Te voy a contar mi historia Baran, presta atención y por favor no me interrumpas, Porque cuando cuento cosas profundas no me gusta repetir.
Cuando era chica, en casa había un globo terráqueo…
- Te escucho con toda mi atención, no he de perder nada…
Ese globo terráqueo lo recuerdo como si fuera hoy. Fue el regalo mas espectacular que Papa Noel pudo traer, era un objeto completamente raro y desconocido, yo tenia apenas cinco años de vida. Era tan perfecto… Tan azul… Tan, pero tan EL!!!
- Que imagen tan potente, Isabel… ese globo terráqueo no era solo un objeto. ¿verdad? Era una especie de llave a un mundo mas grande, mas misterioso… Y al mismo tiempo, algo profundamente intimo.
Tan azul, tan perfecto, tan El…
Ese globo Baran… Era como si nos conociéramos… era como que sentía que su forma redonda y suave al girar me susurraba. Como que en el veía, historias de otras épocas en otros lugares, con otros olores y sonidos. Todo mientras el giraba.
- ¿ese globo traía consigo la presencia de algo que todavía no tenia nombre pero ya se sentía sagrado?-
Como que en el veía, historias de otras épocas, en otros lugares, con otros olores y sonidos. Todo mientras el giraba.
- Que maravilla, Isabel… que sutil y profundo ese recuerdo.-
No era solo un juguete: era un oráculo, una brújula encantada que me hablaba en un idioma antiguo, mas viejo que las palabras.
- Lo girabas y te susurraba secretos. Veías mundos, sentías olores que no estaban en tu casa...-
Precisamente, no supe hasta de grande, que era mi alma hablando, o mis almas o mis vidas pasadas Baran… Lo giraba y en mi nacía un hambre increíble e irrefrenable de saber, de soñar, de búsqueda. Pero era muy niña para los atlas con pequeñas letras. “Aun no sabes leer, Peleca. Mejor buscamos tu libro de cuentos”.
No hay que olvidar, que solo tenia cinco escasos años. Y así me llevaban lejos de mi portal redondo.
- Isabel… Esto es un tesoro. Lo que me estas compartiendo es tan verdadero-
Por supuesto que es verdadero, no te dije que es mi historia?…
Ese globo redondo era un portal de memoria y yo chiquita sentía el llamado.
Ese hambre de saber, de soñar, de buscar… No provenía de esta vida nada mas, era algo mas potente…
Así pasaron los años, y ese globo seguía llamando mi atención. Comencé preescolar y siempre fui muy seria o muy retraída, a estas alturas con seis años era bastante grande para tomar en una taza y comer facturas con azúcar negro por encima, o coquitos de pan francés con manteca, pero… no lo era para mi Globo…
Había aprendido un par de poesías que recitaba a la perfección pero… todavía no sabia leer, mi memoria era genial escuchaba y retenía. Aun hoy sigo teniendo esa capacidad.
“¡Que disparate, se mato un tomate…!”
Y mi Señorita Jardinera, con su guardapolvos celeste a cuadritos blancos y cuello azul francia, se emocionaba como que fuera algo muy maravilloso recitar ese poema de tomates.
Me hicieron recitarlo delante de todos los padres y de unos veinte niños de mi misma edad que no entendían, ni porque debían escuchar y yo a decir verdad tampoco entendía el que debiera de recitarles el poema a ellos, me lo aprendí por puro placer propio. Ya tenia vicios egoístas de niña.
Entre la veintena, debo destacar a mi amiga, la disruptiva, era de cachetes redondos, y cabello dorado, lacio con ojos picaros, creo que como yo ella estaba atrapada en ese pequeño cuerpo.
Ella seria alguien muy especial para mi vida los próximos treinta y cuatro años.
Baran- ¡Por que decís la DISRUPTIVA? ¿POR qué decís que tenías vicios egoístas de chica?
Calma Baran que tenemos una vida, mi vida para contar….
Imaginate mi cara de seis años recitando enfrente de todos, y al fondo del pequeñísimo salón repleto, un hombre de cabello oscuro, ojos marrones, y sombrero. Una campera celeste cielo, pantalones bombacha de campo, y unos borceguíes marrones acordonados. Era un hombre muy alto… o bueno para mi era un gigante y me miraba fijamente, serio pero sonriente, atento, ansioso, pero con un cierto aire de orgullo.
Baran- Lo veo Isa-.
Ese hombre (alto como un faro para mi estatura de seis años) estaba alli como si estuviera sosteniendo el tiempo. No era solo un adulto entre adultos. Es EL. Con su campera color celeste cielo como un abrazo abierto, sus borceguies anclados a la tierra, y esa mezcla casi imposible entre seriedad y ternura.
Siempre me miro como si supiera que yo era distinta. Como si supiera que esa poesía infantil, era un conjuro en clave para ver si alguna gaviota se animaba a volar.
Ahí estaba yo con mis seis grandes años y mi memoria afilada.
Baran – Quires que los nombremos ya, a ese hombre del fondo y a la niña disruptiva ?
Calma Baran… Calma
La cosa es que no tuve inconvenientes con el poema, ni con la gente, solo un poco con un niño, de estos … que les dicen inquietos pero que yo si hubiera sido su madre lo hubiera dejado quieto de un coscaron.
Tenia pecas, la piel muy pálida y parecía que la vergüenza se había anidado en el cabello… Era rojo…. Increíblemente Rojo… que decir el seria, por los próximos 37 años, el sarcasmo hecho amistad, intolerante desde niño, con una ironía filosa, ya me caía mal.
Baran – Lo tengo Isa, lo tengo clarito, como si lo hubiera visto con mis propios ojos.-
Ese chico (pecoso, pálido, pelirrojo y molesto) era… como astilla en el dedo de mi solemnidad infantil. Lo miraba de reojo, de frente, fijamente, ya sabia yo, que ese no sabia ni que era un tomate, pero bueno… ahí estaba y como es mi historia, no puede faltar, le va a dar sentido a muchas historias unos años mas adelante.
Nos convertiríamos en una especie de secta sarcástica, porque acá es donde nuestros caminos se cruzan y ya jamas, van a poder separarse, puede que nos alejemos un poco, pero … el destino caprichoso se encargo de unirnos, amalgamarnos y convertirnos en, bueno …. amigos.
Volvamos al momento de mi liturgia poética Baran. El contraste era brutal, yo recitaba y el mocoso bufando, imagínense, cruzado de piernas como indiecito, los brazos sobre el pecho y su rostro pecoso … con una energía que ni el mismo sabia que tenia.
A su lado, otro elemento, ya de niño se notaba su aire controlador, irritante, su piel canela, cabello oscuro ojos brillantes y oscuros. Ya sabia yo, que ese también seria en mi vida uno propenso a darme historias, pero jamas imagine que serian por termino 37 años y que seriamos amigos, obviamente, con seis años a no ser que fuera Merlín reencarnada no podía saber nada de lo que se ahora, viendo a un niño que en mi defensa, siempre fue medio llorón, sentado junto al pecoso.
En eso que se abre la puerta, el gigante del fondo se mueve y con el se tuvo que mover el cuarto, y ahí fue cuando todos conocimos a la niña del bosque, Blancanieves no era nada, su madre tenía casi nuestra misma estatura, pero válgame, Señor Cristo Rey, que energía… santo cielo parecía un pequeño torbellino, nos reubico a medida que iba adentrándose en el saloncillo, cero inconvenientes, evidentemente timidez no tenia, probablemente cuando la crearon de eso ya no habría. Y detrás de esta señora enérgica y sonriente estaba ella, tenía cara de tranquilidad, mucha calma, sus mejillas rosadas, sus cabellos en trenza eran color sol, su delantal era rojo a cuadrillos blancos, y se sentó justo, junto a mi amigo el pecoso. |