Ya vale de amor medieval. Vale ya de lamentos. Ya vale de llorar lágrimas al mar. Vale ya de existencialismo barato, casero. Acero. Pura proyección Pura envidia de andar por casa. Eso es el amor. ¿Bastón del corazón? Tiene guasa. Añadamos frustración a la receta y obtendremos la más pura y dura obsesión criadero de locos y enfermos. Les diré los ingredientes y los efectos secundarios. No se me culpe de no avisaros de los efectos secundarios pertinentes. Si desea amor platónico ponga base de pasión. No escatime en cantidades: cuanto más eche mejor. Dosis media de cariño para que haya proyección y una guinda de empatía mas no es esta obligación. Meta el pastel al horno y por un tiempo déjelo. No hace falta reloj pues el tiempo no lo hace todo. Cuando crea conveniente sáquelo con ilusión y cuando vea el resultado muera de desazón. Repita la operación tantas veces como pueda y cuando se de cuenta de no saber que ocurre mire el pastel del vecino y cuán gozoso lo huele. Llore de pena y de envidia y ante todo desee a su pastel como al vecino y simule que es mejor. Compréndale sus gemidos y compartan su dolor. Ya conocerá el amor platónico en toda regla. No al que por obligación Usted tiene en su mesa sino al pastel que por la ventana mira de reojo mientras su pastel le reclama y Usted vuelve resignado y lloroso.
Texto agregado el 21-10-2004, y leído por 172 visitantes. (0 votos)