Era muy niño cuando escuché una frase, cuya intención, para mi fue incomprensible. Ya que vivía una etapa, qué aunque era la mejor para observar, también no era buena para entender ciertas cosas. Pero disponía del tiempo para esperar la información del cerebro. Información qué cuando me llegó, la rechacé por desacertada. ¡Y me explico!
Y es, que el desacierto reside en una comparación que solo toma el final de la acción, pero que ignora por completo el inicio y el intermedio. Qué son tan sofisticados, que han confundido al hombre. Porque, hasta cuando sé auto describe, cree que habla de otro. Y por eso es que es tan cruel interpretándose a sí mismo. Sin embargo, lo increíble es que el mismo hombre, haya borrado la acción previa al final alcanzado por ambas aves. Para nombrar con ello, a lo que sería el acto completo suyo(pero dedicándolo a otro). Qué, de hecho, lo nombra gallo.
Pasando por desapercibido el genial galanteo, que desencadena la coqueta persecución del macho. Donde aflora la fingida negatividad de la gallina. Logrando el gallo un agarre con su pico sobre el cuello de ella, qué debe impregnarle a la hembra un momento súper estelar, previo al desenlace. Desenlace satisfactorio y delirante.
¡Tan cascareado y celebrado con su batir agitado de alas!
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