Entra una llamarada de dolor Se asienta en mi corazón Me sofoca la piel despacio Recorre dando pequeños pasos Se expande un soplo álgido Me ciega con despótica tranquilidad Toma morada en mi vida No deja cabida para el sol Se manifiesta un hedor repulsivo Rodea estas paredes blancas Me nubla despacio la mirada Se vuelve real, me quita el aliento Sin saberlo, ya tiesa, no respiro
Texto agregado el 17-10-2004, y leído por 213 visitantes. (2 votos)