Para vos mamucha!!!

La primavera vació tu vientre
así sin más diste vida a este mundo,
quizá ha de ser ese el mejor de los mundos
que ahora en soledad ha de sentirse pleno.

Y el amor se hace manos chiquititas,
regordetas, suavecitas;
se hace ojitos inocentes que rebalsan simpatía;
¡y esos deditos! ¡qué alegría!
1 – 2 – 3 – 4 – 5 ... ¡acá ta!

Y las palabras más tiernas e incoherentes surgen,
se despliega aquel nuevo diccionario
un léxico propio de aquel amor,
de seguro la vida ya no ha de ser lo mismo.

Y ahí te vi, desde las nubes
cuando tu vientre se tiñó de gris,
cuando tus lágrimas no tenían consuelo,
cuando tan sólo la esperanza era tu remedio.

Y ahí te vi, desde mi amorfa estadía,
Dios te cuidó aquel abril más que nunca,
te otorgó aquel ímpetu valiente,
aquel coraje que hoy debo agradecerte.

Así me convertí en un ser pleno
diminuto, vulnerable,
protegido en la calidez de tu vientre,
ahora en mi tangibilidad,
acaricio tu dolor y presencio tus temores.

Y qué dulzura el saberse tu tesoro más buscado
y aunque quizá no sepa ser una joya preciosa
he de buscar la riqueza en tu alma.

Y Dios sonrió aquel verano
en el que por fin conociste mi rostro
ahí estábamos, respirando,
materializando el deseo divino
pateando la desesperanza
comenzando a descubrir en compañía.

Y ahora te miraba entre tus brazos
sostenía tu mano,
¿qué ha de ser de ti?
¿ de qué vale sufrir? ¿acaso no me ves?

Jugá mamá, soy tu muñeca,
trenzas, colitas, rubor;
vestiditos, puntillitas, voladitos
¡ ay que nena más fifí me hiciste!

Y cantamos juntas,
mis oídos se llenaban de melodías,
en los viajes, en la vida,
y una Garré, y un Baglietto, un Jairo quizá
¡mirá como canta la nena!

Y así entre reinas sin pueblo y ríos marrones
fuimos haciéndonos eco
“mi mamá me mima mucho”
“ a – e – i – o – u”
escribir por primera vez se tornaba divertido.

Nos completábamos
como a aquellos simples dibujos punteados por la mitad,
aunque a veces, hoy, nos disfracemos de agua y aceite;

Y así fuimos creciendo.
escalamos, progresamos,
nos fuimos forjando en este camino de veinte años
y acá estamos, tan distantes de ese entonces
tanto que me cuesta pensar como es mirarte desde las nubes.

Y hoy que nos podemos mirar a los ojos sin que me alces,
estamos en un ir y venir constante,
el agua y el aceite se ven poco, pero ¡ay cuando lo hacen!,
no necesitamos de las palabras para saber lo que nos pasa.

Me sonrío de sólo pensarte,
tus arrebatos de ignorancia o de torpeza me hacen reír en demasía,
y el imitar burlona tus rasgos más evidentes me descostilla,
ay, mi vieja...

No te moleste esa palabra señora,
vieja sí, envidiable también,
cuantos han de pensarte mi hermana,
malditas apariencias que nos desplazan de nuestros roles.

En fin,
así estamos, vos una madre moderna
yo, una hija que se te pone en madre cada dos por tres,
y ahí está él, que nos mira desde el primer día
sonriendo como aquel enero
viendo los frutos de tu útero maduro,
convencido como yo de este vínculo eterno,
en el que siempre te estaré mirando, pensando,
acariciando tu soledad, amándote en silencio
porque has sido mi dadora de vida,
te debo mi cariño, y todo lo hermoso que he encontrado en mi camino...

Cuando se apaguen tus destellos de esperanza,
acordate de mí, siempre estaré,
para enriquecer tus falencias,
para darte fuerzas...
Para que sigamos la vida mamá...

Hoy sólo quiero decirte: ¡FELIZ DÍA!