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Suena la campana. Con esa sorprendente irrealidad que adquieren las cosas cuando resultan ajenas. Incomprensibles. Acompasada, la campana. Monótona. Cadenciosa. La hora de la siesta, de por sí detenida, resulta más inmóvil. Sospecha de lo ilícito de cualquier acto no previsto. El solo permanecer me resulta cuasi sacrílego. Ah, los inconfesables ecos de mi cuerpo: murmullos, rumores, gorgoteos. Ese siseo moroso de los pelos de la barba. Floreciendo.
Hay un arrastrar de suelas. Voces. Ecos de salmodia en todas partes. El aroma nauseabundo de los gladiolos demasiado maduros lo impregna todo. Y el olor de los claveles avasallados por la brisa ardiente de enero. Hay, sí, una irreverente muchedumbre ahí afuera. Que ignora la solemnidad del momento. Y la campana. Tenaz. Insoportable.
El universo se duplica. Allá. Acá. Ecos disímiles precariamente vinculados por ruidos comunes. Del exterior. De adentro. Aunque el deslinde de la epidermis se encuentre casi vencido. Pretérita maravilla de la propia piel. Mi piel...
Ha sido reemplazada por una especie de marco redondeado. Casco frágil pero a la vez resistente, frío y terso: balandro leve. Acá permanezco. Allá van y vienen. Pero. Una sombra unánime surge ante el iris congelado de mis ojos. Se precipita. Con roces metálicos y estruendos y una línea de calor intenso y hedores turbios. A estaño y chamusquina. Allá, un silencio grave. Acá, mi propia mudez.
Balanceo sorpresivo. Interminable oleaje que me lleva en andas, me sacude, me escora. Y me deja quieto un largo rato. Y recomienza. Elevándome. Hacia indefinibles alturas. Hasta cerrar con un empellón brutal toda impresión de movimiento. Sucede el abandono. El silencio absoluto. Una humedad ominosa e innombrable.
Es todo un inmenso acá. Mis propios ecos se despiertan. Furibundos. Se sueltan mis humores. Dinámicamente obsenos. Horrorosamente transformados en las hambrientas larvas que irremisiblemente habré de alimentar hasta que de mí no resten más que huesos mondos.
Mario G. Linares.-
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Texto agregado el 26-10-2004, y leído por 584
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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25-01-2005 |
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tus comentarios me hicieron leerte, la verdad... que talento!! felicitaciones van mis estrellas!! juanitaR |
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07-01-2005 |
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De a poco te iré plagiando, aunque sea en eso de la primera persona. Lo del presente por ahora no me atrevo. Es solo admiración, no te mufes. Van mis cino. ergozsoft |
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03-01-2005 |
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Excelente prosa, muy bien escrito. El aquí y el dentro, dos universos que en un momento se juntan, bajo la óptica de quién es enterrado... la asifxia del ser?... un abrazo y feliz año nuevo
ruben sendero |
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22-12-2004 |
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Qué decir que ya no se haya dicho. Solamente me queda maravillarme y guardarlo en la memoria. Un abrazo. perseguidor |
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08-12-2004 |
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Me gustó. Tiene fuerza y precisión. La temática es clara. Y se percibe un vuelo poético en ciertos párrafos. En fin, no quiero repetir todo lo dicho en el resto de los comentarios. Te dejo un chori y un tinto para que no dejes esta senda (la casa invita) Choripan |
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23-11-2004 |
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La verdad, impactante. El juego de las frases cortas hace que el texto golpee como las campanas, como la realidad. Excelente. Un abrazo. MCavalieri |
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18-11-2004 |
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Físico, duro, material texto, donde las reflexiones fantásticas y post-morten se aferran a la crudeza del real en su precipitar hacia la limpia superficie del calcio, pasando por las explosiones mefíticas del orgánico. Las palabras van paralizando el tiempo externo, el del ritual, en una atmósfera densa, pesada, rabiosa en su obsesiva cadencia de metrónomo, que nos llega desde la campana que para alguién ya sonó, en el ondular de la gente alrededor de la barca de Caronte.
Sin embargo ese frío tratamiento del lenguaje, esa precisión aritmética, paradojalmente, deja un sentimiento de soledad, en mi opinión. Saludos!
mandrugo |
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17-11-2004 |
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Presiento que las versiones primarias son mejores que las que soportan tantas faenas. psychotron |
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13-11-2004 |
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Soberbia descripción de las primeras horas de la muerte. Es para mí especialmente encomiable tu destreza en el uso del lenguaje...tan maltratado como está el pobre, en general. Enhorabuena. akim |
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28-10-2004 |
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Lo tuve que leer 3 veces. ¿Es el funeral del narrador? No me gustó por lo complicado. jorval |
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28-10-2004 |
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5* / lo tuve que releer, al principio no entendía para donde iba, pero luego ya, quizá se deba a al intrincado de la narración que lo logras muy bien a mi parecer. duda ¿por qué la campana se hace insoportable si al principio era ajena?, la forma creo que es casi perfecta, quizá algún que sepa mucho vería los detalles, y en cuanto al argumento... no me gusta pensar que estaremos concientea el día de nuestro funeral... saludos! Giovanni |
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26-10-2004 |
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Algo tétrico
Doc Doctora |
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26-10-2004 |
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Es definitivamente una maravilla. Maestro, gracias por compartirnos sus letras. Maicol |
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