Y comienzan cayendo las gotas/cristales que inundan de a poco mi ciudad, ciudad de espejos sin reflejos, que transforman las tardes en caleidoscopios fugaces que muestran rostros deformes, desvalidos, conformes y muertos, inmensas sonrisas sin dientes/ con dientes azules verdes/amarillos, refleja también en sus lagos colores de cielos robados a un pasado imaginado, yo no sé cómo explicar este lugar donde habito, cohabito, comparto, ensucio y reclamo a este sol poderoso que invade los días y ciega las tardes, imprime en las ceibas colores rojizos, que seca las tierras perdidas y florece semillas de mariposas sumidas en letargos profundos, crisálidas colgadas de sus propias lunas. Invade mis lugares, mis tiempos, camina a la par de mis alientos, así en esta ciudad donde pienso que no hay caminos ni santuarios que sólo existen pretextos. Y es que hay tantas dudas en estos caminos, tantas preguntas de esta sangre que no sabe bien de dónde vino, el balche profeta de mis antiguos, no resuelve ni aclara las dudas de esta piel cansada que se pregunta dónde está el pecado, dónde estuvo el error del pasado....no existen errores ni pecados, solo dudas acerca del tiempo y viento perverso que trae cambios dorados, perdidos en las bolsas de supermercado, yo no sé si la gente se percibe que a veces trae un olor a muerto o que sus ojos y su boca clausuran sus propios sueños, no importa que no hayan tantas tardes soleadas ni vacaciones siempre en la playa, tampoco señales de siga por todas las avenidas, ni hierba esparcida todos los días, habrá que acostumbrarse a vivir así, esperando milagros de lluvia, guardando en las bolsas semillas de guía, seguir esparciendo noticias de sabor, sal y humedad....habrá entonces que borrarnos, ilusionarnos, volvernos todos gente arcoiris, trazar en nuestros cuerpos las señales de siga, convertir nuestros ojos en margaritas, volvernos crisálidas de las lunas de estos planetas, inundar el alma de copal y aliento, empezar a trazar el nuevo camino siguiendo los consejos del hermano tiempo, ir como el jaguar olfateando el viento, encontrar la ceiba y enrraizarnos como el mangle necio.