robo en el molchino
una comitiva de magnitudes ridículas asomó por la entrada del galpón. nadie había dado aviso. enfocó bien la mirada para asegurarse de que no se trataba de un error: no lo era. era él y su "ejército"... o "rebaño", "séquito", "marionetaje".
"¿qué hago?" pensó en su lengua materna. rápidamente fue al fondo del pasillo 45, buscó el color mayoritario del trapo que referenciaba las fronteras geopolíticas del país en que nació depositado en un rollo de largas y angostas proporciones; sacó fuerzas de la rabia y la soledad y se puso el rollo de 30 kilos al hombro. corrió hacia la entrada del establecimiento, puso un extremo del tapete un metro por fuera de la entrada y le dio un puntapié desenrrollador cuya acción se detuvo al toparse con la pared del fondo (la opuesta a la pared que daba acceso al negocio). no entendía nada "¿qué hace aquí?". todos sus colegas (padre, tías, tíos, hermanas, hermanos y sobrinos, como ella les llamaba) estaban fuera del perímetro por diversos motivos.
caravana automotriz diplomática despachando vehículos estacionados frente al molchino de pichilemu. hombres de traje negro, camisa blanca y zapatos deslumbrantes rodeando a míster cirob piñata. el subordimacho alfa (el de más confianza, el único autorizado a dirigir la palabra a míster cirob piñata), exclamó a su excelencia que "de seguro aquí encontraremos lo que precisa, jefazo". míster cirob piñata y su sonrisa eterna le agradecieron al subordimacho alfa, de quien no había aprendido el nombre durante los tres años y medio que llevaba a su servicio. le divirtió mucho que la postura de "la chinita" fuera de reverencia
-”muy apropiada postura, por lo demás”, se susurro a sí en altavoz, sin darse cuenta. al llegar a su lado le soltó un "¡xiawu hao, shaonian!" que a min le produjo una combinación de sensaciones que desembocaban en una extrañeza general: diversión, vergüenza ajena, repelús, indignación, entre otras.
una de las tantas labores del subordimacho alfa era la de intérprete, así que se dirigió a min y fue, poco a poco, según él, disipando sus dudas:
-estimada shaonian, lamentamos si esta visita le produce ciertas incomodidades. debe ser una sorpresa desconcertante, ya que nadie le habrá informado previamente. lo cierto es que no había posibilidad alguna de que eso ocurriera, pues el deseo de ingresar a este establecimiento ha nacido en su excelencia recién hace tres minutos, cuando nos dirigíamos al hotel donde residirá secretamente dos noches. al ver este molchino estalló como un niño, requiriendo que viniéramos a ver si por casualidad encontrábamos unas gafas de sol para su estadía... ya que olvidó las suyas en su residencia predilecta.
min escuchaba al subordimacho alfa, mientras observaba los movimientos de los beta, gamma, lambda y omega: uno iba redireccionando el rollo de alfombra roja para que las pisadas de míster cirob piñata no tocaran el suelo desnudo; otro tomaba notas de los artículos que se encontraban en el local; había uno que se dedicaba a dar vueltas de carnero seguidas sin ponerse de pie y otro que iba de trapecio en trapecio a cada nido de paloma que divisaba dentro del galpón.
min era una persona humana, de eso no cabía duda; sin embargo, su capacidad de atención era suprahumana, casi arácnida, pues lograba estar al tanto de todo lo que ocurría en un radio de dos kilómetros a la redonda (ya habían hecho las pruebas varias veces), capacidad que explicaba la constante desfachatez con que sus "colegas familiares" (como a ella le gustaba llamarles) la dejaban abandonada en el negocio, como sucedía en estos momentos.
la luz de neón resaltaba la multiplicidad de subordimachos vestidos todos de blanco y negro.
"pero qué espectáculo más patético", pensó min, que les aclaraba a los periodistas (que habían ido llegando paulatinamente acelerados para cubrir la nota del tapete rojo que esperaba hace varios días a míster cirob piñata) que no, no era cierto, que todo se lo están inventando ustedes, nos decía la “chinita” a nosotros, los redactores de vuestra verdad.
"pero es que ni patético llega a ser esto ¡me deprime tanta velocidad de informaciones vacías, como el significado de la galleta de la fortuna que se acaba de guardar cirob piñata en el bolsillo!... ¡gafas de sol! ¿creerán que una es tonta? al menos así nos tratan. tanto aparataje para encubrir un robo basado en supersticiones y caprichos. me dan pena. me dan rabia. me atormentan… pero también me dan risa, son un tanto limitados..." pensaba luisa, que se desmaquillaba el disfraz de min en el baño, luego de que la caravana probablemente festejara algún acuerdo en el hotel que alquilaron secretamente por dos noches en la capital del surf. otra vez los dueños no iban a llegar. se encargó de enrrollar la alfombra. apagó las luces. atravesó el portal del galpón. se tragó una ola de viento y seguro que un zancudo (o dos) y partió la galletita que le cartereó al pobre de míster cirob piñata sin que nadie se diera cuenta, leyendo en voz alta al atardecer pichilemino
«(aquí, si quien lee tiene una galleta de la fortuna, termine el cuento con la frase que le salga. de lo contrario, pida una frase de galleta de la fortuna a algún buscador en la guorld guáid güeb)»
quién sabe, quizás nadie festejara, quizás cirob piñata lagrimeara con su eterna sonrisa la ausencia del destino que luisa le robó aquella noche… sin que nadie se diera cuenta. |