En cierta ocasión, creo que fue Nú Kalidoscopica, que sugirió en el feisbuj ,qué por
qué no tratábamos de hacer las paces con las cucarachas, ya qué debido a la
diferencia de tamaño, no podrían hacernos ningún mal, y nuestra fobia hacia ellas
era meramente por su aspecto, porque ni nos mordían, ni nos picaban y solo se
escondían en rincones de nuestra casa, ósea eran vecinos a los cuales jamás
dirigíamos la palabra, y yo que soy una emisaria del buenrollismo, intente llevar a
cabo la propuesta de Nú.
Así que un día, hace poco, estaba yo sentada en la taza del váter intentando hacer
mis deposiciones, cuando una cucaracha loca, se abalanzó corriendo hacia mi
pie, en línea recta, a toda velocidad. En otro momento yo hubiera levantado el pie
y la hubiera aplastado en defensa propia, pero no, como ya había tomado la
decisión del tratado de paz, pues sencillamente, con un ahogo contenido, aparté
rápido el pie, y la cucaracha desapareció por ahí los abajos…
Esto me había hecho pensar en un chiste gráfico de interné, en que una cucaracha
le decía a un marido, «me odias porqué yo la hago gritar más fuerte que tú». Pero
también había otro pensamiento que me inquietó, sino que, esa cucaracha había
actuado con el impulso de una inmolación. No era la primera vez que me ocurría,
hay que ver como corren esas bichas, es lo que más miedo me da, y siempre mi
reacción era pisotearlas, sin preguntarme en absoluto si había algún motivo.
La siguiente vez que apareció, fue en la cocina delante de mi compañero y se iba
paseando sobre el fregadero, y al cabo de un rato saliendo de debajo de los
armarios, o a pista abierta en el comedor, parecía que repentinamente había tres o
cuatro y mi compa estaba desolado, él no había hecho el pacto humanos
cucarachas, pero se encontraba ante la tesitura de que el insecticida anti
cucarachas estaba agotado, así la cucaracha se libró de nuevo, yo sabía que
había solo una, aunque esta vez pensé directamente que trataba de suicidarse,
para lo cual, por algún extraño motivo, necesitaba que lo perpetrase un humano.
Ya la siguiente vez que apareció Felisuca, la cucaracha, fue, estando mi
compañero y yo tumbados en el sofá con nuestros correspondientes PCs, me
pareció ver cómo una sombra que pasaba por delante de mi y caía un poco más
allá de mi lado, y yo pensé que me había parecido el caer de la hoja de un árbol, no
en vano, era el primer día de otoño. Pero al momento esa pequeña sombra volvió
a aparecer ante mis ojos, haciendo en el aire un leve balanceo, dirigiéndose en
dirección a la melena de mi compañero que acojonado se zafó «corre ves a por el
insecticida» me gritó. de mientras Felisuca había emprendido el vuelo otra vez y
volvía a abalanzarse sobre la cabeza de Urk, y Urk le arreó con una zapatilla y la
dejó seca…
Así sucedió el suicidio de Felisuca, evidentemente, lo era. Ya, vosotros diréis que
podía ser una cucaracha diferente en cada ocasión, pero yo sabía que no, que era
Felisuca siempre, debido al suceso que hubo la noche del San Juan anterior, en
que, estando en la cama cada uno con su PC, hubo un rato que la traca de
petardos fue tan intensa, que por la ventana y por la rendija de debajo de la puerta
de la calle, empezaron a entrar multitud de cucarachas asustadas por el ruido. Y
conforme entraban se subían al techo, no sé, habría cómo unas siete cucarachas
a la vez intentando desaparecer por el techo. Y ahí fue donde yo, que todavía no
había firmado el pacto cucaracheril, vacié el insecticida con ellas. Él caso es que
se murieron todas y ya en todo el verano no apareció ninguna más.
Imaginaros las pobres cucarachas, huyendo del ruido y del temblor de las bombas
de la verbena de San Juan, metiéndose a tropel por un sitio que no tenía salida y
muriendo en ese mismo momento insectimizadas por una loca que gritaba, yo.…
Felisuca se suicidó de pena…
23/09/2025

dedicado a @selkis