De nuevo regresa el zumbido en las sienes, la ingravidez de pensamiento y la contradictoria pesadez en el alma. Vuelve el sentirse parte del escenario, el no ser más que una mesa o silla. Y los actores pasan ajenos. Tropiezan, ni se inmutan. No hay razón para tantos porqués, no hay razón a mis lágrimas. No hay cómo disfrazarlas, no hay cómo explicarlas. Y el silencio es incómodo y nervioso, suelto un tema pescado al vuelo y le doy luego tantas vueltas que me arrepiento.
Texto agregado el 28-10-2004, y leído por 297 visitantes. (2 votos)