Ahora resulta que Libertad, la más pequeñita de la casa, la más tierna y consentida, le han regalado un gato, miau por aquí, miau por allá, el gato.
Es un gato café y ella le da leche y carne, al gato café, michico, michico, gato. El gato se llama Pacho, y duerme con ella en su cama. Pacho y Tobías, su inseparable compañero de juegos y travesuras, duermen en la misma cama con Libertad, la más pequeñita de la casa.
La abuela está asustada, porque los gatos sueltan pelos, y le puede dar asma a la niña, esos son puros cuentos dice mamá, y Libertad juega con Pacho, miau por aquí y miau por allá, michico, michico, Pacho, el gato café.
Pacho sale al patio de la casa a subirse a aquel arbusto, a mirar los nidos y cazar alguno que otro pajarito desprevenido. Pacho salta de aquí para allá, juega a su gusto el gato café. Y Libertad contenta con su gatito, el gatito que duerme con ella y con Tobías.
Pacho se ha perdido, llanto por aquí y llanto por allá de la pobre Libertad, quien llama a su gato, michico, michico, Pacho, el gato café. Ya no duerme más el gato con Libertad, se ha ido y algunos ratones interrogados, han dicho que lo han visto con una gta paseando por los tejados, el gato café. |