La pequeña criatura estaba ahí, sin más, encima de la hilera de libros que se encuentra sobre mi escritorio. Dio unos pasos sobre ellos y luego me miró a los ojos. Sorprendido ante su repentina aparición y mirada, me asusté; aunque la mirada de sus ojillos era tierna, bondadosa, yo estaba convertido en estatua, incapaz de moverme ni hacer nada. Era regordete, llevaba una bufanda verde al cuello y portaba un gorro verde. ¿Sería un duende, quizás?... No alcanzaba a comprender la situación presente. Me había sentado frente al ordenador para intentar escribir algo que me inquietaba desde días atrás, pero ahora, con aquel ser encima de mis libros, con seguridad no podría.
-No escribas sobre eso – dijo.
-¿Sobre qué? – atiné a replicar.
-Sobre eso que pensabas escribir.
Su voz era suave, de timbre agradable.
-¿Cómo sabes sobre lo que quiero escribir?
Después de la sorpresa inicial, comenzaba yo a perder el miedo, el asombro.
-Porque si lo haces puede lastimarte.
-Ese sería un problema mío.
-Entonces, hazlo. Ya tendrás tiempo de arrepentirte.
-¿Quién eres?
-Nadie, alguien que pasaba por aquí y husmeaba entre tus libros. No te detengas, escribe.
-Me inquieta tu presencia. No podré concentrarme.
- Ya no me verás. Quizás otro día como hoy que requieras mi presencia.
-Yo no te necesito, si llegaste aquí fue por tu voluntad.
El duendecillo esbozó una sonrisa y desapareció.
¿Qué había sido todo aquello? ¿Un duende que aparece, me prohíbe escribir sobre algo y luego desaparece?
Quiero escribir sobre muertos. Mis muertos queridos, ésos que ya no están, que sin embargo, los tengo aquí en mi mente y los llevo en el corazón.
Maru, Pepe, Vale, Goya, Rosa, Enrique, José, Arturo, Memo, el bebé que no nació, por mencionar a algunos, pero me faltan tantos.
En casa hemos puesto la ofrenda de día de muertos, con veladoras, flores de Cempasuchil, pan de muerto, agua, leche, vino, fruta, azúcar, sal, cacahuates, pepitas, juguetitos y amor, mucho amor para esperar su visita. Ojalá les guste lo que encuentren. Es cierto que duele profundamente su ausencia. Que el cariño que nos dejaron sigue presente aquí, no solo en el recuerdo sino en todos los corazones que tocaron e hicieron bien.
Quiero hablar sobre cada uno de ellos y no sé cómo hacerlo. Gracias a todos ustedes hermosos seres queridos, por haber compartido parte de su esencia y cariño conmlgo.
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