No se cansará mi ojo de mirar ni se cansará mi voz de llamar.
La razón de mi existir no va más allá de la esperanza simple
que en el corazón de todo mortal late eternamente.
La luz que vive dentro de mí se hace más luz día a día.
Ella ilumina los senderos
y me advierte, me recuerda, me corrige y me lleva, me lleva.
¡No!, nada podrá detener este andar indescriptible de conciencias infinitas;
de inmensos ríos siderales de caudales impetuosos;
de núcleos ancestrales y diamantes dando vueltas:
Cosmogónicos instrumentos neuronales que se escapan de repente, iluminados,
para atravesar los confines marginales de un espacio-tiempo
concebido rudimentariamente por la mente humana.
¡No!, nadie va a callarme ahora.
Nada va a distraerme;
aunque el aire se torne irrespirable;
aunque los mares se desborden;
aunque el sol un día deje de brillar...
sé que seguiré buscando mi razón de ser...
y mi casa final.
Texto agregado el 15-10-2004, y leído por 219
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