Ciudad Velkox brillaba con todo su potencial que hasta las lunas de Kheromo se opacaban ante el resplandor de la ciudad. Hierro, plasma y neón vestían la superficie del planeta en algún tiempo ensuciado por seres biológicos, que aunque nos de asco aceptarlo crearon nuestra raza sintética, fue una raza arcaica que tuvimos que mejorar por nosotros mismos a lo largo de generaciones, pero a pesar de todo les debemos la vida.
Al centro de la ciudad se alzaba el majestuoso congreso con las compuertas cerradas en su totalidad, pues el General Doka organizaba el ataque a los sistemas aliados de Xéfalis. Doka reunió a los líderes militares más fuertes del sistema Arkaino ahí se encontraban: Los Generales Ner Duxídemes, Zo Ar, Enten Ika y hasta el cruel Emperador Mórbidus Mecano.
Los sistemas aliados de Xéfalis, sumaban un total de treinta y un planetas, diez de los cuales estaban fortificados, el resto eran utilizados para la obtención de recursos para mantener a los sistemas nación. El congreso asignó el ataque del planeta Khorma al Emperador Mórbidus Mecano, hasta la fecha ignoro a quienes se haya asignado el ataque a los otros planetas.
Doka puso la legión X-24 de infantería a disposición de Mórbidus, pues el planeta Khorma estaba fuertemente fortificado y era conveniente el apoyo de una unidad de cañoneros portátiles para lograr un ataque rápido y efectivo. Cuando se nos informó de la alianza los X-24 nos encontrábamos en naves Titán listos para partir.
El ejército de Mecano partió desde otra base no muy lejos de la nuestra, y nos agrupamos casi llegando al asteroide Oram. En el trayecto, Mecano dio instrucciones por escrito las cuales quiero transcribir textualmente:
Khorma es un planeta monocontinetal fuertemente fortificado, cuenta con milicias orgánicas muy bien entrenadas, son superiores en número pero la brutalidad de nuestras fuerzas los aplastará. La flota Imperial atacará por aire la costa sur, una vez que se hayan debilitado las defensas costeras , los hemiarácnidos imperiales tocarán tierra y se posicionarán en la vanguardia. Ustedes., los X-26 nos apoyarán en la retaguardia.
La orden era clara, solo faltaba esperar el momento del ataque. A la distancia se veía el planeta Khorma, la flota imperial se adelantó del resto y atacó como se había acordado. Al finalizar el ataque la costa se llenó de fuego y el ruido de los cañones láser disparándonos desde tierra nos impedía comunicarnos por medio auditivos.
Muchas naves de transporte modelo Titán no lograron descargar la infantería, pues fueron derribadas por la artillería antiaérea. Cuando tocamos tierra, divisé al Emperador Mórbidus Mecano trepado en una especie de zancos metálicos y con unos brazos de artillería acoplados a su cuerpo desarmable.
El Emperador ordenó el avance. Los Hemiarácnidos avanzaban en la vanguardia y los X-24 los seguíamos desde la retaguardia. Todo era como se había acordado. Las torres láser nos obligaron a romper nuestras formaciones, el ambiente estaba teñido de un blanco tan intenso causado por las descargas de los cañones láser, a través de nuestras gafas de protección ocular, todo se veía como una escena estroboscópica.
El avance era lento, los X-24 buscábamos protección entre los escombros y desde ahí disparábamos a los guardias posicionados en las torres, los hemiarácnidos, se conglomeraban en las torres para destrozarlas con el poder las tenazas hasta derribarlas. En ocasiones la caída de alguna torre aplastaba a nuestra tropas, pues en medio de aquel caos era imposible realizar una demolición mejor organizada.
El Emperador aplastaba con los zancos a las tropas enemigas, y de entre sus piernas un objeto metálico expulsaba ácido, un líquido letal para los defensores orgánicos de Khorma. Conforme avanzábamos las defensas eran cada vez más débiles, ya casi no se veían torres, solo pequeños grupos de milicianos, algunos huían al ver de frente al grueso de nuestro ejército.
Todo era destruido, las milicias, los civiles, los templos, los centros del conocimiento, las llamadas tribus sabias de los montes Khormanos, en aquellos momentos nos olvidamos de la palabra piedad. Al amanecer del siguiente día, la resistencia fue doblada, el piso estaba tapizado de milicianos orgánicos, unidades X-26, hemiarácnidos y animales desconocidos.
Mecano estableció su nueva colonia en suelo Khormano, lo ancestral fue absorbido por la brutalidad de la tecnología, y los nativos sobrevivientes fueron obligados a trabajar para el Emperador, los esclavos no pueden ver ahora más allá del suelo mientras la tiránica visión de Mecano tiene alcance hasta más allá de las estrellas, pues la ambición es un estómago insaciable e incapaz de vomitar.
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