Esa sensación de desgarro cuando alguien te deja.
Esa sensación de soledad cuando alguien te abandona.
Esa sensación de tristeza cuando alguien te olvida.
¿Quién no se ha sentido así alguna vez?.
Te dices a ti mismo que no volverá a ocurrir. Que tu amor, ese que ofreces no se lo darás a cualquiera. Pero ese "cualquiera" un día aparece y te vuelcas de lleno en él. Flotas en una vaporosa nube, sonriendo por cualquier tontería, te maravilla esa sensación que te produce cada vez que le ves, ese nerviosismo acumulado en el estómago durante todo el día, pasando las horas y mirando cada 5 minutos a que llegue el momento de tenerle para olerle, identificarle como tuyo, sentir cada caricia que te regala y cada beso que posa en tus labios. Sintiendo y anhelando su más íntimo contacto y queriendo gritar al mundo que tu sonrisa vuelve a iluminarse.
Pero con todo lo que empieza el final toca su último destino y tu gran caballero, que en muchos momentos fue tu heróico y gentil escudero se marcha para conquistar nuevas tierras dejándote desprotegida ante el mundo, ahora oscuro y melancólico.