Cuento de una demencia auto ocasionada.

Ese día Baruch se conecto a su mensajero instantáneo como lo suele hacer casi a diario. Era una tarde buena para la época que el vivía. Algo le decía que ese día terminaría bien, como últimamente sus días concluían. Al pasar un rato conectado, descubrió que ella se había conectado. Sophi había estado ausente de su mensajero por un buen lapso de tiempo, el suficiente para que Baruch dejara de extrañarla.

Aproximadamente un año atrás, Baruch trato de conquistar a Sophi. De la conquista Baruch nunca estuvo seguro así que un día decidió dejar de intentarlo. Ahora, al parecer fue una buena decisión ya que el tiempo le ha dado otra oportunidad.

Después de algunas charlas con ella en el mensajero, el estaba seguro que podría conquistarla. Incluso el ha recibido correos electrónicos de ella, bueno, solo uno. El problema era el siguiente: Baruch no había visto en persona a Sophi en aproximadamente 4 semanas, y antes de eso ni siquiera había hablado con ella en vivo hacia como 8 meses. La última vez que la vio no quiso saludarla, aun así la miro fijamente y ella no dio cuenta de aquello. El la vio bella, como siempre la había visto, lo que había cambiado era que ahora sentía más indiferencia que nunca hacia ella y a pesar de ello, recordaba bien muchas de las cosas que ella le llegó a contar o decir, así como también lo que el hizo por ella.

Vaya rato que ha pasado junto a ella, en el mensajero, tal que comenzó a dudar de la existencia de Sophi. En realidad el no sabía si se convirtió en un esquizofrénico que se ha inventado una chica, talvez actos que el puede pensar que Sophi nunca haría. Para esas grandes dudas debe haber respuestas. Es posible que su soledad le haya causado esquizofrenia. Pero el necesitaba comprobar que lo que él esta viviendo es real. Él necesitaba ser y estar con ella para comprobarse como alguien aun cuerdo. Tanta era su duda que perdió el miedo a ser desmentido por alguien. Vaya, de verdad que convirtió esa duda en dueña de sus pensamientos y trataba de planear algo real con ella.

Pasaron algunos días desde que surgió su duda y Baruch encontró a Sophi en su mensajero. Charlaron por un rato y el la invito a salir. Le fue aceptada la invitación. El nuevo problema era que todavía faltaban dos semanas para la cita. Incluso en este lapso de tiempo le mando algunos mensajes a su celular y ninguno fue contestado. Así cómo podría deshacerse de esa terrífica duda que volaba en su cabeza. Esa sensación de no existir o de ser un casi loco a punto de auto comprobarse esquizofrenia. Necesitaba una dosis de dura realidad que le dejara sin aliento, cualquiera que fuera el caso, que Sophi existiera con todo lo que ella había platicado con el en el mensajero o que la verdad fuera que sí es un esquizofrénico en etapa inaugural.

Así, el continuaba esperándola en su mensajero. La última posible prueba de realidad la dejó escapar: una llamada por la mañana, talvez haciendo caso al último mail que, se supone, Sophi recibió. Esta no fue contestada, mas esa no fue la intención ya que Baruch apenas despertaba debido al choque de su teléfono celular contra el escritorio de su dormitorio gracias a la vibración que el teléfono causaba. Al día siguiente él esperaba atento a su mensajero, frente a su computadora, donde se fabricó la gran duda. Otra forma de matar su duda era llamando por teléfono a Sophi, pero no lo consideraba correcto aún. Así que decidió sufrir, esperando por Sophi en la noche de Domingo para acordar una cita antes de la ya acordada.

Nerviosamente haciendo cara a la duda, en espera de alivio a su inquietud, Sophi apareció en su mensajero. La platica incluyó la duda que azotaba a Baruch. Por esta razón Sophi aceptó verlo antes del encuentro ya pactado. Al día siguiente, un Lunes, Baruch se presentó a su antigua preparatoria en la que conoció a Sophi y donde ella concluiría sus estudios de bachiller.

La hora acordada llegó. Las 4 PM. Ella no apareció. Ahora él estaba seguro que su esquizofrenia era real. En ese momento se encontraron sus sentimientos, por un lado sentía alivio y por otro temía que su esquizofrenia lo acosara por siempre, lo cual era casi un hecho. Más tarde, frente a su computadora volvió a encontrar a Sophi en el mensajero. El decidió no mandarle ningún mensaje. Sophi inició la conversación. Baruch estaba seguro que eso no era real aunque Sophi afirmaba lo contrario y pedía disculpas de lo ocurrido por la tarde, excusándose de haber tenido problemas con un profesor, los cuales no la dejaron llegar a la cita. Después de esto Baruch estaba convencido de su demencia.

Al otro día recibió llamadas de Sophi aunque no las quiso contestar. Días después la encontró en la escuela, entradas las 8 AM, esta vez Sophi habló con él pero a pesar de la presencia de ella, Baruch no salió de su loca idea de estar esquizofrénico. El encuentro comprobaba que Baruch no era ningún demente, aunque el daño estaba hecho. Baruch ya era un demente para entonces. De haberse dado el encuentro acordado aquel Lunes, Baruch sería un tipo cuerdo. Y a pesar de las súplicas y argumentos de Sophi, el jamás pudo cambiar de opinión respecto a su estado mental. No logró controlar su mente nunca más.

Por Gustavo E. Guerrero Medina.

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