Seguí postergando,
la llegada del momento.
Prisionero, por enésima vez
de mi nulo poder de decisión.
Miradas que aguardaron sin aventurarse,
en lo profundo de tus ojos.
Tensa calma que se prolonga
tempestad que no llega.

Pasadizos desiertos distraen mi atención
pero apenas intenté,
entender de sus razones.
Contemplé tu imagen
para seguir esperando una señal,
dejando que las horas transcurran lentas
fiel a la soledad de siempre,
sin saber por qué esperar.
El final sería el acostumbrado,
los anhelos se mantendrían pendientes,
olvidando abrir los ojos,
incapaz de escapar
a la pesadilla de siempre.

Profecía autocumplida guiando mis pasos.
Con la vista vendada no comprendí el mensaje,
que intentabas explicar desde tu existencia:
la señal eras tú.