Lo que voy a decir, hace tiempo que ya he dejado de pensarlo, porque de alguna forma creo que lo he integrado a mi forma de vivir. Pero no hay peor palabra que la que no se dice, ni peor deuda que la que quedó impaga y aquí saldo la mía.
Amar es mirar por la herida profunda del otro a través de la grieta, y a pesar del pavor que puede lanzarnos fuera, quedarnos e intentarlo.
Es el momento después que pasaron las horas de absorta contemplación y comienzan a asomar las feas pifias que recuerdan las propias. Es quedarse después del desencanto.
Más allá de la pareja, es el único modo que hace mella a la soledad de las mujeres y hombres que somos. Es la única vía por donde se puede aceptar. El punto donde comienza a correr la esperanza.
No veo que exista otro hito trascendente, que tenga tal gravitación por el resto de la vida. La madre que acoge al niño en su regazo y lo mira sin juzgar, será la imagen que cada uno recordará al mirar a cualquiera en que se encuentre (cortesía de Donald Winnicott, y de Bion).
Amor, es el polo que define nuestra sanidad o insanidad mental y lo que nos trasciende. Porque no existimos para nadie si no podemos reflejarnos en su mirada, ni siquiera para nosotros mismos. Nos volvemos locos.
Después de cuatro años estudiando psicología, a la conclusión a la que no he llegado sola, es que la respuesta a la locura es el amor. En cada caso de un psicótico alucinante, que no puede o quiere vivir en nuestro mundo, hay una historia de terror en la infancia y de una mirada de sí mismo que ha quedado vacía al no encontrar respuesta.
Sin embargo, por más cálido y cercano que sea un abrazo, siempre quedará un atisbo de carencia con que se piense que el otro no es uno mismo, y por donde salgan de la pena, las ganas de saciarse y de vivir.
chan chan
20/10/2004, 2003, 2002...quizás hasta el 2001.
Después cualquier fecha que se quiera pensar más tarde.
|