Antiguos secretos.
Al cumplir cinco años mi vida cambió radicalmente, tras el divorcio de mis padres, al poco tiempo mi madre tuvo una nueva pareja y por supuesto yo no encajaba en su nueva vida, por lo tanto, mis abuelos paternos se hicieron cargo de mí.
Eso fue lo mejor que pudo haberme pasado, allí conocí la verdadera felicidad.
Mis abuelos eran seres encantadores, ellos me enseñaron todo lo que se, me hicieron estudiar y nunca me faltó su cariño.
Vivíamos en una gran casa, ellos eran anticuarios y compraban y vendían objetos antiguos los cuales arreglaban y dejaban como si fueran nuevos y así aprendí a quererlos, esos objetos eran mágicos para mí.
Durante toda mi vida con ellos aprendí que cada objeto, así fuera una joya o un mueble, alguna vez fueron especiales para alguien y al restaurarlos era como volverlos a la vida, aunque sus dueños ya no estuvieran.
Pero, el tiempo implacable se fue sin avisar y primero fue mi abuelo el que partió y muy pronto quizá por la nostalgia, lo hizo mi abuela y por supuesto heredé todo, la casa, el negocio y todo lo que alguna vez fue de ellos. Mi padre jamás volvió y pronto supimos que había muerto.
Seguí comprando, restaurando y vendiendo objetos que quizá tal como estaban nadie los hubiera querido, pero yo sabía apreciar lo que verdaderamente habían sido de nuevos y al volverlos a la vida se vendían como si fueran nuevos.
Cierta vez, un hombre vino a vender una caja o, mejor dicho, un pequeño cofre de unos treinta centímetros de largo por quince a ancho que al verlo quedé impresionado, era de madera muy antigua y estaba gastado, pero su diseño era único, la tapa estaba recubierta por dibujos de pájaros de muchos colores cuyos ojos no estaban pintados, sino que en su lugar brillaban piedras preciosas que los hacían brillar de una manera inusual.
Aquel pequeño cofre llamó tanto mi atención que le pedí a su dueño que lo abriera ya que me interesaba ver el estado en que se encontraba por dentro y de qué material estaba forrado.
El problema era que el joven dueño de aquella maravilla no tenía la llave.
Era, según me dijo de su abuela y el cual había heredado al fallecimiento de la misma, pero a él esas cosas antiguas no le interesaban y al no poseer la llave y ni siquiera saber qué contenía su interior, antes de intentar abrirlo forzando la cerradura y para no romperlo, decidió venderlo, el dinero le hacía falta más que un simple cofre. Me lo vendió muy barato según mi criterio, pero eso me intrigó más aún y lo primero que hice fue tratar de abrirlo, pero como me fue imposible, lo dejé en mi escritorio hasta cerrar el negocio y a la noche fui al garaje donde estaban las herramientas de mi abuelo y allí encontré un manojo de llaves alguna oxidadas que con paciencia limpié para poder probar si alguna abría el bendito cofre, pero todo fue inútil.
Por supuesto no quise forzarlo, sabía que al menor intento podría romperse y lo dejé hasta la mañana siguiente que al ser domingo, no abría el negocio y me puse de inmediato a limpiarlo.
Al poco rato aquel objeto tan bonito brillaba como nuevo y lo más interesante fue la escritura que apareció luego de la limpieza.
Si me tratas con amor y sabes apreciarme, pronto hallarás el amor, el que jamás dejará de quererte y en ese instante podrás abrirme y conocerás mi magia, esto estaba grabado en la parte de abajo del cofre que era imposible ver a simple vista debido a la capa del tiempo que lo había cubierto y que al limpiarlo descubrí como por arte de magia.
Aquello me impresionó sobremanera, en realidad hacía tiempo que estaba solo, mi antigua novia no era en realidad mi media naranja como solemos decir y habíamos terminado antes de comenzar una relación seria y por lo tanto me encontraba solo.
Puse el cofre en una vitrina bastante alejado como para que los clientes no lo vieran, había decidido conservarlo para mí y comprobar qué de cierto encerraba aquella escritura.
No había pasado aún dos meses cuando al negocio entró una muchacha muy bonita que me dijo que le agradaban las antigüedades, pero que sólo quería mirar, el dinero no le sobraba y era imposible que pudiera comprar alguna de aquellas bellezas a lo que le respondí que podía mirar todo lo que quisiera sin tener la obligación de comprar nada y la dejé sola mientras atendía a otros clientes.
Alrededor de una hora la vi mirando y apreciando cada uno de los objetos de la tienda cuando de pronto veo que tiene entre sus manos al hermoso cofre y me acerqué a hablar con ella.
Le dije que eso era lo único que no estaba a la venta, pero al ver su tristeza no sólo al no poder comprarlo, sino que ni siquiera estaba a la venta, le dije que no se preocupara, que si tanto le agradaba podía venir tantas veces como quisiera a verlo a lo que me contestó que le agradaría verlo por dentro a lo que le contesté que eso era imposible, le conté como había tratado de abrirlo y que todo fue inútil.
La joven se hizo así asidua a mi negocio, tanto así que nos hicimos muy amigos, hasta que un día, luego de algunos meses, comenzamos a mirarnos de una manera diferente, nos enamoramos y pronto estábamos planeando nuestra boda.
Elizabeth es el nombre de ella y Marcelo el mío, lo digo para que comprendan más lo que estoy relatando.
Unos días antes fuimos a comprar las alianzas pero ninguna era la adecuada y decidimos volver a la tienda para ir otro día a otra joyería entonces Elizabeth como lo hacía siempre tomó el cofre en sus manos y de pronto sintió algo, un chasquido que la hizo estremecerse, me llamó y con asombro comprobamos que el cofre estaba abierto, aquello fue algo maravilloso, al ver su interior no salíamos del asombro, el cofre estaba forrado en terciopelo verde y lo que contenía fue algo que jamás imaginamos, dos alianzas y un cintillo todo de oro dieciocho y el cintillo engarzado con las mismas piedras preciosas que tenían los pájaros en sus ojos.
Tomamos las alianzas y miramos las escrituras, jamás olvidaremos aquel momento, las iniciales de nuestros nombres estaban grabadas en cada uno de ellos.
Por supuesto que no tratamos de averiguar nada más, la magia había entrado en nuestras vidas y no era necesario saber más.
Nos casamos y por el resto de nuestras vidas usaremos aquellas alianzas que un día alguien no quiso y que ahora lo sabemos, el amor hizo posible algo tan increíble como la magia.
Omenia
25/9/2025
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