SOLEDAD COMPARTIDA

Dos personas solitarias se encontraban sentadas en mesas separadas de un bar, cada una perdida en sus pensamientos. Ella, una joven llamada Jenifer, estaba desconcertada desde la pérdida de su madre. Él, un hombre mayor llamado Nelson, estaba solo y triste desde la muerte de su esposa.
Ambos evitaban el contacto con la gente, temiendo la compasión o la intrusión en su dolor. Pero, mientras estaban sentados allí, empezaron a notar pequeños detalles del otro.
Jenifer notó que Nelson seguía las notas del piano en su mente, y él notó que la joven dibujaba en una libreta. Querían acercarse y comenzaron a dejar pequeños mensajes y dibujos en las servilletas y en los bordes de los periódicos.
Así, sin darse cuenta, compartían su soledad y el dolor se hizo más llevadero.
La conexión silenciosa se convirtió en amistad y pronto se sentaron juntos, hablaban y reían.
La soledad compartida se convirtió en una fuente de consuelo y fortaleza para ambos. Aprendieron que no estaban solos en su dolor y que, juntos, podían encontrar un nuevo sentido a la vida.
Un día, Nelson, de cabello gris y arrugas en el rostro, tomó la mano de Jenifer y la miró con ojos llenos de amor y sabiduría. Sabía que su tiempo juntos era limitado y quería asegurarse de que ella estuviera bien después de que él faltara.
—Jenifer, —le dijo con voz temblorosa—. quiero que me prometas que, si yo me voy antes que tú, no te vas a quedar sola. Busca a alguien que te haga feliz, que te ame y te cuide como yo lo he hecho.
Jenifer se sintió conmovida por sus palabras, pero también un poco triste. No soportaba la idea de la posibilidad de vivir sin él.
Sin embargo, pensaba que Nelson tenía razón. Él quería que ella fuera feliz, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para cumplir su deseo.
Nelson murió y Jenifer se sumió en una profunda tristeza. Pero, con frecuencia recordaba las palabras de Nelson, quien anhelaba que ella fuera feliz.
En su oficina, Jenifer se volvió cercana de su socio, Alejandro, un hombre amable y comprensivo. Habían trabajado juntos durante años, y ella apreciaba su compañía y apoyo.
A medida que pasaba más tiempo con Alejandro, comenzó a sentir una conexión que no había sentido desde el tiempo que estuvo junto a Nelson.
Un día, cuando Alejandro le confesó sus sentimientos, se dio cuenta de que había encontrado a alguien que la amaba profundamente con el que podía recuperar la felicidad.
Decidieron casarse en una ceremonia íntima, rodeados de amigos y familiares.
Jenifer pensó que su amor fallecido estaría contento de verla con su nuevo compañero, pero estaba convencida que él siempre estaría en su corazón. Ella encontró un nuevo compañero de vida que la amaba tanto como el primero.
No obstante, en su interior temía que Nelson rechazara su nueva relación y regresó al viejo bar donde lo conoció, acompañada de Alejandro.
La mesa que siempre ocupaban tenía un arreglo floral con girasoles que parecían sonreír, y ella, dentro de su corazón sintió que era un mensaje de su ex, que estaba en paz porque ella encontró el amor y la compañía que merecía.
La historia de Jenifer y Nelson se convirtió en un recuerdo hermoso, y ahora, sin remordimientos, ella sentía que permanecería a través de su nuevo amor.

Alberto Vásquez Diaz.