Recuerdo verle salir de una emisora situada en la calle San Francisco de mi pueblo. Pero no era la famosa Voz del Progreso. Porque esta operaba, exactamente, entre la Castillo y la Salomé Ureña. Y él, una mañana había irrumpido en el áula dónde yo cursaba el segundo teórico. Cuarto, aquel, ubicado en el primer piso del viejo liceo Ercília Pepín. Pero en su lado frontal.
É imaginé qué(él) no era de nuestro pueblo;
y que no tenía nuestra edad(la promedio del grupo). Y la maestra de geometría lo usó para leernos axiomas y teoremas. Y la esposa de su padre(un técnico electrónico), también era profesora de secundaria. Pero lo que contaré viene del complejo mundo que subsiste con el real.
Ya que el tiempo del advenedizo entre nosotros fue muy corto. Y hablo del que duró en el salón de clases. Sin embargo, su afán por la locución lo amistó con otros practicantes de lo mismo. Y sobre una motocicleta nueva y con ellos, patrulló nuestra calle Bonó en busca de chicas. Y por lo de no haber crecido en el grupo nuestro, le faltó el afecto que nace con el trato. Luciéndonos un tanto agresivo é irrespetuoso.
Y, en efecto, sus prácticas radiales, el físico, hospedarse en un segmento céntrico de la Castillo y el estar montado, explican su actitud. Y, claro, todo contra los teenagers genuinos del barrio. ¡Y yo no fui una excepción!
Por lo que durante décadas padecí, el haber callado frente a una de sus ofensas. Mi tormento imaginando lo que habría pasado sí lo hubiera hecho. Y también me preocupó bastante una reacción familiar por mi desventaja física frente a él. Y lo peor fue el trance mío, por la decisión de la pretendida.
Luego, pasado mucho tiempo y ambos en otra ciudad; y yo envuelto en lo inolvidable y él lejos de eso, me puse a su lado. Y algo poderoso me contuvo. Mostrándome algo oculto: el mundo que existe, junto al qué registra la realidad inmediata.
No obstante y gracias a Dios, él llegó a ser muy famoso. Y lo mejor de todo es que disfruté de su exitosa carrera. ¡tal cómo sí hubiera sido propia!
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