Recuerdo cuando llegaba del colegio, tiraba la mochila donde cayera y me dirigía raudo a la cocina a por mi bocadillo y a dar el beso a mi madre; normalmente era de manteca colorá o de Nocilla, el bocata no el beso; aunque algunos días era hasta de jamón, que en mi casa a veces, pocas, eso si… había un jamón colgado en la cocina.
Una vez con el botín en la mano y su más o menos valioso relleno, peleaba con mis hermanos por el sitio delante de la televisión para ver Barrio Sésamo.
Barrio sésamo fue para varias generaciones una segunda escuela, la manera de seguir aprendiendo divirtiéndose; sin que nos diésemos cuenta. Desde mi punto de vista, programación infantil bien entendida y como debe de ser.
Aunque hoy por hoy, eso de la programación infantil no preocupa a nadie, se ve que no resulta rentable ni siquiera para nuestras cadenas de TV públicas, que fueron las primeras en apuntarse a la emisión de bazofia en horarios de audiencias presuntamente infantiles.
Por eso mi hijo nunca sabrá que era Barrio Sésamo; ni sabrá tampoco quien era Epi, ni Blas… Coco no le enseñó a ritmo de canción pegadiza… “maná maná… “ la diferencia entre cerca-lejos o arriba y abajo; ni el monstruo de las galletas le ha dado efectivas lecciones de sumar y restar mientras se las comía.
Y si que él también llegaba, tiraba la mochila y corría hacia la televisión, pero no ha sabido lo que es la manteca colorá, no le gusta demasiado el jamón; ni ya ponen Barrio Sësamo…
En vez de eso, puede sentarse a ver la televisión de su habitación, picar unos snaks de Matutano y tomar una cocacola mientras disfruta de la variada oferta televisiva que en horario infantil-juvenil se le ofrece.
Así, aunque me consta que a su edad debería saber que río es el que pasa por Paris, compruebo que lo desconoce; porque no vio en acción jamás a la Rana Gustavo, el reportero más dicharachero… Sin embargo entiende de bodas fingidas, de insultos, de venta de exclusivas… Sabe lo que es el dinero fácil, pero Espinete no le trae ningún recuerdo; conoce de famosas maltratadas por famosos presuntamente maltratadores, pero Don Pimpón ni le suena.
El no merendará con Barrio Sésamo, ya lo hace con la novia despechada que cuenta con pelos y señales como la tiene este o aquel torero; con el famosillo de tres al cuarto que dice que se acostó con la mujer de otro famosillo, que nadie conocería si no fuese porque aquí nos lo machacan todos los días.
Y no crean que es un bocado de gusto, que igual que no me gustaría que anduviese con malas amistades; no me hace ninguna gracia que meriende con esta cuadrilla de impresentables, ineptos, cínicos, desvergonzados, corruptores… que consentimos que sigan apareciendo en las pantallas. Lo consentimos todos; con nuestra atención, con nuestra inoperancia y con nuestra paciencia mal entendida.
¡A la mierda todos ellos¡… Que vuelvan Espinete, Coco y el Monstruo de las galletas
Ahhh… y George Dann, que vuelva también.
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