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Cuando desperté escuché gaviotas graznando, oí el ruido del mar golpeando las rocas y vi el cielo gris por mi ventana. Por un momento mantuve la mirada extraviada y poco a poco volví a la realidad de que ahora vivo junto al mar.

Cuando desperté aun la tenía en mi mente. La soñé durante esta noche como tantas otras. Fue la visita de cortesía que me hace una vez cada cierto tiempo desde que fuimos novios hacen treinta y tantos años atrás.

Cuando desperté preparé un café, y con impaciencia permanecí parado junto a la cafetera esperando y pensando en las palabras. Cuando mezclé el azúcar lo probé y lo aprobé, luego hice la llamada de larga distancia. Lo primero que dije fue “esta vez no se me olvidó” y luego “Feliz cumpleaños querida”, hubo un silencio más largo de lo que correspondía y luego me dijo “pero si es el próximo mes”.

Recibió una carta en la que el remitente era ella misma. La leyó con atención en vos alta; - soy Carmen, mi hijo llega del colegio después de las dos, mi marido es Oscar y vuelve a las seis. Escribe este mismo mensaje y despáchalo hoy.

Recibió una carta donde su hija plasmaba su frustración y resentimientos al tiempo que le decía cuánto lo quería. La erupción de sentimientos acumulados una vida entera, moteaba las hojas con gotas que la liberaban.

Recibió una carta del Servicio de Impuestos Internos. La sostuvo entre sus manos y sintió que el calor invadía su cara, su respiración se hizo irregular y debió afirmarse al marco de la puerta para controlar sus rodillas que temblaban. No tuvo valor para abrirla, si no, hasta el día siguiente. Cuando lo hizo dijo “cretinos, me están matando; ¿quién manda una maldita encuesta?”

El fantasma cansado dijo “veinticinco” mientras repasaba cuántos moros a caballo habían atacado el muro sur de la fortaleza. Al poco rato “sesenta” cuando enumeraba con los dedos las torres de asalto y más tarde aun “noventa y ocho” en tanto pensaba en los capitanes. Un poco más arriba se dijo “faltan solo treinta para el campanario”.

El fantasma cansado ya no tenía energía para asustar a unos mocosos irreverentes que con costos despegaban la mirada de sus celulares cada vez que trataba de asustarlos. Derrotado fue a ver qué era tan interesante y se situó a sus espaldas. Ahí se quedó clavado viendo TikToks.

El fantasma cansado de deambular las calles del centro de la ciudad entró al museo de historia y dio un brinco, al ver en un mural, al indio que le había dado muerte de un mazazo; su porte guerrero aun lo asustaba. Al otro extremo estaba ella, con su cabello al viento, la despampanante mujer indígena, motivo de su distracción.

Texto agregado el 10-11-2025, y leído por 28 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-11-2025 Muy bien los cuentos./ Me parecen estupendos los dos últimos del fantasma./ El primero es como la punta de un iceberg donde se intuye todo el fondo, quizá de un burócrata que siempre soñó vivir junto al mar y al fin lo consiguió./ El de los impuestos me dio risa, pues es real la presión psicológica del Estado hacia los ciudadanos. Gatocteles
11-11-2025 Eduar, me gustaron varios de tus minicuentos. Soy de la opinión de Victoria, de no poner tantos juntos, quizás 2 o 3 por vez, los disfrutaríamos más. Saludos. maparo55
11-11-2025 Todos tus mini cuentos están muy bonitos;pero me habría gustado que no los pusieras todos.De este modo,es difícil comentar cada uno y te diré que están muy bien expresados en letras. El primero ,lleno de bellas imágenes y los demás excelentes. Saludos Victoria 5* 6236013
 
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