| Por la senda descalza, sin un rumbo,caminé, la vida, mi amargo pronombre.
 Pregunté al destino, en un lamento mudo,
 por qué fue tan cruel, por qué el golpe sombroso.
 ¿Qué error cometí, oh, Cupido esquivo,
 que a mi puerta tu flecha jamás llegó?
 ¿Dónde el amor que anhelo, ese fulgor vivo,
 que en versos y cantares el alma elevó?
 
 La luna testigo de dos almas perdidas,
 que el sino, al parecer, nos negó su unión.
 Tal vez aún no es tiempo de sendas unidas,
 solo falta un empuje, una dulce ilusión.
 ¿Dónde el amor soñado, que habla el poeta,
 que a mi humilde morada no quiso llamar?
 Mi alma inquieta lo busca, su imagen secreta,
 ¿por qué el amor que todos nombran no ha de llegar?
 
 Los poetas lo cantan, el mundo lo aclama,
 susurran los vientos su dulce canción.
 Pero a mi corazón, su dulce proclama,
 jamás trajo consuelo, ni una emoción.
 Sigo descalza andando, mi paso incierto,
 por este camino que alarga mi afán.
 Pregunto al destino, siempre despierto,
 ¿cuándo, cuándo, amor, tu luz me alcanzará?
 
 El sendero es largo, la noche profunda,
 y mi alma desnuda, su anhelo persigue.
 Mientras la esperanza, tenaz, me inunda,
 pregunto al destino si el amor aún vive.
 ¿Dónde está esa llama que ardiente se nombra?
 ¿Por qué a mi puerta no vino su voz?
 Mi andar solitario, bajo la sombra,
 espera el amor, que a mi alma sea atroz.
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