Hace ya algunos años, dentro de las diez décadas del siglo veinte, cuando ya nadie creía en nada, cuando los ídolos habían sido aplastados por las grandes corporaciones, los sentimientos estaban presos en cárceles de cráneos de las cuales no salían y los hombres más inteligentes eran posiblemente las mascotas, dos personitas se querían, con sus edades tempranas ya sentían atracciones enormes mutuamente.
El día de San Valentín, esperado por los dos para declararse realmente porque que psiquicamente los dos se amaban, el decidido niño de la pareja la mira a los ojos y siente algo raro, el rechazo corre por su mente y palpita su llanto.
La pudorosa niña corre su mirada hacia el lado opuesto de donde se encontraba su amor y quédase quieta si mas sonido que nada.
La mente del niño se blanqueó en menos de dos décimas de segundo, agarró fuerte sus manitos y se puso frente a ella, preguntándole por qué eso, por qué rechazaba su mirada. La chiquilla, fresca, tierna y tímida, giró su cabeza hacia atrás por su verguenza.
La mirada se clavó en el muro, sin sentir que su cuerpo no daba a basto y que la verguenza había acabado con ella, su cuello estaba roto... |