Mis ojos perdidos
en lo infinita que puede llegar a ser
la oscuridad.
Extraña confusión
que inevitable me llevó a saber
de desiertos.
El instante ya había pasado,
el objetivo logrado:
seducir mi piel
a fuerza de latidos.
Las ganas de abrazar pudieron más
que la influencia de aquellos sueños
que no debía soñar.
Y fui boca, manos y voz.
Fui cuerpo.
En el afán de tocarte
y alcanzar tu esencia
fugazmente mía,
eternamente de los dos.
Siguen mudas las paredes
que cobijaron nuestro tiempo.
Como mudos quedaron también,
los deseos.
Texto agregado el 20-10-2004, y leído por 267
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Lectores Opinan
04-11-2006
Me parece un poema perfecto... grandes imagenes, buen ritmo... todo lo necesario para que exprese tanto... q hasta me trae grandes recuerdos.Muy hermoso. "seducir mi piel a fuerza de latidos"... me encantan esos versos. deneb
15-06-2005
es verdad los deseos tambien se enmudecen corazonpartio