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¿QUÉ HACÍAN LOS NIÑOS EN SOCOTÁ, ANTES DEL INTERNET?

Por allá, a partir de la década de los setenta, los niños de Socotá, incluyendo las niñas, pero sobre todo los niños, disfrutaban de la niñez, las niñas eran más de la casa, es decir, estaban más cuidadas, por los papás y más controladas, ellos o ellas, utilizaban, lo que encontraban en su entorno, para transformarlo en algo divertido, algo creativo que se convertía en juego o juguetes.
Los carros se hacían con un pedazo de madera, hecho por los propios niños o niñas, y de carrocería se le colocaba una lata de sardinas; los aros, era la parte de la llanta de los carros que va junto al rin, y con ellos se realizaban, juegos y carreras, ayudados, por una orqueta de madera que se conseguía en los alrededores del pueblo; en los árboles, en Comaita, se cogían los pipos que, son unas bolas negras, parecidas a las bolas de cristal y con ellos se jugaba, sobre todo en semana santa, a la culebrilla, los muchachos andaban con los bolsillos llenos de pipos.
Recogían las tapas de las gaseosas, como kolcana, Frescola, o de cerveza Bavaria o Costeña, con una piedra las aplanaban y con ellas jugaban al machuque o al pique y palmo.
Se jugaba en los árboles, a las fieras, en la playa, que era un lugar, a la salida para Jericó, que estaba cubierta de matas de muelle y sauce, eran árboles en los cuales se podía pasar de mata en mata, como una fiera, como tarzán, en un bejuco. También se jugaba, al naipe, tejo, parques y pirinola entre otros.
Las niñas fabricaban muñecas con un pedazo de cartón o con el tubo del papel higiénico, le ponían cabellos con los hilos o lana que las mamas utilizaban para hacer los cubrelechos u otras obras, para el hogar.
Se jugaba a los presos y policías, al cunclin, a la pelota caliente, al paredón, se hacían mandados en la casa, y estos chinos se quedaban con las vueltas, para tener plata y jugar después con los amigos a la pirinola o al naipe, claro las vueltas eran cinco centavos o máximo diez.
Al medio día, se peleaban por coger los periódicos del tiempo, eran como quince, y después de venderlos don Floro les daba como treinta centavos, entonces tenían para comprar helados y participar en los juegos.
Cuando llegaba el circo, o la ciudad de hierro, ayudaban a vender, y claro se ganaban sus centavos, era una fiesta, porque todo el pueblo estaba entorno a estas distracciones. La carpa era un espectáculo con sus payasos y la ciudad de hierro un entretenimiento, para toda la población, había bolos, los de antes, rueda volante, diferentes atracciones y mucha comida, tanto de pasabocas como tradicional.
No había televisión, la radio se escuchaba primordialmente, se escuchaban las noticias y los partidos de futbol en grupos, era un espectáculo, tampoco era que hubiera muchos radios. Se escuchaban al lado de un poste, para que la señal fuera consistente, a Kaliman, Arandu, y se leía la revista de condorito.
En el colegio se enseñaba a hacer manualidades, flores, sábanas bordadas o en punto en cruz o manteles, cuadros, tejer en crochet o en dos agujas, bordados, a elaborar cuadros con diferentes pinturas o colores.
En el colegio había campeonatos de microfutbol, baloncesto o voleibol, en horas distintas a las clases, sobre todo al medio día o en las tardes. Se madrugaba a entrenar atletismo, al puente de Mausa o al puente Rincón o por las calles del poblado.
Cuando se anunciaba a navidad, la cita era en los barriales, de donde se conseguía la greda o arcilla, con la cual se elaboraban mascaras con diferentes formas, con engrudo se forraban en papel periódico y cuando se secaran, se pintaban de diferentes formas, y así se tenían listas, para los disfraces que iban del dieciséis al veinticuatro de diciembre, cuando las veredas y barrios hacían sus presentaciones, en desfile por las calles del pueblo.
En las fiestas, cuando las campanas de la iglesia anunciaban la misa o la novena, los muchachos ayudaban a echar pólvora, es decir, los cuetes, para que se elevaran y sonaran en el espacio, pero la intención era robarse un cuete o dos, para luego con los amigos, hacer volcanes, ponerle cosas encima y hacerlos explotar.
El río Cómeza y las piscinas de doña Maruja en la Vega y de don Alberto Trujillo en Motavita, eran los lugares predilectos para los paseos y para practicar la natación. En el río los muchachos, se metían al agua en pelotos, no necesitaban pantaloneta, “al agua patos”, decían los grandes y lanzaban a los pequeños a los pozos.
En la tarde, cansados después de la nadada y la caminada, para llegar al pueblo, en la plaza principal, siempre se armaban los partidos de microfutbol o baloncesto,
siempre tenían actividad, no se podían quedar quietos, la motricidad fina y gruesa era super desarrollada.
Cuando llegó el internet terminando el siglo pasado, la niñez se dedico a los juegos en esas plataformas, los juegos solitarios en los computadores y celulares, la infancia y la adolescencia viven hoy más conectados que nunca entre redes sociales, expuestos a múltiples riesgos. El internet es bueno, pero sabiéndolo usar, los padres deben saber que hacen sus hijos; con tantas normas, a veces los padres se despreocupan de su autoridad.

Texto agregado el 25-11-2025, y leído por 0 visitantes. (0 votos)


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