Cerro el paraguas para poder entrar en su casa. Dicen que trae mala suerte entrar con el paraguas abierto y, aunque ella no creia mucho en supersticiones, decidio que era mejor prevenir que curar. Hacia cinco dias seguidos que no paraba de llover, pero hoy Clementina habia decidido salir igual. Ayer la lluvia no le gustaba, pero hoy era un dia distinto, ella decidio cambiar.
Estaba tan cansada de estar cansada, tan triste de estar triste, tan aburrida de estar aburrida... Clementina no sabia que mas hacer para volver a ser Clementina. Pero sabia que el cambio tenia que empezar de adentro, que ella misma tenia que proponerselo. Una vez adentro, se reflejaria hacia afuera y afectaria todo su entorno.
Clementina se habia levantado esa maniana decidiendo que de ahora en mas iba a ser feliz. Entonces abrio las ventanas, se preparo el desayuno y se vistio con sus mejores ropas. Al verse en el espejo sonrio, hacia tiempo que no se veia asi. Entonces, con ganas de sentir el viento fresco en su cara, salio a caminar. Llovia, es verdad, pero salio a caminar igual, sin saber muy bien a donde iria. Se subio al primer bus que cruzo, y se sento en un asiento libre, aunque se bajaria en la proxima parada. Al bajar en el centro de la ciudad, la lluvia mojandole los negros cabellos, el agua metiendosele entre el cuello y la ropa, se sintio libre.
Entro a una tienda y compro un cuaderno y un lapiz. Nunca antes habia escrito, pero hoy era distinto. Entonces volvio a su apartamento, abrio la puerta y deposito el paraguas cerrado en el suelo.
Tomo el lapiz, abrio el block al medio. Las hojas totalmente blancas le inspiraron miedo por unos segundos. Pero entonces sabia que las tenia que llenar, eso tenia que hacer.
Como empezaria? Querido diario le sonaba un tanto infantil. Entonces escribio una C en la tapa, y la primera hoja leyo "Otonio en Ginebra. Diario de Clementina Valtez".