Esa noche, a diferencia de otras muchas el cielo se veía absolutamente oscuro. Probablemente era porque me encontraba en un lugar bastante alejado de la ciudad y todas esas luces artificiales no podían opacar tanta grandeza. Ahí me encontraba yo observando detenidamente la belleza interminable de las estrellas, que a pesar de tanta oscuridad, se encontraban ahí alumbrando y adornando cada una de nuestras profundas miradas. Muchos dijeron no poder ver nada, pero yo en cambio veía todo claramente. Lo podía ver a él claramente. Yo estaba muy, pero muy cansada, pero al escuchar tan solo una palabra de él, pronunciada cuidadosamente, simplemente no podía evitar quedarme despierta. Se me acercó y me dijo que mirara hacia el cielo, inmediatamente lo mire nuevamente. “Todas esas allá arriba, son tuyas, porque yo te las regalo” me dijo. La adrenalina corría velozmente por cada una de mis venas, y al llegar esta a mi cabeza y a mi corazón lo primero que pude decirle sin pensarlo una vez, fueron las gracias con un tono tan suave como el susurro de un ángel o solamente de una mujer o adolescente enamorada. De pronto sentí un fuerte aire en mi corazón, y cuando despierto me encuentro envuelta en sus besos. Me sentía fuertemente envuelta entre sus brazos, pero no me lastimaban y tantas pensamientos extraños pasaban por mi cabeza, pero no me perturbaban. Cuando de pronto siento un escandaloso y fastidioso ruido. Era la alarma del reloj; marcaba las 6 de la mañana. Oh no!.....todo fue un sueño. Me sentí triste y decepcionada, pero me tocaba aceptarlo. Había sido demasiado bello para creerlo. Ese inmenso y profundo aire, fue solo una apartada de mi mente y mi corazón. Porque después de eso, mi mente estaba en mi cuarto sumergida en el sueño y mi corazón seguía soñando con ello.
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