Nadie me cree, pero yo estoy convencido. No me toman es serio porque estoy mayor. ¡Mayor! ¿Qué sabrá mi nuera de estar mayor?, no hace mas que quejarse de todo, si apenas molesto. Si no fuera porque estoy postrado me haría todo yo solito, pero no puedo. Apenas puedo cambiarme de posición en la cama para poder ver mejor la tele, pero mis ojos y mi cerebro están intactos, como nuevos diría yo, y lo que veo es la pura verdad aunque nadie me quiera creer. Llevo al menos dos semanas observando a través de la ventana del cuarto la expansión del universo, ¿A que suena extraño? Pero es verdad, la pura verdad, tengo esa capacidad, debe ser un don que Dios me ha dado para compensar esta postración. Cuando lo he contado se me han reído a la cara, como si estuviera chocheando, como si estuviera ido, como si lo que he sido en la vida no valiese de nada ¿Dónde se ha quedado mi credibilidad profesional?¿Dónde se han quedado mis estudios superiores?¿Dónde está mi dignidad? ¿Por qué mis nietos no asocian su actual capacidad intelectual con la mía?. Pues si, me rebelo ante todo esto y esta es mi oportunidad de demostrar que el abuelo, postrado y somnoliento puede aún darles lecciones de observación y cálculo avanzado.
Acaba de cubrirse el cielo de nubes, eso resta, pero sigo atento. Me he dormido un poco pero sigo atento. Si tuviera un reloj sabría estimar la velocidad de la expansión, intentaré usar las horas de las comidas para calcularla. No recuerdo si he comido hoy, no tengo hambre pero debo estar atento para recordarlo cuando coma. Parece que me falla la memoria ¿seré capaz de recordar mi empeño dentro de un rato?. A ver si va a ser cierto que estoy demasiado mayor y ya no valga para nada.
Oigo una voz lejana que no comprendo aunque parece la de mi nieto mayor. No la entiendo bien pero noto que se va acercando. Ahora si la oigo bien:
- ¡Abuelo!, que te has dormido con la tienda abierta, hombre.
- ¡Eh!...si....ya voy..., ya voy –le contesté-
- Esta chica quiere ver uno de los telescopios del escaparate.
- Que ya voy, no me atosigues –volví a decirle-
- No te preocupes, ya la atiendo yo, abuelo. Total....a partir de mañana ya podrás disfrutar de todo el tiempo libre que quieras. ¡Por fin la jubilación, abuelo! ¡a vivir!
- Vale, Vale, venga, atiéndela tu, pero que conste que ya iba. –le dije finalmente mientras intentaba recordar a que hora había cenado anoche. |