Intenté ser feliz, de verdad lo intenté, pero al final tuve que conformarme con sobrevivir. Esa muchacha fue quizá mi primer sueño imposible. No la culpo de no quererme, fui yo el que me enamoré de ella, es verdad que sufrí como un loco, pero todo dolor se cura con el tiempo. Ella se fue para España y siempre le agradecí ese gesto de llamarme y despedirse. Con los años la encontré en las redes sociales y le envié una invitación, se había casado y tenía una hija, ya todo me daba igual pues aquel amor de adolescencia se había quedado en el pasado y en el olvido. No recuerdo de qué hablamos, cosas banales quizá, nada de cómo nos había ido en nuestras vidas. Supe que ahora era cristiana y asistía a una iglesia, yo solo la escuchaba hablar y hablar de su fe y de como esta había cambiado su vida. Yo hace mucho que ya no creo en nada, todas las creencias y religiones me parecen un modo de autodefensa del ser humano, nos sentimos tan vulnerables, tan débiles y desamparados que necesitamos creer que hay algo más, que no estamos completamente solos en un mundo cruel y miserable. Sin embargo, envidio de cierta manera a aquellos que tienen fe y no seré yo quien intente quitarles su esperanza, yo alguna vez también la tuve.
Después de estar en contacto con ella durante un buen tiempo terminamos cerrando un contrato para desarrollar un software para su empresa y aunque de manera virtual he compartido más tiempo con ella ahora que cuando la amaba sin ser correspondido siendo ella una chiquilla de 14 años y yo un adolescente de 16. Veo su rostro en el que ya se ven las marcas del tiempo y me pregunto que habría pasado si en una hipotética realidad ella me hubiera querido, como mi pensamiento siempre es pesimista imagino que hubiera arruinado su vida. No se lo he preguntado, pero asumo que es feliz, al menos ella lo logró.
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