Camino lentamente, escucho música de fondo, no reconozco la música, no es algo que suelo escuchar, hasta donde recuerdo tú tampoco. Veo restos del desayuno, fue divertido, eso parece, vuelves a insistir: “está deli el agua”.
Pasó nuevamente por la habitación, las sábanas, la ropa en el piso, tus tacones frente a mis zapatos, también fue una noche divertida. Tu mesa de noche, estás leyendo el libro que te regalé!!!. Recuerdo perfectamente el día que te lo di y el libro que tú me regalaste, feria del libro, café y postre, éramos solo una ilusión en ese momento. Recuerdo la dedicatoria que te escribí, abro sus primeras páginas, y no encuentro lo que te escribí ese día. Lo perdiste? Bueno, pero al menos lo volviste a comprar. Dejo el libro donde lo tome, al lado está una foto tuya, nuestra?, vuelve este maldito dolor de cabeza, es por un corto tiempo pero es intenso, me borra las facciones de tu rostro perfecto. Lo veo borroso pero puedo reconocer tu rostro aún estando ciego.
Doy unos cuantos pasos más, me apoyo en el marco de la puerta, por qué este dolor no me deja contemplarte? Quiero tener claridad de la situación, de lo que está pasando, porque no sé cómo llegué aquí, a este momento. No tengo claro la última vez que nos vimos.
El vapor del agua se esparce en el ambiente, entre sus sombras veo la luz tenue de unas velas, siempre soñé este momento, bañarnos a la luz de las velas, pero nunca lo hicimos… hoy por qué si lo hacemos?…
Veo tu sexi silueta entre el vapor, está borrosa, el vidrio empañado que comienzas a limpiar con tu mano, aclarando en cada trazo tu piel, volviéndola nítida, descubriendo lo que mis manos habían olvidado. Las velas al final y tu sombra en una esquina, estás bailando, me encanta. Sabes!!!! Me encantas, cada una de tus curvas, la curva que hace tu mentón al enjabonar tu cuello, luego pasas por tus hombros, tu cintura, Dios este dolor no me deja grabar este momento. Ese aroma, dolor!, pareciera que mi cabeza quisiera impedirme vivir este instante por el que tanto rogué. Tu aroma, a pesar del aroma de las velas está como la última vez que te abracé, como ese día que nos despedimos, sin ser nada, pero siendo todo.
Subo la mirada sonríes y, “te estaba esperando”, duele un poco nuevamente; estiras tu mano quiero tomarla y no soltarla jamás. Me quito la camisa, abro los ojos y antes de tomar tu mano veo en el espejo también empañado alguien, ese no soy yo, quien está a punto de tomar tu mano, maldita sea… esa persona que está tomando tu mano no soy yo…
El dolor de cabeza empeora, siento que me voy a morir. |