ANDALUCÍA GUAPA
Era el grito de “Andalucía Libre”, era lucha, amor, pasión, fracaso, era como una guerra corta donde después reina la paz.
Andalucía es como una mujer guapa, gitana, mujer morena y yo estaba atado a sus cadenas de mi amor por ella, quizás de ella también por mí, pero no sé en qué medida y si ese amor murió alguna vez, como muere el soldado en el combate.
Yo me sentía pequeño, frágil y en los 80 el mundo era tan duro o más como lo es ahora.
Andalucía era mi amor, ella la revolución, que me hacía sentir como un enano en un circo.
El paso por el colegio dejo una profunda huella en mí, el acoso estaba a la orden del día y eso me hizo encerrarme en mi mismo, tanto, que me pregunté un día, si Sevilla era una ciudad en la que sus casas estaban unidas o desperdigadas por su geografía.
Era una tontería esa reflexión, pero caí en la cuenta de lo sólo que estaba, de la falta de amor de unos padres o de una novia, incluso de amigas con las que poder hablar libremente, Andalucía era ella, Beli, Marta.
Andalucía era paz y guerra, también era esperanza de un mundo mejor.
Era un baño en las playas de Los Boliches, era sal, era mi libertad, pero y yo, ¿yo que era?. NADA o deje de ser nada para ella.
La veía por el barrio, la saludaba, pero sin trabajo no podía declararme a ella, busque ganarme la vida primero con una tienda de fotografía que cerré al año de abrirla, después trabajando como fotógrafo de prensa, después vendí aceite y con 37 años me llamaron de la bolsa de peones del ayuntamiento, tras aprobar una oposición, pero ya era tarde, ella se había casado, había adoptado dos niños y cuando la volví a ver ya estaba muy delgada y malita.
Le pedí su número de móvil y a las semanas la llamé para dar una vuelta.
No contesto a mi petición.
En Septiembre me enteré de su muerte, había muerto el 19 de Julio de 2017, porque su mortuoria apareció en el periódico el 20 de Julio de ese año, ella ya no era el fuego que prendía mi revolución, ahora estaba como Blas Infante, muerta, no sé en qué sitio, ni en que lugar y si quedaba algo de ella, aparte de ese amor de juventud, que nunca se olvida.