía hacia sí a todos los electrones que le rodeaban.
-Ya comprendo, no os agrado.
En ese instante, Marlín vió acercarse un átomo de cloro. Cuando estaba más próximo, se apercibió de lo que ocurría en la última capa del átomo cercano, habían siete electrones, cuatro de ellos girando en un sentido y los otros tres girando en el contrario. Esta situación era un poco tensa para los siete. Marlín sintió un cosquilleo interno que le inducía a abandonar el átomo de sodio donde estaba.
-Está bien, ya que aquí no me quieren...
Marlín saltó al otro átomo con gran facilidad y se encontró en el acogedor ambiente de los miembros de la última capa del cloro. Los siete electrones que la ocupaban eran superdivertidos, correteaban por todo el nivel energético erurtando y peyéndose, y como "allá donde fueres, haz lo que vieres...", Marlín erurtó potentemente y con feroz temblequeo. Un electró, todavía levantándose del suelo, le dijo a Marlín:
-¡Joé, como las gastas, forastero! Me llamo Falytron, pero... ¡qué coñazo! ¿por qué no se vá ese átomo que acabas de dejar? ¿esperará que regreses?
Y, en efecto, el átomo de sodio que había perdido su electró de valencia, se apretaba contra el de cloro como si esperara que Marlín cambiara de parecer y saltara a su solitaria órbita.
-¡Vaya, qué te parece? -contestó Marlín peyéndose en dirección al átomo de sodio- ese ni come ni deja comer.
-¡Bah!, esos siempre hacen lo mismo -intervino Manolodrón, un miembro más experimentado de la envolvente M. Creo que no es tanto la comunidad electrónica del átomo de sodio la que quiere que regreses como el propio núcleo de sodio. Existe casi siempre un desacuerdo entre el núcleo central y su escolta electrónica: el núcleo desea tener a su alrededor todos los electrones que pueda sostener con su carga eléctrica, mientras que los electrones prefieren ser el número suficiente que complete los diversos niveles. Existen sólo unos pocas especies de átomo, los llamados "gases inertes" o gases nobles, como los llaman los químicos alemanes, en los que larmonicen plenamente los deseos del núcleo rector con los de los electrones subordinados. Atomos tales como los del helio, neón, y argón, por ejemplo, están muy satisfechos consigo mismos, y nunca arrojan a nadie de su comunidad ni tampoco hacen invitación alguna a otros electrones. Son químicamente inertes y se mantienen alejados de todos los demás átomos. Pero todas las otras comunidades electrónicas están siempre dispuestas a intercambiar miembros. El átomo de sodio, que fué tu anterior hogar, tiene un núcleo cuya carga eléctrica le permite tener un electrón más de los suficientes para establecer la armonía, y esa es la razón por la que nos congratulamos de que hayas llegado, a pesar de que tu presencia sobrecarga nuestro núcleo. Pero durante todo el tiempo que permanezcas aquí, nuestro átomo no será ya neutral, sino que tendrá una carga eléctrica adicional. Por eso el átomo de sodio sigue ahí, detenido por la fuerza de atracción eléctrica. Le oí decir cierta vez al padre Paulini que esas comunidades atómicas, a las que les falta o les sobra un electrón, son llamadas "iones positivos y negativos".
Marlín interrumpió...
-Has hablado del padre Paulini, ¿es él el monje Elektrón?
-Sí, también le llaman así -respondió Manolodrón.
-¿Y sabes donde puedo encontrarlo?
-No, no lo sé. Es muy difícil dar con él, ya que va vagando por todo el espacio. No debes pensar -continuó- que la unión de átomos para formar una molécula es realizada siempre por un solo electrón de valencia. Hay átomos, como el del oxígeno, por ejemplo, que necesitan dos electrones más para completar sus envolventes electrónicas y también los hay que necesitan tres, y más de tres todavía. Por otra parte, en algunos átomos el núcleo sostiene dos o más electrones de valencia o adicionales. Cuando átomos semejantes se encuentran, se producen numerosos saltos y enlaces, a consecuencia de los cuales se forman moléculas muy complejas, a menudo constituidas por miles de átomos. Existen también las llamadas moléculas "homopolares", es decir, moléculas constituidas por átomos idénticos, situación en verdad desagradable.
-¿Por qué desagradable? -le preguntó Marlín, que había vuelto a cobrar interés.
-Cuesta mucho trabajo -le explicó Manolodrón- mantenerlas unidas. Hace tiempo tuve un trabajo de esos y no disfruté un solo momento de respiro mientras permanecí en él. No es como aquí, donde el electrón de valencia decide de sí mismo y deja que el átomo abandonado y eléctricamente hambriento se quede ahí. ¡No señor! Para mantener juntos a los dos átomos idénticos, tiene uno que saltar de aqui para allá, de uno a otro y así sucesivamente. ¡Palabra que uno se siente como si fuera pelota de ping-pong!
Dejemos por un momento el viaje alucinante y centrémonos en el difícil acertijo propuesto a los plataformianos...
-Eso se saca con formulitas -decía Falyson.
-¿Sí? ¿qué formulitas? -preguntó Mann O'lo.
-No sé, ¡si estuviera aquí el Aniano...!
-¡...Se iba a arrascar el culo con las dos manos! ¡Porque ésto no lo resuelve ni Einstein! -concluyó Javielot.
-Lo que yo no comprendo es para que dice eso de que "la mayor es rubia" -dijo extrañado Anthoniso.
-Pues si lo dice será para algo -intervino John el de la tienda.
-Vamos a hacer una cosa. Cojamos todos los conjuntos de tres números naturales cuyo producto sea el cuadrado de seis.
-¡Eso, cojámoslos! ¿Dónde están? -intervino muy emocionado Charles Boyer.
-¡Pero qué dices! ¡no los podemos coger! -dijo Falyson.
-¡Claro! ¿no ves que estamos aislados? -dijo feliz E.T.
-No es por eso, es que los números no se pueden coger.
-¿Cómo que nó? ¡Deja tú que yo pille a uno! -dijo envalentonado el Carlos.
Vayamos ahora junto al rey Arturo, a ver que tal le vá la cosa...
mdisengjdhuebsosld! ¡Así se te atranque el culo cuando vayajacagá! -decía el rey al murciélago que se llevaba el cáliz recién sacado del Castillo Negro. El rey se sentó extenuado en una piedra...
-¿Dónde se habrá metido el Dragón Rojo? -pensó- ¡es el único que me queda por cepillar! -el rey Arturo había matado al Dragón Verde (bueno, se mató solo) y al Dragón Amarillo; había abierto el Castillo Blanco y el Negro, pero no sabía donde habían quedado las llaves, ni tampoco el lugar donde se encontraba su expada Excalibur.
-¡Bueno, buscaré la llave dorada, luego me hará falta!
El rey se metió en una gruta donde no veía más allá de lo que alumbraba la vela que llevaba. De repente...
-¡Conio! -el rey le metió un cabezazo a un trozo de hierro en forma de herradura- ¡El imán!
Seguidamente prodeció a pasearse por todo el reino con el imán arrastrando. Este atrajo cantidad de cosas: el puente, las llaves negra y blanca, pero también atrajo al Dragón Rojo. El rey, con el mojón colgándole, salió pitao a un tacazo de veloccitá, arrastrando el imán y to el pegullón pegado a él. El dragón fué a saltar sobre él, pero se esc..ó contra el puente.
Durante largo rato, Marlín disfrutó de la agradable sensación de peerse en el espacio con los demás electrones, en una especie de maravilloso número de trapecio. Entonces, sintió que se le ponía de repente el pelo de punta, tal y como lo había sentido tiempo atrás durante una tormenta en las montañas. Era claro que una fuerte perturbación eléctrica se acercaba a su átomo, destruyendo la armonía del movimiento molecular y obligando a los electrones a desviarse peligrosamente de sus órbitas normales. Desde el punto de vista de un físico humano, se trataba sólamente de una onda de luz ultravioleta que pasaba a través del espacio que ocupaba ese átomo particular, pero para los diminutos electrones se trataba de una aterradora tormenta eléctrica.
-¡Agárrate fuerte! -le gritó Falytron- ¡o serás arrojado al exterior por el efecto fotoeléctrico!
Pero ya era demasiado tarde. Marlín fué arrancado del lado de sus compañeros y lanzado al espacio a una espantosa velocidad, con tal facilidad que parecía que lo habían cogido un par de dedos poderosos. Sin tiempo para respirar siquiera, se precipitó cada vez más lejos a través del espacio, dejando atrás a toda clase de diferentes átomos con tal velocidad que no pudo ni siquiera distinguir los diversos electrones.
Repentinamente, un gran átomo apareció justo delante de él, y se dio cuenta de que no podía evitar el choque.
-Usted perdone, pero estoy fotoafectado y no puedo... -comenzó a decir cortésmente Marlín, pero el resto de la disculpa se perdió en el estruendo del choque que lo arrojó de cabeza contra uno de los electrones exteriores. La colisión hizo que los dos salieran dando volteretas por el espacio. Sin embargo, Marlín había perdido la mayor parte de su velocidad gracias al choque y a la conservación de energía cinética, por lo que podía ahora ponerse a observar más de cerca sus nuevos alrededores. Los átomos que se elevaban a su alrededor eran mucho más grandes que los que había visto antes, y pudo contar hasta veintinueve electrones en cada uno de ellos. Si hubiera estado allí el Profesor Carachancla, los hubiera reconocido como átomos de cobre, pero, al mirarlo tan de cerca, el grupo en su totalidad no se asemejaba en lo más mínimo al cobre. Además, estaban distribuidos en tanto cerca el uno del otro, y formaban una estructura regular que se extendía hasta donde alcanzaba su vista. Pero lo que más sorprendió a Marlín fue que estos átomos no parecían concederle la debida importancia a la posesión del número de electrones exteriores. En realidad, las órbitas exteriores se encontraban casi vacías; bandadas de electrones errantes se deslizaban perezosamente a través del espacio. Marlín trató primero de descansar en una de las tranquilas órbitas de uno de los átomos de cobre. Sin embargo, no tardó mucho en contagiarse por el afán errabundo del grupo, y se unió al resto de los electrones en su especial e incierto movimiento.
-No parece que haya mucho orden en este lugar -dijo para sí mismo- y son muchos los electrones que no atienden a sus asuntos, ¡qué poca vergüenza! Me parece que el monje Elektrón tendría que hacer algo para poner coto a esta situación.
-¿Por qué tendría que hacerlo?
-¡Monje elektrón! ¡Por fín doy contigo!
-No sé quien serás, pero me pareces extraño. Estos electrones no están desobedeciendo mis órdenes y, además, están haciendo un trabajo a todos conceptos útil. Tal vez te interese saber que si todos los átomos se preocupasen por aferrar sus electrones como algunos de ellos lo hacen, no existiría la conductividad eléctrica. Con lo cual no podrías siquiera tocarle el timbre a Carmen, y mucho menos jugar al Scalextri.
Dejemos por un momento a estos dos y vayamos con el rey Arturo...
-¿Dónde habrá ido el murciélago? Lleva más de dos horas busc... ¡Ah, ahí estás! Pero... lleva el imán. ¿Donde habrá dejado el cáliz? Voy al Castillo Blanco a ver...
Mientras el rey gastaba suela detrás del murciélago, los plataformianos estaban a punto de resolver el enigma...
-Para mí -decía Javielot- que esto tiene truco, a lo mejor es que también cuenta a la abuela.
-Hombre, no digas eso, sería una mamonada vil.
-Mirad, he sacado una formulita... Energía igual a masa al cuadrado...
-No nos sirve, además, no es así, es E = m.c2.
-¿Sí? ¡Mira el listo! ¿Tu quien tas creio que eres, niñato?
-Einstein.
-Juá, no me hagas reir. Einstein tiene bigote.
-Bueno, Einstein cuando chico.
-Que nó, todos sabemos quién eres, aunque escondas la orejas.
-Bueno, me habeis pillado, pero ¿A que os había engañado al principio?
-Dejaos de tonterías -decía Mann O'lo comiendose el conco intensamente- ¡No me dejais pensar!
El rey ya había conseguido el cáliz de Seven-Up y corría como una bala hacia el Castillo de Oro. Al llegar se encontró la puerta cerrada, pero no se amilanó, bebió un poco el contenido del cáliz, y le sentaría bien, porque aquel erurto fué de los que hacen época y derriban esquinas, con lo cual pudo pasar al interior del castillo y escuchar la canción del gustirrinín, señal de que había acabado su prueba.
Justo cuando acabó la canción, el rey Arturo apareció en la explanada que hay tras la corona del monte. En ese mismo instante, observó como caían cagarrutas y diversa materia fecal desde lo alto. Apartóse y miró hacia arriba y vió venir un peazo de mojón de agárrate y no te menees. Hábil como un lechuguino, lo esquivó y maldijo hacia las alturas. De allí mismo vió bajar a una pila gente... Eran los plataformianos, que acababan de resolver el enigma matemático...
-Si no fuera por mi intelecto... -presumía Javielot.
-Sí, pos será por el mío -intervino Mann O'lo.
-Venga, venga, que lo hemos acertado de casualidad -dijo Falysonn.
-¡Eh, mirad! ¡El rey! ¡Y nos hace señales...! Aggg! -una pelotilla se le incrustó en un boquetillo de la nariz a Anthoniso.
-¡Majestad, dejad de hacer señales, que ya os hemos visto! -gritó Javielot.
-¡Vaya con el maldito videojuego! -exclamó el rey- Mirad cómo tengo los fondillos de los calzones.
-Uffff. Veo que ha sido una prueba a fondo, majestad.
-No seas pelota, Célu-la. Tú serás el encargado de lavarme el braguero. Por cierto -prosiguió el rey- ¿cómo ha sido vuestra prueba?
-Bah, estaba chupá -dijo Falyson- me parece que el viejillo ese la ha sacado de la hoja de pasatiempos del Camelot Timos.
-¿Dónde se habrá metido toda la gente que falta?
P R A C K A A A A CA TA TA TA RRRRAAAAA CA TA CACRAAZIMMMMBAAAAAAAA
-¡Vaya traca! -dijo Charles Boyer- ¡como se nota que ya estamos cerca de sanjuán!
-¡Qué traca ni qué! !Mirad!
Entre un nubarrón marroncillo aparecieron unos pirreles grasientos, seguidos de una panza mugrienta. Al momento, un barullo se formó detrás de estos...
-¡Heyyy! ¡Aquí estamos! -era la voz de Marlín- ¡Echa palante Moc Hosso que me estás llenando de néctar!
-¡¡Marlín!! ¡¡Olgys!! ¡¡Amor mío...!!
-No seas sarcástico, Arturo -gritó la reina- ¡Hay que vé la pechá de vueltas que le hemos tenío que dá al viejo verde...!
-¿Qué?
-Se refiere al núcleo de sodio, tío -intervino Olgys- Resulta que cada vez que la reina pasaba cerca, le tiraba un pellizco en el culo. Hasta que la tita le soltó una mascá que casi lo desintegra.
-Cosa imposible, por cierto, ya que no se conoce fenómeno de radiactividad en el sodio -dijo Marlín.
-Si, si... ¡Hasta que se peyó ese amigo tuyo que nos sacó a todos de aquel sitio! ¡¡Vaya pesteeeee!! -dijo la reina.
-¿A quién se refiere, Marlín? -preguntó Javielot.
-Al monje Elektrón. Cuando me contó lo del universo, me llevó de nuevo al átomo de sodio y, al llegar se tiró un cuezco de sabor crocanti...
-Aagg... ¡No me lo recuerdes, niño! -dijo la Romana.
-Bueno, ya nos contarás lo del universo luego -dijo el rey- ¡Vamos a celebrarlo con una fiestaaaaa!!
Como no tenían buen recuerdo del último grupo trovador-musical que estuvo, aquella noche contrataron a "Los Niños del Pireo", de reconocida fama mundial gracias a sus melodiosas musiquillas ejecutadas con finura suprema. Por lo menos es lo que dijo Javielot, que fué el que los contrató.
Estaba todo el mundo en pleno jolgorio, cuando aparecieron en el escenario "Los Niños del Pireo". En ese instante, todos callaron, para poder oir con plena armonía su melodioso canto...
-Me han dicho -susurró Olgys- que no cantan normalmente y que tocan instrumentos naturales... ¿qué será eso?
-Flautas de caña, ocarinas y cosas así -dijo Javielot.
-¡¡Ocarinas?? ¡¡Sí, sí!! Mirad!!
En una especie de tribuna coral, aparecieron unas cosas redondas, blancas como la nieve y un poco oscurillas por el centro. De pronto....
PIIIIIUUUUUUU BROOMMMM CRAAAAAA PEEEEZZZZZZ PIPIPIPIIIIIIIIPUMMMBAAAAAAAA
¡¡Eran culos peyendo los primeros compases de la 5ª sinfonía de Pee-tovhen!!
-¡Armonioso! -dijo John Soploid.
-(Hay que vé el niño este -pensó una camaleona-, con lo bien "dotao" que está y el mal oido que tiene, ¡igualito que mi Richard Bulto!)
La verdad es que no sonaba mal del todo, pero a los pocos minutos, se lió allí un peste a perros muertos con colonia pachuli. A la reina le entraron ansias y empezó a gomitá to los garbanzos que se comió de postre. Al momento, Mer Enghoso sacó uno de sus vienas para untarlo cual nocilla, pero su hijo se le adelantó y absorbió los garbanzos como si fuera un chupa-chupa. Lo que no sabía es que los chorizos picantes que comía la reina eran de extracto malayo, con lo que a Moc Hosso empezaron a salírsele los néctares, altamente repugnates y de bonito colorido. El Zombie intentó guardar gran parte de ellos en tarrillos, pa venderlos en su kiosquillo como golosina gelatina, pero resbaló con un pellejo de garbanzo y fué a estrellarse contra la tarima. Los niños del Pireo, creyendo que era un insulto hacia ellos, cambiaron el repertorio por uno de Richard Guarne, y empezaron a soltar enormes volutas de mierda desde sus "timbales". A Marlín le endiñó una de estas volutas y no pudo reprimirse.
-Conque ópera, en? ¡¡Vamos con la Zarzuela, Camelotcencerreces!! ¡¡Enseñémosle a tocar "Aguarra, meadillos y mierdacandente"
Todos los camelotcencerreces empezaron a hacer tronar sus anos y con feroz temblequeo, derribaron la tarima de los niños del Pireo. Estos, impresionados por el potente erurto tenor del Mann O'lo, emprendieron una veloz huida entre los garbanzos pisoteados y le estropearon la merienda a Mer Enghoso. Este, indignado, se sacó cabello de ángel y lo esparció sobre los pireanos. Con caras vomitivas y diarrea a flor de piel, los pireanos empezaron a peer con caldillo añejo, de forma que corrompieron los calzoncillos. Con gran vengüenza pública y escarnio ajeno, salieron a to pastilla, en busca de sal de fruta o tanagel. Otra de las fiestas de Camelot tocaba a su fín.
El rey Arturo no se levantó muy católico aquella mañana, porque había pasado una noche de perros pensando en todos los normangabachos que se dedicaban a volcar los carromatos TIR camelotcencerreces que se ganaban la vida exportando fresas, las famosas "fresas camelotcencerrezas". Con un peo salido de onda, hizo ademán de mandar a los normangabachos a la mierda. En ese instante entró Javielot, muy alterado, trastabillándose los pies como si estuviera pisando las resbaladizas pelotillas culinarias del rey.
- ¡Majestad, majestad! -chilló despavorido, con un ligero erurtillo de ajo, que se le escapó al haber comido boquerones en vinagre la noche anterior.
- ¡Voto a bríos, Javielot! ¡Apunta hacia otro lado, que me vas a putrefactar la corona, pardiez! -gritó el rey Arturo, esquivando una de las bocanadas ajeras.
- Lo siento, majestad, pero es que mi madre le pone mucho ajo a las comidas, porque dice que es bueno para la circulación...
- Para la circulación no sé, pero lo que es para el aliento...
- Bueno, sí, majestad, procuraré hablaros mirando al tendido -dijo Javielot un poco bohemio y erurtivo-. ¡Resulta que han vuelto a raptar a su sobrina Olgys!
- ¿Otra vez? ¡Pero si ya la raptaron en el último episodio! ¿no te acuerdas? ¡Si, hombre, cuando te tiraron las babuchas sulfurosas!
- Ya, ya, no me lo recuerde, que aún llevo las fosas nasales en carne viva... ¡Pero la han vuelto a raptar otra vez!
- Oh, oh -exclamó el rey Arturo a la vez que se le escapaba un peillo de agua, resultado, sin duda alguna, de la contracción intestinal que provoca el susto (asunto médico ya tratado en estas páginas)-. ¿Y ha vuelto a ser E.T.?
- No creo, E.T. ya está muy escarmentado y, encima, lo he visto jugando al trompo tan tranquilo. O es inocente, o tiene una sangre fría sin igual.
En ese instante, se oyó un bramido espantoso, todo el suelo tembló y los cristales se derritieron...
- ¡A los buenos días! -gritó Mann O'lo, que venía arremangándose los calzones que se le habían caido con la fuerza peyonda de su rebufo leguminoso.
- Vaya, el que faltaba -inquirió el rey Arturo, muy preocupado por la integridad de su castillo-. Os tengo dicho que no os peais dentro de mi casa, que luego me regaña mi mujer...
- Sí, majestad, si yo me he peido fuera, lo que pasa es que me quedaban unos restillos aguardientosos y tenía que soltarlos... Por cierto, que le he quemado el trompo a E.T. con una de las llamarás y se ha ido llorando a su caaaaaaaasa.
- ¿Ve, majestad? No creo que haya sido E.T. -dijo Javielot, adoptando una postura que había visto en una película de Hércules Poporrot que echaron la noche antes en Canal Mus, la cadena oficial de la aldea de Camelot y...
- Bueno, sí, no te enrolles y sigue -dijo Mann O'lo, que no sabía de que iba el asunto, pero quería meter baza, como siempre.
- No, si ya está, no se me ocurre más!
- ¿Y Marlín sabe lo ocurrido? -se preguntó el rey Arturo, conociendo la estrecha amistad que unían a su sobrina Olgys y al mago-ingeniero de Camelot.
- No lo sé -exclamó Javielot en un suspiro-, ayer por la tarde vi a Marlín muy apesadumbrado, como si estuviera estreñido, o algo así. A lo mejor él sabe lo que ha pasado.
- ¡Vamos a verlooOOOOOORRRRRFFF!
- !Mann O'lo reprímete que se va a mosquear mi mujer y no me dejará entrar más en el castillo!
Bajaron la cuestecilla que conducía a la calle principal de la aldea, en cuyo número 19 tenía Marlín el chambao. Conforme se iban acercando, se extrañaron de no oir ningún ruido de explosiones, petardeos ni de oler a quemado. A aquellas horas de la mañana, Marlín ya debería estar trabajando en sus experimentos...
-...A no ser que...
- ¡Majestad! ¿Acaso sugiere que Marlín ha raptado a su sobrina Olgys? -dijo Javielot en una bruma de ajo.
- No lo creo -dijo el rey Arturo mientras se tapaba la nariz con la capa y tocaba el timbre-, Marlín nunca ha hecho cosas de esas y es un colega. Algo raro ocurre aquí. No abre la puerta. ¡Mann O'lo, al ataquerrrl!
- ¡Allá voy! ¡¡OOORRRRUUUUBRROOONTOOO!! ZRUCU-ZRUCU...
- ¡Basta, basta! ¡que se está desintegrando la losa de marmol, ya está abierta la puerta!
Al entrar se lo encontraron todo muy oscuro y el rey Arturo se tiró un peo tipo bengala que iluminó en un instante todo el taller de Marlín. En mitad del fogonazo, vieron una triste figura acurrucada al lado de los restos de un televisor.
- ¿Ve majestad? -susurró Javielot- creo que lo ha atufado con su peo bengalí, y ha entrado en coma.
- No digas tonterias, hombre, mis fogonazos son pura energía y no huelen. Eso es que le ha ocurrido algo. A lo mejor le ha dado calambre en uno de esos experimentos que se monta.
- ¡Marlín, Marlín! -dijo Mann O'lo acercándose sigilosamente, pues ya estaba escarmentado con los sustos que le pegaba haciéndose el dormido.
- ¿Qué pasa, qué pasa?
- Por favor Javielot, no compartas los boquerones conmigo.
Esas palabras procedían de Marlín, que levantó la cara para decirlas, forzando una sonrisa, pero con lágrimas en la mejillas.
La princesa Olgys se había fugado con un carretero que la engatusó con sus historias de viajes maravillosos y tierras prometidas. Ni siquiera se despidió de Marlín. Éste la vio salir de madrugada, cuando él tenía la costumbre de levantarse para coger sapos nocturnos, esenciales para sus experimentos (como es sabido, y valga el inciso, en la primera parte ya se contó como los optalidones gargajeros impedían, no obstante, coger sapos nocturnos)...
- Sí, majestad, la vi encaramarse al carromato y agarrarse a un hombre muy peludo. No era de esta aldea, pero yo lo conocía porque hacía viajes muy a menudo hacia Gabachilandia. Se llama Phenn Hando y vivía en Le Phe. Todo el mundo lo admiraba porque era capaz de clavar clavos con la frente y sacarlos con los dientes. Yo pensaba que Olgys era distinta pero...
- No te aflijas, querido Marlín, siendo sobrina de mi mujer... ¡no me extraña! El día menos pensado se me embarca ella también (!jé, lo que yo quisiera! -pensó el rey hacia sus adentros).
- FIIIIiiiiiUUUUuiuliiiooouuiii CUAIG!!! -era Javielot, con una polifonía peyonda de cuatro compases. Dijo que se le había escapado sin querer, pero Marlín, entre risas, sabía que lo hizo para animarlo un poco.
- Javielot, tío, ¡eres un colega peyondo!
Los cuatro se dirigieron hacia el bujío de Pacot, para tomarse unas camelotcolas y animarse un poquillo. Habían echado abajo ya unos cuantos tabiques (de todos es conocida la potencia erurtona de las camelotcolas, fabricadas en especial para los habitantes de esta aldea, ya que los esófagos de las personas corrientes no serían capaces de resistir tal presión demoledora) ante la impasividad de Pacot (que ya contaba con tales gastos) cuando, inesperadamente, una diarrea voladora salpicó con gran estultica a todos los allí presentes.
- ¡¡Quién ha sío, que me voy a cagá en sus muelas!! -gritó Mann O'lo lleno de furia y patuletismo fraudulento al comprobar que tenía cuatro refilonazos marroncillos y hediondos en toa la panza.
Con un hábil lanzamiento de pelotilla, el rey Arturo golpeó al atacante en plena coronilla, cuando se disponía a huir por el callejón anexo a la casa del Festival de Porky. Pero Mann O'lo no se conformaba con aquello y quería vengar su honra, así que, embistiendo ferozmente contra el mostrador, lo puso patas arriba y lo usó como soporte culinario para preparar su "agujero negro". La Balança, que vivía al lado, se atorrulló con tanto jaleo y se asomó a ver que pasaba. Al ver aquella masa carnosa creyó que era su sobrina Charade Thorta que venía a visitarla y fue a darle un beso. En ese instante, Mann O'lo desató toda su energía intestinal garbancera, pillándole toa la cabeza a la Balança. Ésta, en un grito aterrador, sintió como se le chamuscaban todos los pelos y se le ponían las orejas en ebullición y, presa del pánico, emprendió una carrera histérica subiéndose por la terraza de Miss Universo, de la cual ya es sabida su tendencia pendenciera. Al ver que la Balança le pisoteaba los geranios, llamó a la Musa, su hija, y entre las dos se pusieron a verdulear viperinamente, de tal forma que insultaron hasta al vecino de enfrente. El Catapulta, que pasaba casualmente por allí, se sentó en un marmolillo para observar la pelea, pero fue alcanzado por la metralla fecal manolesca y se llenó de ira (entre otras cosas). Cuando la Balança empezaba a perder inercia y la Musa ya estaba a punto de trincarla por los pocos pelos que le quedaban, apareció Aurelio con su amotillo incunable y, entretenido con el jaleo, le pisó los callos al Catapulta, que no se estaba quieto el joío. Éste, lleno de furia calé, le pegó cuatro patás a Aurelio, en eso que se acercaba el Gorililla y su progenie. Chispitas, al ver a su marido en tal trance, cogió a su yerno y lo lanzó con furia visigoda, yendo a impactar en los riñones del Catapulta, de forma que cayeron sobre la Musa. La Balança, balanceándose, llegó a un punto de equilibrio inestable sobre la punta de un cagajón, pero se resbaló y cayó de culo encima de los contendientes, asfixiándolos de forma que se detuvo el altercado.
Mann O'lo y Javielot maldecían a la Balança por haber detenido la onda peyonda y favorecer la fuga del malandrín que los atacó.
- No os preocupeis -dijo el rey-, La pelotilla era radiactiva e irá dejando un rastro palominero que Javielot Bis podrá seguir en cuanto detecte el (para él) delicioso olor. Pero... ¿por qué nos habrán atacado?
- Majestad -interrumpió Pacot.
- ¡Tú no te vayas a meté ahora, eh? ¡Mira que te conozco! -le increpó la Romana, su mujer, sacudiéndole el polvo de la boina.
- Anda, cariño, déjame que hable con el rey. Majestad, yo no entiendo mucho de ésto, pero ¿no tendrá que ver con lo de su sobrina?
Javielot miró a Pacot con cara de sorpresa como diciéndose "Ya me ha salío un competidor detestivesco, ¡leshe!", pero no quiso perder baza y añadió:
- Es cierto, majestad, ningún súbdito de Camelot osaría atentar contra vos, y mucho menos, estando todos juntos. De no ser por la Balança, ese individuo hubiera sido evaporado en pocos instantes. Eso es que no nos conoce, osease, que es de otro pueblo.
- Claro. ¿Qué pasa?
Eran Antoniso y Falysonn, que venían de cazar salamanquesas y acudieron al oir el estruendo de la pelea. En un instante quedaron al tanto de todo lo que ocurría, desde la fuga de la princesa Olgys hasta el ataque contra el tenderete de Pacot.
Como ya quedaba poco títere con cabeza en dicho tenderete, tuvieron que sentarse en el marmolillo donde momentos antes el Catapulta sufrió un callicidio por parte de Aurelio. Como era verano y el marmolillo estaba fresquito, era cosa que se agradecía.
- Majestad, majestad -gritó Falysonn-, ¡que se le están saliendo las pelotillas!
- No importa, tengo más -replicó el rey con tranquilidad majestuosa-. Es que al agacharme, ya se sabe, los años no perdonan, hijo...
- No, si yo lo digo porque seguro que en dos segundos se nos planta aquí Javielot Bis y no nos dejará tranquilos.
- Mejor -infirió Antoniso-, así podremos seguirle el rastro al malhechor que os atacó, ein?
- Ya, pero a mi me extraña -dijo Marlín, que hasta el momento había asistido a la sucesión de eventos con total ausencia. Ni siquiera la barahúnda que se formó fue capaz de sacarle la más mínima sonrisa cuando, habitualmente, él hubiera sido uno de los "animadores" del cotarro.
- A mí me extraña -siguió Marlín, que ya parecía despertar- que la princesa se haya largado sin ton ni son con ese pelabrevas.
Se le notó un cierto resquemor y odio hacia el pelabrevas, pero siguió hablando.
- ¿Notasteis alguno algo raro en la princesa el martes por la tarde? Yo noté que... -de repente se puso colorado y se entrecortó- ...que no actuaba de la misma forma, pero aparte le noté una especie de halo rosado alrededor de la boca.
- Vamos, como si tuviera bigote rosado, ¿no? -Inmiscuyó Charles Boyer, que era más basto que unas bragasparto y, encima, un cotilla.
- Venga Charles -dijo Mann O'lo, peyéndole la nuca- deja a Marlín que se recupere un poco, leshe.
- Puessss... -decía el rey Arturo mientras se rascaba uno de los pinchos de la corona en actitud pensativa-. Como no sea porque tomó fresas de postre...
- ¡Fresas! -gritaron Pacot y Javielot al unísono.
- Sí -explicó el rey Arturo-, esas cosas rojas que se les echa leshe condensá por encima, hombre. Mi mujer también las tomó, y a mí me hubiera gustado, pero se las comió todas y sólo me dejó mojar en el caldillo.
- Majestad, ¿podemos ir a hablar con la reina para preguntarle unas cosillas?
- Claro que sí, Marlín, además, ya me estaban doliendo las cuencas del culo de estar aquí sentao. Iremos al castillo y nos comeremos unas arvellanillas mientras hablamos con mi mujer.
Iban subiendo la cuestecilla cuando Antoniso pegó un cabezazo contra el suelo.
- ¡Conio! ¿Quién habrá hecho aquí estos dos surcos? ¡Casi me abro la frente!
Eran un par de marcas paralelas, de unas ocho pulgadas de profundidad, separadas por poco más de dos varas. Junto a ellas, a veces cruzándose, había otras dos, también paralelas, pero muy poco profundas. Iban desde la puerta del castillo hasta el camino de piedra que cruzaba el río y conducía a Mantequera, un poblado vecino. Totá, que llegaron al castillo y se sentaron alrededor de la mesa redonda, algo que en contadas ocasiones hacían, pero aquella era especial.
- Voy a avisar a mi mujer.
- ¡Y las arvellanillas! -gritó Mann O'lo.
Pasó un buen rato y todos estaban extrañados, pues lo normal es que la reina le formara el pitote al rey por llegar con la capa llena de tierra por culpa del marmolillo.
- Que raro -se oyó la voz del rey un poco antes de que asomara por la puerta-, no está. A lo mejor se ha ido a comprar la verdura. Vamos a ver a John el de la tienda, por si la ha visto.
- ¡Leshe con la zanja! -gritó Antoniso poniendose derecha la oreja- ¡Está visto que hoy me tengo que abrir la cabeza!
Llegaron a la tienda, pero la reina no estaba allí ni había ido en toda la mañana, según John el de la tienda.
- Majestad, todo concuerda.
- ¿A qué te refieres, Javielot?
- La princesa Olgys comió fresas y desapareció en el carromato de Phenn Hando -Javielot ya había adquirido otra vez la posturita esa-. La reina comió fresas y... esas extrañas marcas a la puerta del castillo...
- ¡Ya está! -gritó Moc Hosso, que estaba en la tienda comprando varias arrobas de mugre artesana pa merendá- ¡Eso es que le han salido ruedas a la reina y ha bajado la cuesta rodando!
- ¡Casicasi, Moc Hosso! Y procura derretirte un poco más lejos que mira como me estás poniendo las calzas. Lo que ocurre, es que la reina también se ha ido en una carreta, lo cual explica, con perdón, la profundidad de las huellas.
- Ni con perdón ni ná, hombre, ¡que son casi catorce arrobas! -dijo el rey sujetándose la barbilla-. Entonces, son las fresas... ¿Y a mí? ¿Por qué no me he ido yo en una carreta también?
- Porque vos sólo mojó el caldillo -dijo Marlín-. Vamos a ver si encontramos alguna fresa y la analizamos en mi choza.
Rebuscando en el cubo de la basura encontraron una fresa que estaba chunguilla (lo cual era difícil, porque la reina rara vez perdona). Inmediatamente, la envolvieron con papel de estaño y la metieron en hielo para que no perdiera sus propiedades, si es que las tenía.
A toda prisa, volvieron a bajar la cuesta corriendo y se metieron en casa de Marlín.
- Voy a probar un nuevo programilla de análisis de miasmas que preparé la semana pasada. Es capaz de detectar la más mínima porquería...
- Bueno, bueno... -dijo Moc Hosso- ...se me está haciendo tarde, ya me contareis -y salió espetao.
- Je, jé.
- No te rias, Mann O'lo, que la máquina está indicando una alta concentración de guarrumbre en tu zona sacra.
- Ejem... ¿No era la fresa lo que íbamos a analizar? -dijo Mann O'lo un poco ruborizado- ¡Serán restos de cuando lo del atentado, no?
Cuando cesaron las risitas, Marlín metió la fresa en una especie de hornillo fabricado con el Meccano Metalling, de la que salían múltiple variedad de cables, parecidos a los pelos de un jigo. Después, conectó el ordenador y salieron unas cuantas cosas en la pantalla, seguidas de muchas gráficas y millones de cálculos que Marlín estudió muy pensativo.
- ¿Ya está? ¿Qué dice el ordenador de la fresa? -preguntó Falysonn muy inquieto.
- No lo sé. Estos son los pronósticos para la quiniela... Lo de la fresa sale ahora.
En ese instante, se escuchó como un peillo de alta frecuencia y la pantalla se iluminó mostrando una lista de componentes:
" - Agua ----------------------- 95. %
- Azúcares ------------------ 2.0 %
- Proteínas ------------------ 1.3 %
- Ácidos grasos------------- 1.2 %
- Minerales------------------ 0.5 %
- (desconocido)------------ 0.1 %
- Colesterol----------------- 0.0 % "
- Aquí pasa algo raro, no me gusta.
- ¿Por qué, Marlín? ¡Es un alimento bajo en colesterol, ideal para postre y no engordar!
- No es eso, hombre. Es que eso de "desconocido" me da mala espina.
- A lo mejor son los colorantes que les echan -exclamó Antoniso-, ahora ¡como a tó le ponen química!.
- Aun así, debería haber salido en el análisis, porque le he incorporado al ordenador una base de datos de todos los compuestos existentes en el universo conocido.
- ¡Joé, pues te habrá costado un montón de tiempo! -dijo Falysonn con cara de admiración.
- ¡Qué va! Venía como propaganda en "P-C-amelot", la revistilla de ordenadores que me compro cuando tengo pelas. Bueno, siguiendo con lo que decía, que me extraña mucho la presencia de ese elemento. Me temo que estamos ante algo muy gordo...
- ¡Y tan gordo! ¡Como que se llevó a la reina!
- Hombre, Javielot, yo me refería a lo de la presencia extraña.
- Eso, y como te escuche la reina, ya verás -advirtió Falysonn, con su habitual propensión a la chivatez.
La mierda sequerona se vertía a raudales entre las aberturas nictamerales. No había tiempo para recalcar la pelotilla intensa que había sido discriminada a causa de su olor. La madre que parió a todos los cagarrutienses no tenía ganas de seguir hablando, así que la peyó de lado sin hacer ningún esfuerzo por controlarse. Una vez al año, Moc Hosso hacía ejercicios espirituales para calmar su sed de guarrumbre, cosa que su padre le había recomendado. Lady Ann Bell estaba muy preocupada por la porcindad reinante en los alrededores de su casa, porque las Sebáceas habían hecho acto de presencia dislocando el hombro a Merr Enghoso, el famoso pastelero, jefe del clan Porky. Todo esto ocurría ante la impávida mirada del Zombie, que no cesaba de vender cagalitrensis-light como si fueran rosquillas.
La cosa no estaba fácil, porque todo el mundo andaba un poco alterado por la extraña desaparición de la reina y la princesa, y surgían continuos altercados entre los habitantes de Camelot, como el que se ha descrito más arriba. Aun así, Marlín, al comprobar que la actitud de la princesa Olgys tal vez fuera a causa de algún veneno desconocido que la privara de su voluntad, estaba más animado, aunque tan nervioso como los demás.
Iban por plena calle, recien salidos de la choza de Marlín, cuando vieron a Javielot Bis que salía como una bala de su casa y se tiraba de cabeza contra una piedra que había delante de la casa del Festival de Porky.
- Debe ser algún tipo nuevo de suicidio -dijo Antoniso.
- ¡No, mirad! -interpeló Javielot-. Lo que pasa es que se está jamando las pelotillas que se le salieron al rey cuando estuvimos sentados en el marmolillo.
Javielot Bis ya estaba pasando la lengua por encima de la piedra, apurando los últimos restillos cuando, con instinto perruno, se puso tieso como un ajo, empezó a olisquear y salió disparado por el mucilaginoso callejón del Festival de Porky.
- ¿Veis? ¡Lo que yo decía! Ha detectado el olor de mi pelotilla radiactiva y va siguiendo su rastro. ¡Vamos tras él y cogeremos al que nos atacó esta mañana, que a lo mejor tiene algo que ver con lo de las fresas!
Un poquillo más y se les escapa, porque Javielot Bis, cuando huele una "presa", no la suelta con facilidad, mucho menos si es tan jugosa como a él le sabían las pelotillas del rey Arturo. Aún asi, los llevó con la lengua fuera durante un buen rato, cruzando el monte coronao por la parte de atrás, bajando un arroyo lleno de cagarrutas de cabra (las cuales por unos instantes desconcertaron a Javielot) que desembocaba en el rio Guadalorina. Allí se paró y pudieron alcanzarlo.
Desde detrás de unos matojos, todos amontonados, lo observaban sin querer inmiscuirse en su rastro.
- Eso es que se ha cansao -concluyó Mann O'lo, que venía con la lengua fuera.
- No creo, cuando Javielot Bis huele una presa no para hasta merendársela -comentó Marlín que pa eso vivía enfrente de la casa del Caballero Negro, cuyo hermano pequeño era Javielot Bis, y los conocía bien- ¡Mirad, ya se pone en marcha otra vez!
- Joé, con lo tranquilito que estaba yo echao en estas matas...
- ¡Venga que se nos escapa!
El joío niño los llevó por todo el cauce del río hasta llegar casi hasta su nacimiento. Sólo se paró una vez para mear. A la siguiente parada...
- Eso es que va a cagar -dedujo Falysonn, detrás de unos juncos que casi le saltan un ojo a Anthoniso.
- ¡Sshh! Que nos va a escuchar... ¿qué hace ahora?
Javielot Bis no se paró a cagar, sino a buscar un sitio para coger carrerilla y subirse por una de las paredes del rio, como una exhalación.
- ¿A donde irá? -se preguntaba el rey Arturo.
- Ahí arriba está el poblado de Casadealmeja -dijo Marlín- lo conozco de cuando nos venimos con las bicis McKicko y yo. Venga, vamos tras él.
- ¿¿Por ahí?? -Falysonn señalaba las pencas llenas de chumbos tan características del río.
- Sí, y podemos aprovechar pa comernos unos chumbitos... -Mann O'lo no perdía oportunidad.
Tuvieron que romper una chumbera para poder pasar, y de camino, se zamparon unos cuantos chumbos que pelaron con la navajilla que siempre llevaba Marlín. El Charles Boyer, que no tenía espera, se los comía con pinchos y todo con tal de no esperar su turno para usar la navajilla. Totá, que subieron el monte esquivando montones de basura que tiraban los habitantes de Casadealmeja, bastante guarros por cierto, y llegaron a la cima, donde una tapia les impedía seguir. Sin pensárselo dos veces, se encaramaron a la tapia y saltaron a un patio que había detrás, cada uno a su estilo. El suelo estaba blandengue y aquello echaba una peste horrorosa.
- Menos mal que está blandito, si no...
Al rey Arturo se le atragantaron las palabras cuando sonó un latigazo y una piedra descomunal le pegó en la corona.
- ¿¿Conque más ladrones, ein?? ¡¡Ahora vereis!!
Era un energúmeno con calzones de rayas, una camisa churretosa y una boina de doble ancho que les increpaba desde la puerta del patio con una honda en la mano.
- ¡¡Mira lo que le han hecho ar meón guarro de mi pocilga!! ¡¡Tomá pedrá que os crió!!
Tuvieron que salir por patas. Habían caido dentro de un estercolero y, por lo visto, Javielot Bis se había encargado de chuparle el culo a un guarro, de forma que lo había dejado en el pellejo. El cateto estaba que trinaba (y apedreaba).
De todos es sabida la unión que hay entre las gentes de los pueblos. Pues bien, en pocos instantes, todo el personal de Casadealmeja estaba persiguiendo a nuestros héroes. Éstos, que no podía correr bien porque se resbalaban con los cagajones que habían pisado, perdía terreno de forma inexorable. Al final, los acorralaron en la plaza mayor. Todo los catetos se iban aproximando con sus garrotes en la mano. De debajo de una piedra, salió Javielot Bis, que se unió al grupo ("así me tocan menos garrotazos, porque tocamos a menos entre todos" debió pensar). El caldillo empezaba a salir por debajo del braguero de Chales Boyer. El ambiente estaba tenso, lleno de ira por lo que le habían hecho al cerdo del Olegario. Ya pensaban que estaba todo perdido cuando...
- ¡¡A mí!!
Era el Caballero Negro, que su madre lo había mandado a buscar a su hermano pa recogerse ya. Estaba sobre una de las mesas de una venta, y hacía aspavientos con las manos.
- ¡¡Estamos salvados!! -gritó Javielot Bis.
De repente, un chinazo le pegó en toa la barriga de chapa al Caballero Negro, cayendo de culo dentro de una tinaja de aceitunas aliñás.
- Estamos listos, más bien -modificó Mann O'lo.
Sin embargo, aquello supuso un momento de distracción entre los Casadealmejenses y lo aprovecharon nuestros héroes para pasar al ataque. Marlín no estaba dispuesto a dejarse sacudir con aquellas estacas y soltó un bello erurto tirolés de alta frecuencia, que desmenuzó las armas de los catetos. Éstos, al verse desarmados, llenos de furia, empezaron a lanzarle plastiñas de vaca, que impactaban contra la puerta de la venta, donde el Caballero Negro intentaba sacar el culo de la orza. Falysonn esquivó un par de morteradas e hizo un par de tapones a otras dos, que fueron aprovechadas por Anthoniso para propulsarlas erurtivamente contra los catetos. Mann O'lo no tuvo contemplaciones y se arremangó los calzones, peyendo a troche y moche y con gran vehemencia, de forma que los adoquines de la plaza empezaron a saltar como palominos de maiz. Javielot, que vió los palominos saltando, fue muy diligente a comérselos, pero un cateto le pegó una patá en la boca del estómago. Eso fue peor, porque por una parte, a Javielot Bis le entraron ganas de gomitá y le puso bien el chaleco al cateto. Y por otra parte, el Caballero Negro, al ver a su hermano en apuros, hizo un esfuerzo masivo por desembarazarse, tanto achuchó, que se tiró un peorro concentrado de potaje pasa-puré (típico de su estirpe). Este gas macilento entró en reacción con la aceitunas alinñás y aquello pegó un petardazo de espanto, que puso al más pintao con el mojón colgándole. Unas cuantas aceitunillas cayeron cerca de Charles Boyer y no tuvo más ocurréncia que comérselas. Claro, cuando aquello llegó al estómago boyerino y se mezcló con los chumbos... ZZZAAAAAAAARRRRRAAAAAACCCCCCAAAAAA. Una violenta explosión envió los calzoncillos de Charles Boyer contra la cabeza del alcaide, el cual, presa de pánico aspiró todo el contenido fecal, en un intento de respirar. Los casadealmejanos, al ver a su autoridad en apuros, acudieron en pandilla, pero sufrieron una lluvia de chumbos en putrefacción, con púas y todo, procedente del Charles Boyer, que parecía una trompeta malaya de to lo que estaba soltando por el culo. El rey Arturo aprovechó la ocasión para peer sigilosamente y apoderarse del control de un altavóz. Aplicándolo en su zona gluterina, peyó desmesuradamente y con atroz contundencia. Decibelios de terror pestilente manaban del altavoz, desmenuzando la esquina del ayuntamiento y amenazando con provocar un desprendimiento de retina a los concejales. Éstos, viendo que habían topado con un diabólico equipo de demolición fecal, optaron por sacar la bandera blanca (el trapo más limpio que encontraron) por el balcón del ayuntamiento en señal de rendición.
Todo el concejo, sumiso y con pánico y refilonazos de mierda en su orgullo, invitó a nuestros héroes a aclarar la situación. El rey Arturo y Marlín contaron al alcaide los motivos de su irrupción en el poblado, lo cual aplacó los ánimos y llenó el ambiente de cortesía, ya que ahora (a buenas horas) habían reconocido al valeroso rey Arturo y sus caballeros.
- ¿De modo que ese individuo es sospechoso de rapto?
- Nooo, ese nooo -explicaba Javielot un poco desesperado al alcalde-. Ese fue el que nos atacó, que posiblemente esté en conexión con el raptor, si es que ha habido rapto, que aún es un suponé.
- Bueno, mushasho, que es que no mabía enterao bien. Lo que yo digo es que por aquí pasó esta mañana mu corriendo el Chol-Iriio, que es el boticario de Le Phe.
- ¡Ajá! Todo va encajando -dijo Javielot con aire detestivesco.
- Creo que tendremos que visitar mañana a ese boticario de Le Phe -decidió el rey Arturo-, tendrá que aclararnos unas cosillas.
Esto último lo dijo con un tonillo fargüés que sólo le faltó soplarse el humillo que le salía del ciezo.
- Señor alcaide, ¿hay alguna venta en el pueblo para echar la noche, aparte de esa cuya entrada está impracticable...? -preguntó Marlín señalando el rociero de aceitunas debajo de varias mesas destrozadas por el fragor de la batalla.
- No. Esa era la única. Pero se pueden venir a mi casa, yo los invito, como no está mi mujer, no me dirá nada.
- ¿No será mucha molestia? -preguntó Falysonn muy cortés.
- ¡No, que va! Lo que a mí me extraña es dónde se habrá metío mi mujé... Ella es la que lleva los papeleos del ayuntamiento y no maclaro desde hace dos días...
Al oir aquellas palabras, todos se miraron y dijeron al unísono:
-¡¡Otro rapto!!
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