No espero nada y sin embargo camino
hacia un horizonte de espejos rotos,
que distorsionan el reflejo
de una imagen mia que desconozco...
Mi fuerza nace de la desesperación de mi soledad,
ese velo que me envuelve
y me esconde de la ruda realidad...
Como un fantasma vuelven todos mis miedos,
blandiendo sus ruidosas cadenas en mi cerebro,
y luciendo su blanca y mohosa sábana:
arrugada, deteriorada, olvidada..., casi siempre.
El antiguo odio vuelve...
Está aquí, muy dentro de mí...
Aprieta y retuerce mi alma,
la despedaza ante mis ojos,
y no puedo pararlo...
¿vale la pena luchar una vez más?
Creo que sí..., aunque sólo sea
porque ame tanto la vida...

(24/06/98)