Inicio / Cuenteros Locales / andres_hasreck / * Guernica
La noche opacaba todo a mí alrededor y con suerte alcanzaba a escuchar lo que el teniente me ordenaba. Los comandos parecían niños indefensos bajo el agua que caía a gritos, tormentosa, lamentos de nuestra futura agonía. Habían soñado toda la vida con esto ¡pero míralos! Sus ojos lánguidos buscan la tranquilidad de mamá. Ahora yacen abrazados unos a otros clamando un grito, eco de su fuerza, que alimente su sed comandada.
Suena la alarma, dan las doce en punto. Vuelve a sonar más y más fuerte y yo no logro encontrarla. Siento la alarma dentro de mi pecho, y siento que todos me miran con cara de alarma. Un disparo, dos disparos, miles de disparos y explosiones. He iniciado la guerra. El instinto animal se apodera de mi cuerpo, aquel robusto animal en busca de su carnaza.
La exaltación de la vida guerrera ya es evidente, aquellas imágenes de filas interminables de hombres dispuestos a comer carne humana y beber la sangre en sus cráneos es latente y palpable. Somos los artistas del cuadro más horrible que uno pueda imaginar. Pero esa crueldad se torna bella al ver la cara de desesperación que inunda sus fauces. Por primera vez siento unas ganas indescriptibles de correr a los brazos de aquella mujer que me fue a despedir y que yo rechacé con una sonrisa vil. Pero despierto, y estoy tendido en esta trinchera mojado por la lluvia que no quiere ni busca cesar. El frío ya no me perturba, ya es parte de mí.
La luna se ve roja… pero esa no es la luna. ¿Por qué todos corren? No siento mis piernas. “¡No me dejen!” Grito sin ser escuchado. El tiempo se detiene y grabo esa imagen en mi cabeza: los hombres corren, otros saltan. Y esa luz los persigue. Algunos caen y otros gritan. ¿Por qué me dejaron para ir a morir sin mí? La luz los alcanza. Nace un resplandor que enceguece; mis ojos lloran sin causa. Perdí el derecho de estar junto a los que quiero, muerto. Sólo fue un sueño. Que suerte que desperté de esta pesadilla. Pero no. No he despertado. He estado todo este tiempo despierto. Quizás tenía que estar despierto para contarlo.
Siento el metal frío, ese frío amigo. Agarro con ternura el principio de mi felicidad. Jalo el gatillo… ¿estoy muerto? No, aún sigo aquí.
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Texto agregado el 17-10-2004, y leído por 190
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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08-01-2005 |
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Gernika fue más fuerte. Además no es un cuento, es una crónica de lo que sucede al personaje, pero no hay intención ni intensidad, no hay conflicto, no hay acción, depúralo, la idea es buena. La acción en el cuento puede ser un hecho que lleva a otro, un pensamiento que lleva a otra acción, no es sólo el desplazamiento del personaje de un sitio a otro. Tobegio tobegio |
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