Desde Llico, VII Región llegó a Santiago la nonna, mujer chilena, menuda pero de mucha fuerza, de ideas y objetivos claros, con un corazón más grande que su cuerpo, de entrega incondicional y amante de su familia. Dios, la bendijo con cinco hijos; y a mi, por poder ser parte su vida al casarme con uno de ellos.
De la mano de mi esposo, entonces pololo, tímidamente llegué a su casa, a conocer a mis futuros suegros y cuñados. Sus brazos se abrieron en la acogida e inmediatamente sentimos que se abría entre las dos el nexo de amor que conlleva a una buena relación: suegra – nuera. Tiempo después nos casamos, vinieron los tiempos difíciles y ella siempre alerta a prestar su apoyo, a regalonearme, a regalonearnos. Nunca estaba cansada, siempre en movimiento, alegre, con el chiste a flor de labios, haciéndonos gozar de sus innumerables adivinanzas y nunca faltaba la anécdota chispeante a la hora del compartir.
Tuvo doce nietos, nosotros le dimos tres y a todos ellos los mimó con el cariño de abuela orgullosa, de cómplice, y en la despedida siempre había un billetito escondido que los hacía sentir “millonarios”, y ella disfrutaba mirando esos ojitos coquetos y picarones. Sus nietos fueron intocables, se transformaba en una leona herida si alguien osaba llamarles la atención o castigarlos.
Pero ella no sólo entregaba su vida por su familia, lo hacía con sus vecinos, con sus amigos, porque su corazón no tenía límites, ella estaba allí para el que la necesitara, a veces sin pesar en sus propias necesidades. No conocía la palabra “egoísmo”, ella sólo conjugaba el verbo dar y así lo hizo hasta su partida.
Hace casi dos años un ángel la vino a buscar, y en sus doradas alas la llevó a la presencia del Creador, Él necesitaba de su alegría, sin embargo su presencia se siente, se palpa, se escucha, especialmente en su casa de la playa que adoraba, y en aquellos momentos nos decimos: la nonna chacotera anda por acá. Ella está con nosotros, en el sol de la mañana, en el silencio de la noche, en los atardeceres, en el mar de su Quintero adorado y especialmente en el corazón de los que tuvimos la suerte de conocerla y amarla.
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