Retrato.

(…) Estaba ella sentada, sola a veces acompañada, con una brisa otoñal que parecía llevarse toda su semblanza; una mirada pedida en las nubes, color miel, el sol iluminaba sus largos cabellos que reposaban sobre sus hombros, del mismo color que aquella tarde.

Ella pensaba; él, en frente, con la misma mirada perdida, meditaba, cavilaba, la veía, la sentía triste y preocupada, soñaba él, quería hablarle, quería contarle, pero, no, no podía. Su personalidad era imponente, siempre que llegaba a ella sus palabras no salían, entraban… como, a una cueva. Ante ella su cuerpo se achicaba, su mente se estrechaba, simplemente… no podía.

El otoño pasaba, como las ideas en su mente, iban, venían, aparecían y desaparecían, se frustraba, se tranquilizaba, todo iba y venia como ella frente a el, a veces estaba, a veces no, era la realidad, su realidad, simplemente no podía.

Se empezaba a sentir el cierzo, que, agitaba el cabello de ambos. Era noche, las estrellas cubrían el cielo pero sobre ellas la luna dominaba, una luna del mismo color de sus ojos; de igual forma era la reina, de la noche y de él, todo era mágico exacto para que en aquel momento fuera escuchado, todo estaba listo solo quedaba hablar, pero… no pudo.

No podía, no era capaz de expresarse, no era capaz de liberarse, seguía atado, pero, el quería seguir, no le gustaba estar así, pero prometió estarlo, él iba a esperar.

Esperaría ese día, el día que toda su espera hubiese resultado, buena o mala, pero el estaba dispuesto a esperar el día que sus pensamientos dejaran de pasar, desaparecer o esfumarse…

Solo tenia una pregunta ¿Cuan difícil seria esperar? o acaso ¿seria fácil? No, no lo era, esperar era difícil como todas las pruebas de la vida, no importaba eso, él pasaría tal prueba, la superaría.

… Iba a esperar, voy a esperar…





Para TI: V.N.R.E.
Francisco Javier Robles Andrade.