Si en un minuto la vida anunciara su partida.
Cada noche tras oír
el aviso del cuerno del tiempo
rescataría un instante
del andrajoso vestido del recuerdo.
Cada brazo.
Cada palmo de azules y gradientes venas,
resuenan al retomar al camino de la entrega.
Si las canciones no fueran más
que el perdido sonido de la siesta,
por más absurdo que se hiciera su gemido,
en mi erradumbre de muerte quisiera
sellar las cóncavas ojeras,
de tu música cercana, sangría y sempiterna.
Texto agregado el 19-10-2004, y leído por 143
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