Hace tiempo no me montaba en un bus. Amo sentarme en la ventana viendo absolutamente todo como si fuera una película, es casi mágico con la música perfecta, esa sensación de ser espectador de la vida como si todo se moviera menos tú. Hay una foto de Benedetti en una cafetería “Café Brasilero” que describe esto, lo puedes ver sentado frente a una ventana como un mero observador de la vida, nostálgico, absorto, totalmente maravillado. Es perfecta.
Hubo un tiempo en que solía viajar mucho y me encantaba ir a cafés a mirar por la ventana, me quedaba horas, a veces escribiendo otras simplemente imaginando historias de todas esas personas al otro lado del vidrio, algunas pasaban apuradas, otras mirando al suelo, algunas en automático, pensaba que pasaran por sus vidas que olvidaron mirar alrededor, con los años lo comprendí.
Nunca le temí a la soledad, realmente la disfrutaba me gustaba esos momentos conmigo misma, no le tengo miedo a estar conmigo, es más muchas veces lo he necesitado para encontrar mi rumbo. A veces la vida nos pone en una situación de pausa, como si nos sacara de escena para que podamos reconectar con nosotros mismos y con lo que nos rodea, para que podamos apreciar todo lo que tenemos en la vida y no andemos por ella mirando el suelo.
Hoy escuché a una chica decir, en lugar de preguntarte: por qué me pasa esto, mejor pregunta para qué me está pasando esto. |