Una respiración, pausada, suave que se desliza entre mi boca y mis pulmones, una inhalación que se convierte en suspiro como brisa que se transforma en huracan.
Un nudo que apreta, un nudo corredizo que estrangula mis pensamientos, que agria salvajemente mi mirada y hastía mi percepción de todo aquello que me rodea y me hace sentir único.
Un suspiro, el suspiro, ansiedad que mi cuerpo intenta rechazar sabiendo que no es parte de el, que no le pertenece y que se enquista, se aferra con sus garras de inseguridad, con sus colmillos chorreantes de lo que una vez fue ese amor propio que me arropaba y que ahora se derrama en el suelo gota a gota, segundo a segundo, hasta desaparecer.
Un suspiro, un incesante suspiro que no cambia la química que me induce a este estado de coma vital, ennegreciendo esa sensibilidad que me empoderaba, que hacía quererme, amarme y que ahora solo es fragilidad y asco.
Anatomía de una caída, anatomía de un suspiro...
|