AYER
Todo era tan…sencillo, tan enredada, tan complicadamente
SENCILLO, SIMPLE, BÁSICO…
que no alcanzo a comprenderlo
Solo se que gira en extraña sensación en torno a la nada y en total quietud.
En un colorido mundo sin color; tan efímero como eterno a la vez
Tan tormentoso y calmo, enteramente pacífico, completamente caótico. Y yo….
Mas cuerda que nunca, en tanto más alucino me siento más lúcida; tan tranquila que me he vuelto loca.
Tan confuso en total claridad, tan bello que raya en lo horrendo. Tan exquisitamente hermoso que causa repugnancia, tan divinamente perfecto que provoca un vómito.
Es tan magnético y repulsivo a la vez, que el sólo intentar concebirlo me acelera los latidos con increíble fuerza en total desesperación.
A la vez que parece tan vano e inútil…que abandono la pueril idea, entregándome a la pereza.
Mas ¿por qué “problema” –si tal cosa existe-?
Si es tan elemental la respuesta, que ha estado ahí riéndose en mis narices tooodo este tiempo; todo este largo, interminable e ínfimo instante: este largísimo flash, este eterno santiamén. Porque el tiempo se condensa, se disuelve y se enreda en mágico dejavú. Al igual que se confunde y aclara…en un espacio –o vacío- sin lugar ni posición.
Y al salir de tan paradisíaco infierno, de tan falsa realidad. Al respecto sólo algo puedo decir con relativa certeza; mientras acomodo de nuevo a mi alma en mi cuerpo (uno que ya no es el mismo que estaba en mí ayer). Y repito como enajenada, huecas y ambiguas palabras “estoy claramente confundida ¿acaso estoy muerta en vida?”
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