Con las letras puedo derivarme en todo aquello que no he sido, bajo sus fantasías me diluyo en lo incierto de un futuro o en el más trágico pasado. Puedo ser rey destronando a mi adversario, bucanero en el mar de los amores, ave rozando el universo bajo el suspiro de tus labios. La muerte agazapada en los renglones o una niña recorriendo las historias y los tiempos, junto a ese puñal que se apodera del lector. Puedo vivir en la agonía del enfermo, disentir con estas oraciones, pronunciar las sílabas que tu nombre abarca en infinitos desenlaces. Ser, esperar, vislumbrar tus ojos declinando entre mis pechos, renacer en otros próceres, detenerme en el andar de una mayúscula, mientras la eternidad siquiera sabe de mi nombre. Puedo golpear tu risa con irónicas palabras, descender al fondo en busca de una imagen, refugiarme en el dolor para dejar de estar contigo. Nacer, matar, fingir, en este abecedario hacia una nueva frase, perderme con el trazo de una “l” que se disgrega elíptica y esbelta, ser un punto a parte en la vida de las formas oculta tras los versos o luna desgarrando el horizonte en un amanecer que espera.

Ana Cecilia.