Sigo escribiéndole a la Luna mientras nos muestra sus cuatro caras; cada noche tiene una sonrisa diferente. Me subo a sus destellos, me deslizo por su figura y beso sus mejillas hasta el amanecer. Escondida tras un mar de estrellas, navega por el firmamento sin rumbo, acariciando la Tierra desde lo alto, reposando en cada uno de los seres y en cada una de sus vidas.

Sigo soñando con la Luna; dormimos los dos en un profundo sueño lleno de adivinanzas y simpatías. Nos cogemos de la mano y danzamos al ritmo de una música celestial. Ella, con su hermosa sonrisa saluda a los planetas, a los cometas, a los asteroides, a las estrellas...Yo, levanto mi mano como amigo cuando los veo pasar, y en agradecimiento, nos mandan besos, desde su soledad y misterioso jardín rocoso, sus opacas luces y silencios ancestrales.

Sigo viéndola cada noche, cuando el mar del universo es transparente, cuando las luces de figuras duermen, cuando ella se deja enamorar...
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Manuel Muños García-2003