La lluvia era cada vez más fuerte, el cielo parecía que se caería sobre ella, pero no le importo, siguió caminado por esa vereda que cada vez era más angosta, ya no podía pensar ni siquiera en ella misma, ya todo lo demás se había ido, ahora sólo era nada, lloraba, un llanto amargo con sabor a culpa, a egoísmo, a soledad, todo se había convertido en horror y decepción, la hierba rozaba sus pantorrillas y sus zapatos estaban llenos de lodo, todo lo que quería era olvidar, todo lo que quería era ya no pensar, dejar atrás el sentimiento que poco a poco la estaba matando.
Tras correr cuesta abajo, llegó a un claro en donde todo era neblina, sólo las sombras de los árboles se veían, caminaba, adentrándose cada vez más entre la niebla que no la dejaba ver más allá de su nariz, todo era tan confuso, las lagrimas poco a poco cesaban, pero la lluvia aún golpeaba fuertemente su cabeza. Se detuvo un instante y se vio mojada y angustiada, pero, no podía pensar en nada, sólo siguió caminando, hasta que llegó al lugar deseado. La neblina fue cada vez haciéndose menos densa mientras continuaba avanzando, sus pies chocaron con unas rocas, era la indicación, había llegado al lugar correcto, de repente todo comenzó a aclararse, la fuerte tormenta paso a ser sólo una lluvia refrescante y al fin vio desde esa alturas la ciudad y todo lo que en ella había dejado, desde ese acantilado todo se veía más hermoso, en el cielo aparecían ya las primeras estrellas de la noche y la luna hacia una maravillosa entrada, ella amaba tanto la luna, esa noche admiro a la luna como nunca y guardo ese bello recuerdo en su memoria y se imagino que después de esa noche bailaría con ella entre estrellas y luces de cometas. Un aire frío y extraño la hizo volver a su realidad y se vio ahí en medio de la nada, con un raro e implacable deseo, una furia indescriptible invadió su cuerpo, una adrenalina incontrolable corría por sus venas, ahora solo quería hacerlo, ya no miraba atrás, ya no pensaba en mañana, ya ni siquiera recordaba su presente, solo quería hacerlo eso era todo, esa era la solución, eso era el fin a la desesperación, ya no habría porque preocuparse, ya no habría nada.
Un impulso extraño hizo que sus piernas comenzarán a moverse, como nunca lo habían hecho y en un instante se sintió corriendo hacia el fin de su angustiada vida, sus mejillas se llenaron de color y sus manos temblorosas, ahora eran el motor de su alma, ya no pensó en nada más, después de que pensar tanto y razonar tanto la habían llevado hasta el límite, hoy no quería razonar más ni pensar en la vida que le había tocado vivir, en una vida llena de falsas ilusiones, de mucha política y poca acción, en una vida que ya no quería vivir y a la que estaba condenada desde el día en que vio por primera vez la luz, ahora todo era nada, corrió hasta el final del acantilado y dio un último suspiro que le dejo un sabor a victoria y todo lo demás ahí quedo; sólo un golpe en seco se escuchó dejando eco entre las rocas contra las que su cuerpo se estrelló, sólo la noche y la lluvia que aun chispeaba impacientemente fueron los testigos cayados de su trágico fin.
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