en aquellas noches ausentes donde la luna moría,
pude sentir amor dentro de mi corazon enfermo,
era como un tesoro que mi alma guardó preciadamente anhelandola con todas sus fuerzas,
en ese amor brillaba una luz que consumía mis entrañas,
pude percibir en mi cuerpo algo dulce y bello
como una puesta de sol en el mar,
intentando concervarlo, aferrándolo dentro de mí
sentí que ese amor no me correspondía
y esos sueños en los cuales creí,
se esfumaron con la niebla,
en ellos quedó todo lo hermoso que poseía,
me sentí marchita, traicionada y entristecida,
viendo que esa infamia llamada amor
había jugado otra vez utilizandome como marioneta
rompiendo cada pedazo de mi cuerpo,
haciendo trizas todo lo que intenté creer,
borrando cada hermosura que mi cuerpo trató de concervar,
intenté creer que el amor por la muerte era más fuerte,
entonces caminé hacia él,
perdida sin rumbo, casi extasiada,
y encontré a ese amor moribundo,
esparcido en mil pedazos,
quise salvar ese amor que me desahució,
hacerlo mío una vez más,
pero ese amor no habló más de mí,
no podía soñar una vez más con falsedades,
temí a que todo se repitiera de manera más perversa y trágica
dejando morir a ese amor por siempre
mientras que mi cuerpo se iba silencioso y melancólico
en la penumbra de la noche |