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LA ESPERA DEL ALMA
La señora se acercó a la ventanilla y pidió un pasaje. –Lo siento, no puede viajar aún-, le dijo un hombre de mirada compasiva. Entonces, ella comprendió que debía esperar el día remoto de su partida. Sus ojos sin brillo se perdieron en el paisaje infinito de tiempos ya vividos y comenzó a caminar sin rumbo por las carreteras interminables de sus dudas, iluminada por lunas melancólicas y por los soles dorados de algún regocijo añejo. Recorrió las tierras áridas de sus porfías y ardientes de rabias contenidas. Lentamente subió cerros parduzcos y pedregosos, recordando abortadas esperanzas. Encontró el jardín de su juventud y allí pudo descansar, admirando los rosales de su belleza temprana, acariciando las humildes violetas de sus sentimientos y escuchando a las aves cantar sus ilusiones lejanas. Saboreó la dulzura aterciopelada de los frutos y se sintió niña otra vez, jugando en la inocencia silvestre de las hierbas. Siguió su viaje sin tiempo, porque ya no eran válidos relojes ni calendarios, sólo contaba su andar que avanzó por senderos de hielo, tan fríos como sus pecados y tan inmensos como su impotencia. Cansada llego hasta un mar grisáceo y contempló en las olas la magnitud de sus errores. El suave viento tardío la guió hasta un lago escondido que la invitó a sumergirse en el agua del consuelo. Allí quedaron sus lágrimas… allí conoció el arrepentimiento. Presintió el huracán liberador, cerró los ojos… se dejó llevar. De nuevo en la ventanilla, la señora pidió su pasaje, -Ahora si, tómelo usted- le dijo el hombre de mirada compasiva. –Su tren está por salir, buen viaje a la Eternidad-.
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Texto agregado el 20-10-2004, y leído por 542
visitantes. (21 votos)
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Lectores Opinan |
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12-04-2005 |
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Magistral, desde el punto de vista de la docencia, enseñar para morir. Puede que como en esta ocasión el requisito del pasaje para embarcarse en la muerte sea el arrepentimiento, una buena descarga para encarar la travesía del más allá, pero también podría ser otra la condición para la puesta a punto de nuestra muerte: el perdón, o terminar de pagar la hipoteca de la casa, ver casados a nuestro hijos, o ver un mundo en paz. El "nunc dimitis" del Moisés bíblico. azulada |
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13-11-2004 |
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Amiga: estoy sin palabras. El comienzo: excelente. El final: a toda orquesta. Y el viaje: como la vida. Muchas gracias por este texto que embellece la página. Máximo islero |
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02-11-2004 |
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Excelente texto, realmente me encantó. Un beso y mil * arielariadna |
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28-10-2004 |
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Interesante el tono poetico de la prosa. Muy buen uso del vocabulario Numock |
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27-10-2004 |
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Que hermoso, ojalá sea así realmente ese tren, transmites muy bien las imagenes a travez de las palabras, me imaginé cada cuadro de la escena, mis estrellas y saludos LithiorelArkangelOscuro |
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