Un leve movimiento
la estremece.
Está sentada,
y su rostro se refleja en el vidrio,
ese- el que le ilustrará a lo largo del camino:
un quejido, un grito y la delgada y mínima luz que baja del oscuro cielo de invierno.
Evoca, su época de niña,
su adolescencia,
y su desarrollo personal y social en unos cuantos segundos;
bosquejando en su mente las imágenes mas impactantes,
alegres y nostálgicas de su aun joven vida.
...En menos de media hora, se siente incómoda
y simultáneamente empieza a llegar el sueño.
Decide entonces ocupar su mente,
obligándola a olvidar- al menos por un momento- su problema;
desvía sus ojos hacia el cielo, y nota
como la luna y las estrellas la acompañan,
pero que a medida que se aleja de su hogar, el firmamento
se nubla cada vez mas, haciéndole borrosa la imagen de aquellos puntos luminosos que le seguían.
Al fin logra dormir, y comienza a soñar con su familia,
aquella de la que se alejó sin quererlo;
su madre, su padre, y sus mas de diez hermanos con los que creció,
pero que nunca mas los volverá a ver.
Después de 12 horas de camino,
ella, abre sus grandes ojos,
y se queda perpleja al ver las grandes edificaciones de aquella ciudad,
solo espera inútilmente, no tener ni un solo pensamiento de su nueva vida.
Mujer de 18 años, de ojos negros ,piel un poco mas oscura que la de los ciudadanos corrientes y brillantes cabellos- extraña a su padre
aquel cacique que probó en su cuerpo, lo mismo que su pueblo, el calor de las armas del futuro.
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